La Voz Judía


La Voz Judía
“Tierra, no cubras su sangre”
Por Menahem Porush

Escribo este artículo mientras en todo Israel - -y yo diría en todo el mundo Judío- podemos escuchar el lamento conmovedor que dice: “¡Tierra, no cubras su sangre!”.
La noche del Jueves es cuando los estudiantes de la Ieshiva estudian más horas de lo habitual. La primera noche de Rosh Jodesh Adar II, que cayó en un día Jueves, fue una noche especial. En la Ieshivá Merkaz Harav, en el barrio Kiriat Moshé de Jerusalem, los estudiantes habían rezado Maariv, diciendo “Iaalé v’Iavó” para Rosh Jodesh. Debió haber sido un momento de alegría especialmente porque sabemos que “Cuando llega Adar, crece la alegría”. Decenas de alumnos estaban estudiando Guemará en la biblioteca de la Ieshivá. Repentinamente, un terrorista árabe empezó a disparar cientos de balas dentro de la biblioteca y mató a ocho estudiantes –entre 15 y 26 años de edad – hiriendo a muchos otros incluyendo a tres, muy seriamente.
Ni en nuestras peores pesadillas pudimos imaginar semejante comienzo del alegre mes de Adar. Este ataque terrorista nos recordó a la masacre de 1929, en la Ieshivá de Hebrón.
El terrorista, Alla Abu Dheim, era de Jabel Mukaber, un poblado árabe situado dentro de los límites municipales de Jerusalem, donde los árabes tienen documentos de identidad israelíes que les permiten la libertad de movimiento dentro de Israel.
Un oficial de Tzahal, el Cap. David Shapiro, que vive cerca de la Ieshivá, oyó los disparos y corrió hacia allí mientras el terrorista estaba disparándoles a los niños que estaban sentados con su Guemará. El entró a la Ieshivá y mató al terrorista. Esto fue después de que un estudiante de la Ieshivá, Itzjak Dadon, quien estaba armado, se dirigiera hacia el techo del Beit Hamidrash y desde allí pasó a una galería cercana a la entrada principal de la biblioteca. El se las arregló para herir al terrorista, quien luego murió por los disparos del Cap. Shapiro.
El Viernes por la mañana, al día siguiente de semejante noche, el pesar era general. Miles de personas de todos los rincones de Jerusalem –como así también de otras ciudades- corrieron hacia el funeral de los ocho estudiantes de la Ieshivá. Partía el corazón oir a los chicos que habían estado presentes en la Ieshivá durante ese horrible momento contando cómo habían vivido la noche más oscura y amarga.
La pregunta que nos seguimos haciendo y que no encuentra respuesta es ¿cuánto tiempo más seguirá esta situación? ¿Cómo es posible no aprender de la lección de semejante brutal ataque terrorista contra chicos de una Ieshivá que estaban sentados estudiando Guemará?
¿Quién era el terrorista que cometió ese crimen? Como acabo de mencionarlo, vivía en un poblado árabe dentro de los límites municipales de Jerusalem, que nuestro gobierno quiere entregar al control de los árabes. Nosotros debemos aprender alguna lección de esta masacre y detener esas negociaciones. Digámoslo con claridad: a los árabes les interesa matar judíos, liquidar al pueblo judío. ¿Cómo podemos estar de acuerdo en ofrecerles a los asesinos un camino fácil para ir desde Jerusalem Oriental hasta el centro de la ciudad, hacia un centro de estudios de Torá, la Ieshivá Merkaz Harav, y disparar sobre jóvenes estudiantes sesgando sus vidas?.
Tal como lo mencioné, el gobierno está tratando de darles a los palestinos el control sobre los barrios árabes de Jerusalem. Esto sólo dificultará mucho más que podamos protegernos de los terroristas.
La situación es muy preocupante. No podemos ni respirar: día tras día hay nuevas víctimas. No sólo algunas personas sino el pueblo Judío en su totalidad están rezando a D”s: “Kos Ha-iegonim l’at harpi m’at” “Copa de los lamentos, vé lentamente. Deja para nosotros un pequeño momento”.
Esas almas que volaron hacia los Cielos serán con seguridad los que intercederán, directamente, para poner un fin a nuestros sufrimientos –los que surgen de que nos hayan quitado a nuestros jóvenes debido a la pésima política del gobierno al hacer concesiones sin recibir nada positivo en cambio.
Desde todos los rincones de Israel- y sin duda, desde todos los lugares donde vive el pueblo Judío- emana un grito: “TIERRA, NO CUBRAS SU SANGRE”. Escuchemos cómo la sangre nos llama a terminar con esta pésima política de entregar territorios dándoles a los palestinos la posibilidad de hacer lo que hicieron en Gush Katif, en Sderot, en Ashkelon, etc. “Tierra, no cubras su sangre”.

 

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