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COMUNITARIAS
La dirigenca de la AMIA: Asegura la continuidad judía o facilita la asimilación

Sabemos, por haber sido difundido por un medio colega, de la existencia de un texto que solicita al presidente de la AMIA que en los cementerios de la institución se de sepultura a personas que no son judías de acuerdo a la Halajá.
Por otra parte nos ha llegado la información que ese texto fue entregado a la AMIA, firmado por los presidentes de dos factores ideológicos de izquierda, junto al secretario general de una institución que en su momento por motivos ideológicos tuvo que retirarse de la vida institucional comunitaria, el ICUF Argentina, y dos jóvenes representando a sendos movimientos o grupos juveniles.
Si bien reconocemos que todo miembro de la comunidad tiene derecho a expresar sus ideas y realizar sus solicitudes, creemos que algunas – como las que forman parte del texto en cuestión – son una demostración elocuente de la falta de conocimientos judaicos en un alto porcentaje de los miembros de la comunidad y del grado de asimilación al que hemos llegado.
Indudablemente la discusión que ha surgido en el seno de la comunidad como consecuencia a la decisión de la AMIA de encontrar una solución que permita enterrar en uno de sus cementerios a personas a las que los conservadores y reformistas les dijeron que los convertían al judaísmo aunque no respetaran las disposiciones establecidas por la Halajá ha llevado a que ahora estas cinco personas soliciten los que le solicitan al presidente de la AMIA.
El texto circularizado plantea que es discriminatorio que la AMIA establezca que en sus cementerios se ha de enterrar a judíos hijos de madre y padre judíos o de madre judía, pues considera que la definición de quien es judío normada por la Halajá es arbitraria ya que solo toma en cuenta la postura de una de las corrientes del judaísmo dejando de lado a quienes forman parte de otras corrientes actuales del judaísmo.
Textualmente afirman “Los hijos de padre judío y madre no judía (así como los conversos no ortodoxos) son reconocidos como judíos por las corrientes reformistas, reconstruccionistas, liberales, por la Ley del Retorno y por todas las corrientes judías laicas. Es decir, hay numerosas corrientes y movimientos dentro del judaísmo que reconocen a los hijos de padre judío como judíos. Por ende, si verdaderamente la AMIA tiene como uno de sus objetivos que ‘se reflejen las múltiples expresiones de la identidad judía’ y que ‘se respeten las diferencias’ no puede tomar una decisión de quién es judío dejando de lado a las demás corrientes judías que han adoptado diferentes definiciones”.
Basándose en el estudio sociodemográfico realizado hace unos años por el Joint, que consideró judío a todo aquel que dijo serlo, e indica que unas 25.000 personas son hijos de padre judío y madre que no lo es o convertidos por los conservadores y reformistas, los firmantes de la carta que recibió el presidente de la AMIA le dicen “La AMIA como ‘Asociación Mutual Israelita’ y como representante de la comunidad judía no puede dejar de lado a estos miles de judíos, basándose en la definición de una corriente de las tantas que hay dentro del judaísmo”, para finalizar con la siguiente frase: “Exigimos que todos los hijos de matrimonio mixto (sean de padre o de madre) y todos los conversos (sean ortodoxos, conservadores o reformistas) tengan los mismos derechos como judíos”.
Qué hizo o hará el presidente de la AMIA con esa carta no lo sobemos, pero el solo hecho de que exista debería hacer reflexionar a la dirigencia de la Kehila de Buenos Aires sobre si su manera de actuar asegura la continuidad judía o facilita la asimilación.
Sorpresivamente, por lo menos para nosotros, el diario de mayor circulación del país, Clarín, publicó el 27 de septiembre pasado, en su sección Opinión (pág. 29) una nota de Dario Sztajnszrajber titulada “Lo judío es diverso como la vida” en la que se desarrolla el tema de “quien es judío”.
Decimos “sorpresivamente” pues si bien Clarín se ha ocupado en más de una oportunidad de la interna comunitaria y de las instituciones de nuestra comunidad además de informar permanentemente sobre las investigaciones y derivaciones de los ataques terroristas a la Embajada de Israel y a la AMIA; de lo que ocurre en Medio Oriente y hechos antisemitas, nos parece extraño que semanas después de que el presidente de la AMIA recibió la carta que comentamos más arriba Clarín le dedique un espacio destacado en su cuerpo principal a un tema relacionado con la identidad judía.
El texto publicado luego de afirmar “Es un error creer que la identidad judía es una sola y congelada para siempre. En la Argentina, hoy hay tantos judíos como judaísmos”, lo explica de la siguiente manera “En los últimos años, en un mundo signado por profundas transformaciones identitarias, la vida judía en la Argentina se ha ido manifestando cada vez más diversa, rompiendo de este modo las posibilidades de fijación de parámetros rígidos para definirla”.
Para agregar luego “La definición matrilineal (ley del vientre: judío es hijo de madre judía) deja afuera a los judíos de madre no judía; la definición patrilineal (hijo de padre judío) deja afuera a los judíos con un abuelo judío (ley del retorno). Pero todas éstas dejan afuera al judío por autoidentificación emocional, es decir, aquel que se autodefine como judío a partir de una elección vivencial y que no necesita de ninguno de los procesos de conversión oficiales. Aquel que se siente judío como parte de una tradición que lo constituye, y que la vive como lo que etimológicamente significa: transmisión. Una transmisión de vivencias, de valores, de emociones, de afectos, una transmisión de relatos y no de apego ciego a las reglas”.
Evidentemente la nota publicada en el diario Clarín le aporta un marco teórico a la exigencia que contiene la carta recibida por el presidente de la AMIA, que intenta desnaturalizar los valores ancestrales que han permitido la existencia del pueblo judío a través de miles de años sufriendo todo tipo de persecuciones y vejámenes.
Sin lugar a dudas Dario Sztajnszrajber es uno de los miles de intelectuales judíos que intentan seguir siéndolo pero dejando de lado los valores que nos han distinguido a lo largo de los siglos.
Esto ocurre debido a que esos intelectuales, al igual que los firmantes de la carta y de cientos o miles de judíos están tan inmersos en el proceso asimilatorio que nos carcome y pone en peligro nuestra continuidad, que no toman en cuenta la misión que el Creador le ordenó al Am Israel.
Frente a esta situación, desgarrante y dolorosa, debería ser la dirigencia de la AMIA la que demuestre con su accionar cual es el camino para evitar que el proceso asimilatorio continúe. Pero tal como lo hemos comentado en más de una ocasión, en lugar de encaminarse en esa senda transitan la contraria, apoyando y sosteniendo actividades que intentan asemejarnos cada día más a quienes nos rodean.
Lo hacen en lugar de profundizar la educación judía basada en la Torá, de apuntalar la labor que se realiza en las yeshivot, los kolelim y a quienes diariamente se dedican a enseñar que es el judaísmo a los jóvenes, y no tanto, que en las últimas décadas se acercan a las instituciones raigales para conocer y vivenciar su tradición, la ancestral tradición judía que desgraciadamente sus padres, por desconocimiento, no le han podido brindar y que a muchos de ellos las escuelas judías tampoco le brindaron.
Es por eso que nos preguntamos si la dirigencia de la AMIA asegura la continuidad judía o facilita la asimilación.

 

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