La Voz Judía


La Voz Judía
Teshuva:
Alcanzar al Cielo de a un paso por vez

Por Rabi Sender Strassfeld *

¡Qué maravillosos eran los sentimientos durante los Iamim Noraim (Los Días de Sobrecogimiento) de nuestros primeros años! Llenos del idealismo juvenil, inconscientes de lo irreales que eran nuestras metas, nuestros corazones volaban con el pensamiento de dejar atrás nuestros pecados para siempre.

Incluso entonces, tal vez había en lo más profundo de nuestro ser una voz baja que sembraba la duda. Pero los susurros son fáciles de ignorar.

Con cada año que fue pasando, con cada repetición del confesional Al Jet, la voz interior creció y se hizo más fuerte e insistente. ¡Esta vez cambiaremos realmente! La voz siguió recordándonos que habíamos dicho lo mismo, con la misma sinceridad y convicción, el año pasado, y el anterior y así sucesivamente. Salvo que estemos totalmente fuera de contacto con la realidad, no somos capaces de mantener una decepción de tales magnitudes.

¿Qué es lo que debemos hacer entonces? ¿Debemos dejar de lado la teshuva? Después de todo uno de los ingredientes esenciales de la teshuva es azivat hajet, la liberación de toda trasgresión, un objetivo que nuestra experiencia nos enseñó que es imposible alcanzar.

Tal vez necesitamos reconocer que para la mayoría de nosotros la teshuva no es el trabajo de unos días o unas semanas, sino un proceso que dura toda la vida. Reb Israel Salanter dice que aquel que acepta estudiar el musar de manera regular se une a las filas de “osei teshuva, aquellos involucrado en el proceso de la teshuva”, incluso antes de abrir realmente un libro de musar.

El primer paso, entonces, es quebrar nuestra inercia y comenzar a mejorar. Ese es el desafío; dejar de hablar y comenzar a hacer.

Viajando sobre un cabello, saltando sobre los picos de las montañas
Rabi Eliahu Dessler ztz”l cita la guemara en Suca (52a) donde dice que laatid lavo – en el futuro – Hashem demostrará la inclinación hacia la maldad a los justos y a los malvados. A los malvados les parecerá un cabello. Llorarán y se preguntarán, “¿Cómo es posible que no hemos podido superar un obstáculo tan pequeño?”

¿Cómo debemos comprender esto? Con seguridad la inclinación hacia la maldad es un enemigo formidable. Incluso los más grandes tzadikim no pudieron vencer este poderoso enemigo sin ayuda Divina; como dicen Jazal: “Ilulei Hakadosh Baruj Hu ozro eino iajol lo – Sin la ayuda de D-os uno no podría resistirse”. Más aún, la misma guemara nos dice que para ser justos, la inclinación hacia la maldad nos parecerá alta, casi como una montaña insuperable. ¿Por qué entonces los malvados lo ven como algo débil e insignificante?

¿Este “cabello” es sólo una ilusión óptica diseñada para torturar a los malvados? Con seguridad esto sería una violación grotesca de la verdad en olam haemet, el mundo de la pureza, que es verdadero.

Rabi Dessler explica que la pregunta a la que deben responder los malvados es, “¿Por qué se quedaron donde estaban? ¿Qué les impidió comenzar a trabajar sobre ustedes mismos? ¿Cuán difícil pudo haber sido dar esos primeros pasos para mejorar? No fue demasiado difícil. Si hubieran dado aquellos primeros pasos, alentados por el éxito seguramente darían otro paso y luego otro... ¡Quién sabe cuán lejos hubieran ascendido en la escalera espiritual, si tan sólo hubiesen dado un sólo paso!”

¿Cuán difícil puede resultar estudiar cinco minutos más de Torá o pronunciar una bendición con kavana (concentración), todos los días? ¿No podemos controlarnos, una vez por semana, de decir algo que no debíamos decir? Podemos hacerlo sin mucho esfuerzo. ¿Dejaremos que un “cabello” se interponga en nuestro camino?

Aunque nunca avancemos más allá del paso inicial, ¡cuánto podemos alcanzar! Piénsenlo; cinco minutos diarios, 354 días al año, durante 30 años suman 53.100 minutos o 885 horas. Una bendición por día durante el mismo período de tiempo nos daría un total de 10.620 bendiciones.

