La Voz Judía


La Voz Judía
El viaje de regreso

Esta es una historia verdadera y fue relatada al Rabino Shalom por la persona a quien aconteció. Este mismo caballero estuvo recientemente en mi casa y nos quedamos todos asombrados al escuchar los detalles de su aventura. Cuando terminó de responder a todas nuestras preguntas nos pidió que, si alguna vez se publicase esta historia, no mencionásemos su nombre.

Quizás sólo sea necesario dar como introducción las palabras del Rey David (Salmos 92:6-7), “¡Cuán grandes son tus obras, Hashem... un simple mortal no puede comprenderlas!”.

El Rabino Shalom Schejter, una figura muy importante dentro del grupo de los rabinos ancianos, tomó una vez un vuelo de TWA a Eretz Israel con escala en Atenas, donde debía cambiar de avión.

Faltaban dos días para Rosh Hashaná, y los últimos días en Nueva York habían sido exhaustivos. Todas las energías de este hombre de setenta años se había desvanecido en juntar fondos, vender sefarim, empacar y prepararse para el viaje. Extremadamente cansado, cayó en un profundo sueño al cruzar el avión el Atlántico.
Pidió que lo despertaran al aterrizar en Atenas, pero olvidaron hacerlo. Con tanta gente a bordo, de nacionalidades y destinos diferentes, no pareció extraño que el rabino de barba larga permaneciese dormido al hacer escala en Atenas para que algunos desembarcasen. Sólo despertó con el ruido del avión al despegar hacia su nuevo destino.

El capitán dio la bienvenida a todos los pasajeros y dio a conocer su ruta. ¡El Líbano era la escala siguiente!

El Rabino Schejter no lo podía creer. ¿El Líbano? ¿Habían sido secuestrados acaso? ¿Qué había pasado con Atenas? Luego se dio cuenta de que se había quedado dormido y nadie lo había despertado. A diferencia de un bus, no podía bajarse y volver atrás. Su equipaje estaba quizás camino a Eretz Israel, pero no era su caso.

Este hombre de apariencia típica judía estaría ciertamente en peligro en El Líbano, tierra de árabes fanáticos y arraigados en su odio hacia los judíos. Mencionó su situación a la azafata quien discutió el asunto con el capitán y se dirigió luego al Rabino Schejter con una solución. Como los pasajeros eran turistas americanos o europeos, no delatarían a los pasajeros judíos a las autoridades libanesas y la tripulación podría arreglárselas para que aquellos árabes que asistiesen al desembarque de pasajeros o que subiesen al avión para el control de rutina o limpieza no lo viesen. Tendría que aparentar estar durmiendo y lo taparían con frazadas de manera que quedase casi totalmente envuelto en ellas.
El avión siguió su rumbo y el Rabino se sumió en e estudio de los sefarim que había llevado consigo. Cuando el avión se detuvo en El Líbano, su corazón parecía estallar. Esta vez estaba bien despierto. Se quedó sentado en su asiento, oculto bajo las dos frazadas que la aeromoza le había proporcionado.

Nadie se fijó mucho en ese viajero “que dormía” y el avión se elevó nuevamente, esta vez con destino a la India. El Rabino Schejter sabía que habían comunidades judías en Bombay y Calcuta, pero el capitán informó a los pasajeros en camino que debido a disturbios civiles, sólo aquellos que tenían pasaporte indio podrían descender.

Estábamos sólo a un día de Rosh Hashaná. El Rabino Schejter revisó los horarios de vuelo y se dio cuenta de que no tenía ninguna posibilidad de llegar a Eretz Israel para el Yom Tov. No tenía solución alguna a su alcance y se preguntaba dónde iría a parar con ese viaje increíble. Estaba confundido y emocionalmente agotado. ¿Por qué le sucedía esto? ¿Era esto signo de algún castigo por algo que había hecho? ¿O estaba él destinado a llevar a cabo alguna misión específica en un lugar desconocido? Tendría que bajarse en la primera escala después de India, cualquiera fuese ésta y como de pronto se enteró, sería Bangkok en Tailandia.

Cuando por fin llegó el avión al aeropuerto Don Muang y el Rabino Schejter pasó por la aduana, sólo faltaban unas pocas horas para Rosh Hashaná. Después de hacer desesperado algunas averiguaciones, le dijeron que había una sinagoga en el centro de la ciudad. Se dirigió hacia allí, esperando que alguien tuviera la gentileza de ofrecerle hospedaje. La gente resultó ser muy amable.

No tuvo ningún problema para entenderse con aquellos que estaban en la sinagoga, pues la mayoría se encontraba en Tailandia por asuntos de negocio y hablaba inglés. El Presidente de la sinagoga, el Sr. Atlas, lo invitó a quedarse en su casa.

A la hora de la comida, el Rabino sólo se sirvió un poco de queque, frutas y vegetales que su hija le había preparado para el viaje, y matzá. El Sr. Atlas lo presentó a sus hijos. Estos eran dos jóvenes eruditos que estudiaban en la Universidad de Oxford en Inglaterra. Entre conversa y conversa, supo que al día siguiente habría, además del servicio regular de Rosh Hashaná, un bar mitzvá. “Este viaje se está poniendo cada vez más interesante”, pensó el Rabino.

