La Voz Judía


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COMUNITARIAS
“IDAS Y VUELTAS” QUE PERMITEN QUE LOS PERSONEROS DE LA ASIMILACIÓN PUEDAN ACTUAR LIBREMENTE.

Los primeros días de enero del corriente año han sido de gran actividad para un sector de la dirigencia comunitaria, consecuencia de la carta que los Grandes Rabinos de Israel, Iona Metzguer Shlita y Shlomo Amar Shlita, le enviaron al presidente y secretario de la AMIA, Luis Grynwald y Edgardo Gorenberg respectivamente, con copia a los referentes de los movimientos comunitarios Iahadut Hatorá, Mizrahi, Sionista Renovador y Likud, cuya reproducción y correspondiente traducción publicamos en la presente edición.
El tenor de esa carta, respuesta de consultas que se le efectuaron desde Buenos Aires las autoridades de la AMIA y de los movimientos a los que se les envió copia, no deja dudas sobre la postura que los Grandes Rabinos de Israel han tomado respecto a la habilitación de parcelas en el cementerio de La Tabalada destinadas al entierro de personas convertidas al judaísmo sin seguirse las disposiciones establecidas por la Halajá.
Pero dicha carta, aunque no lo diga taxativamente, esclarece que sobre este tema se están produciendo “idas y vueltas”, que hace más de cuatro años, el 31 de agosto del 2003, Agudat Israel de Argentina previó como puede observarse en la carta (que reproducimos y traducimos) que el presidente de este movimiento, el doctor Rafael Kugielsky, enviara al Gran Rabino Iona Metzguer Shlita explicando el motivo por el cual no adherían al proyecto cuando el licenciado Abraham Kaul, como presidente de la AMIA, era el impulsor de establecer parcelas para el entierro de personas que envida habían sido convertidas por rabis conservadores y reformistas: la falta de garantías suficientes para que lo que se acordara se cumpliera.
Como Abrahan Kaul no logró la firma de todos los movimientos que participaban en la vida política de la AMIA del compromiso que solicitaba el Gran Rabino Iona Metzguer Shlita, el proyecto se dejó en suspenso y fue reflotado por la actual conducción de la AMIA, que consiguió que los cinco movimientos que participaron en la última elección de la Kehila firmaran un acuerdo. El mismo establecía la localización de las parcelas en un sector del cementerio que halajicamente no había sido habilitado para el entierro de judíos, lugar que contaba con la aprobación de los Grandes Rabinos de Israel.
Tiempo después la conducción de la AMIA resolvió modificar el lugar elegido y comenzó a realizar trabajos con la finalidad de habilitar las parcelas en un sector que era utilizado como estacionamiento pero que halajicamente forma parte de los terrenos destinado al entierro de judíos de acuerdo a la Halajá.
Como esta decisión modificaba el acuerdo firmado, algunos de los movimientos expresaron su posición en contrario, en especial por la manera inconsulta en que fue tomada la medida y por no contar el lugar con la debida aprobación de los Grandes Rabinos. Esto obligó a la AMIA a consultarlos nuevamente, respondiendo como lo hicieron, afirmando que el nuevo lugar elegido no era correcto y que se debía volver al original y dando precisiones concretas de cómo debían estar separadas del resto.
Agudat Israel, como decimos más arriba, había previsto que podía ocurrir lo que efectivamente ocurrió, debido a la evaluación que realizaron de lo que estaba ocurriendo en la Kehila de Buenos Aires, en donde Abraham Kaul – a diferencia de sus predecesores – no había aceptado comprometerse, antes de asumir la presidencia de la AMIA, a conducir la institución respetando los principios mínimos que permitieran asegurar la continuidad judía de la comunidad.
Agudat Israel de Argentina por ese motivo, en abril de 2002, decidió no integrar la Comisión Directiva de la AMIA en la cadencia presidida por Abraham Kaul, luego de hacerlo en forma ininterrumpida desde 1966. Lo hizo pues considera que ocupar un cargo en la Comisión Directiva de la AMIA implica una gran responsabilidad, la de asegurar la continuidad judía fortaleciendo los valores que nos han distinguido a lo largo de los siglos.
Tres años después, Agudat Israel Argentina decidió no participar en el acto eleccionario de la Kehila debido a que las condiciones continuaban siendo inadecuadas, pues la conducción de la AMIA apoyaba abiertamente actividades reñidas con la Halajá como, por ejemplo, cursos de oficiantes de tefilot que incluían mujeres y que - una vez recibida una precaria preparación - enviaban a dirigir tefilot de los Iamim Noraim en pequeñas comunidades del interior del país a la vez que solventaba y publicitaba actividades culturales que se realizaban en Shabat o Jaguim, en diversas instituciones comunitarias.
En Europa, hasta el momento en que el nazismo aniquiló las grandes kehilot, integraban sus órganos directivos tanto dirigentes observantes de la Halajá como otros que no lo eran, pero que respetaban los principios elementales que hacían posible que ortodoxos, reformistas, sionistas y bundistas pudieran gobernarla en conjunto. Una situación similar se vivió en la AMIA desde 1966, cuando Agudat Israel se integró a su Comisión Directiva, hasta el inició del siglo XXI, pero a partir de ese momento quienes han tenido y tienen la responsabilidad de conducirla decidieron modificar el sistema y las “idas y vueltas” que se están produciendo sobre las localización de las parcelas destinada a dar sepultura a los fallecidos, que halajicamente no eran judíos, son el resultado lógico de ese proceder.
Que lo previsto por Agudat Israel Argentina se haya cumplido no satisface a sus dirigentes, todo lo contrario, pues demuestra el grado de pérdida de los tradicionales valores judaicos que se está produciendo en la comunidad y como cierta dirigencia se aferra a realizar concesiones que no la fortalecen sino que la debilitan, pues permiten que los personeros de la asimilación puedan actuar libremente.

 

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