Cuando se dirigió a la sinagoga en la mañana, tuvo otra sorpresa. No sólo que no había mejitzá que separara a hombres de mujeres, sino que además estaban todos sentados juntos. Como judío ortodoxo, el Rabino Schejter oró solo en una antesala que estaba a un costado del santuario principal. Después de Shajarit (oración de la mañana), pidió al rabino local que lo dejase dirigirse a los fieles para explicarles por qué no se había unido a ellos para las oraciones.
“Queridos hermanos y hermanas”, comenzó diciendo, “doy gracias a D’s por haberme dado el privilegio de pasar estas fiestas de Rosh Hashaná con gente tan maravillosa como ustedes. Muchos de ustedes saben seguramente que mi intención era estar en Israel con mi familia, pero D’s decidió con gran sabiduría que yo estaría con ustedes aquí, en Bangkok. Quizás sabré algún día por qué. Les estoy muy agradecido de su hospitalidad y bondad. Eso me hace sentir que debo explicarles la razón por la cual no oré con ustedes esta mañana, sino que lo hice solo en la antesala.

Toda sinagoga debe ser una réplica del Templo Sagrado que tuvimos una vez en Jerusalén. La santidad de la sinagoga es similar a la de aquel lugar. Por esto, hombres y mujeres estaban separados durante el servicio, así se aseguraban de que no había frivolidad o distracción durante las oraciones y que no se violaría la santidad del lugar. Una sinagoga en que hombres y mujeres se sientan juntos pierde parte de su santidad. Por lo tanto, como ustedes pudieron ver, debí rezar en la antesala”.

El Rabino Schejter habló también de la importancia que tiene el hecho que un niño haga su bar mitzvá y estudie Torá para comprender y apreciar su herencia judía.

Las palabras del Rabino Schejter eran elocuentes, conmovedoras e infundían un gran respeto. No criticó a los fieles, sino los instó a formar un grupo para estudiar Torá y así poder familiarizarse con las tradiciones, costumbres y leyes de sus antepasados. Apenas terminó de hablar, sucedió algo increíble. El Dr. Frankel, uno de los miembros de la sinagoga, subió al podio y comenzó a hablar espontáneamente: “Estoy seguro de que mucho de ustedes sienten, al igual que yo, que es un honor tener de invitado a una figura tan ilustre como el Rabino Schejter. En su honor, yo sugeriría que hombres y mujeres se separasen antes de continuar con la lectura de la Torá y de tocar el shofar, para que así pueda rezar con nosotros”.

El rabino local se sentía ofendido que se hiciera un cambio tan drástico en “su” sinagoga sin consultarlo. Se levantó para protestar pero era ya demasiado tarde. Había un ajetreo de doscientas personas; los hombres se ubicaban al lado derecho de la sinagoga y las mujeres al izquierdo. Y así permanecieron durante todo el servicio de Rosh Hashaná.

A la mañana siguiente el Rabino Schejter habló nuevamente a la multitud; los hijos del Sr. Atlas estaban presentes por segunda vez. Morris, el mayor de los hermanos, poseía una mente analítica e inquisitiva y estaba muy prendado de las palabras del rabino. Las conversaciones que se habían originado entre el joven pensador y el viejo erudito habían creado un fuerte lazo entre ambos.
Morris no había ido nunca a una Yeshivá y no tenía idea alguna acerca de qué era realmente el rito ortodoxo; pero ahora tenía ante sí a un hombre ortodoxo que había llegado al fondo de su corazón. Al término de Rosh Hashaná, Morris ya había tomado una decisión. Iba a interrumpir sus estudios en Oxford y trasladarse a Or Sameaj (una Yeshivá para muchachos con pocos conocimientos de Torá) en Jerusalén. Después de sopesar el asunto, su padre consintió en que lo intentara un semestre. El joven erudito se mudó a Israel y el semestre se convirtió en tres fructuosos años. En ese período se transformó en un verdadero ben Torá, esto influyó en su hermano menor, quien también se matriculó después en Or Sameaj.

Hoy, los hermanos Atlas son judíos ortodoxos que viven en Londres, entregados a la Torá y los mitzvot y profundamente endeudados para con el rabino que no despertó a tiempo para descender en Atenas. Las clases que el Rabino Schejter organizó en Bangkok también han dado su fruto; algunas mujeres han comenzado a observar las leyes de taharat hamishpajá (pureza de la familia) por primera vez en su vida.

Al volver a relatar su historia, el Rabino Schejter reflexionó unos instantes y dijo: “Es cierto que fui castigado. No pude pasar las fiestas con mi familia en Eretz Israel. Sin embargo, el incidente desencadenó una serie de acontecimientos que me permitieron dar mucho por Ydishkait (judaísmo). Hashem me dio la posibilidad de hacer retornar a dos judíos al auténtico judaísmo.
Como escribió el Rey David (Salmos 94:1), “Hashem es el D’s de las venganzas”. Ambos nombres divinos indican compasión y misericordia; sin embargo, dos nombres divinos rodean la palabra “venganza”, que indica ¡severidad y castigo! “Esto nos hace ver entonces que los caminos de D’s son grandiosos, porque incluso en penitencia, nos envuelve en su misericordia”.

 

Nro 407 Nisan 5767 - Marzo de 2007

Redacción y Administración: Lavalle 2168 Of. 37 ( C.P. 1051) de 15.30 a 18.00 Hs.
Tel.: 4953-7132 / Telefax.: 4961-0954

Tribuna Judía
Una voz que ahonda en las raices judías

Aparece quincenalmente
Director: Prof. Pedro E. Berim
Diseño y Diagramación: Luminaria Design

Propietario
Unión de Israel en la argentina (U.D.I.)

Registro Nacional de la Propiedad Intelectual #187.257