Una difamación menos por semana sumaría 1560 prohibiciones menos, considerando que cada una de ellas podría involucrar varios preceptos negativ os, sin mencionar los preceptos positivos que cumpliríamos aquí y allá. Teniendo esto en cuenta a la luz de la famosa declaración del Jafetz Jaim ztz”l, que el evitar que una persona difame vale todo el esfuerzo de la escritura de Shemirat Halashon, su libro clásico sobre el cuidado el lenguaje.
Más aún, hay muchas posibilidades que esto sea sólo el comienzo. “Mitzva goreret mitzva” – un precepto acarrea otro. En lugar del desaliento de mirar hacia atrás, hacia otro año que comienza con tantas buenas intenciones pero culmina sin demasiado progreso, tendremos algo concreto a cambio de nuestros esfuerzos. Este sentido de haber logrado una meta nos motivará a dar otro paso, enfrentar otro desafío.

Incursión en una guerra psicológica
Este enfoque realista sobre el crecimiento confunde tanto a nuestra inclinación hacia la maldad que podría recurrir a tácticas no convencionales para contraatacar. Intentará disminuir la importancia de nuestros logros. “Cinco minutos extra”, dirá con un resoplido. “Ni siquiera cinco horas alcanzarán para cumplir las obligaciones. Una bendición por día; ¿y el mencionar noventa y nueve veces al día el nombre de Hashem sin pensarlo?” Nos instará a tomar un camino imposible de mantener a largo plazo.

Este contraataque no debe sorprendernos. Como dicen Jazal (los rabinos del Talmud), la inclinación hacia la maldad es un ish miljama umelumad b´armimut: Un maestro en la guerra psicológica. Nos dará la ventaja a corto plazo de una profunda indecencia e inspiración para negarnos los beneficios a largo plazo de un crecimiento real. Sabe que probablemente no podamos mantener este nivel de rectitud. Inevitablemente comenzamos a deslizarnos y nos invade una sensación de fracaso.

Estamos desilusionados con nosotros mismos por no vivir según nuestras aspiraciones. Nuestra auto estima disminuye. Hemos sido manipulados para cargar sobre nuestros hombros más de lo que realmente podíamos lograr.

Nuestra subsiguiente falta de éxito sirve para reforzar la ilusión de que no podemos cambiar.

Por eso decimos en nuestras plegarias: “Vehaser satan milfaneinu umeajareinu”, remueve al diablo de nuestros ojos y de nuestras espaldas. Podemos comprender por qué el diablo quiere estar delante nuestro, para impedir nuestros esfuerzos de avanzar, de acercarnos a Hashem. Pero, ¿por qué quisiera el diablo estar detrás nuestro? Mi rosh ieshiva, Rabi Henoj Leibowitz shalita, explica que a veces el diablo está detrás nuestro, empujándonos hacia Hashem. Su estrategia es empujarnos hacia adelante tan rápido que con seguridad nos tropezaremos.

Entonces se relame con nuestra caída. Nos dice que no podemos lograr nuestra meta, que nunca lo lograremos. Alegremente señala la última evidencia de nuestra debilidad. Quisiste cambiar tan apasionadamente, ¡intentaste con tanto esfuerzo cambiar! Aún así, ahí estas en el suelo, derrotado una vez más.

Prudencia a través de la paciencia y la persistencia

Sería prudente, entonces, proceder lentamente. Que nuestros primeros objetivos sean modestos. Tal vez alcanzar algo menor a nuestras capacidades.

Evitemos con cuidado la trampa de hacer mucho demasiado pronto. Una vez que logramos salir de nuestra inercia y demostrarnos que podemos lograr y sostener nuestras metas, estamos en el camino correcto. Lo importante no es la velocidad de nuestro viaje sino seguir avanzando en la dirección correcta.

Es una escalera que debemos subir para llegar al Cielo, no una autopista. Llegar a la cima requiere de un movimiento cuidadoso y deliberado.

Las cualidades necesarias para el éxito son la paciencia y la persistencia. Debemos hacer un seguimiento de lo que hacemos.

Debemos aceptar que tendremos días malos y también caídas ocasionales. Si logramos nuestros objetivos estaremos alentados por nuestro progreso, mientras seguimos luchando para mejorarlos.

Si no estamos logrando alcanzarlos, probablemente tendremos que ajustar nuestros objetivos a un nivel más alcanzable. Cuando descubrimos que estamos logrando o incluso superando nuestras expectativas durante un prolongado período de tiempo, podemos comenzar a considerar los pasos a seguir.

Esto no significa que debemos bajar nuestras metas finales. La meta final debe seguir siendo la perfección espiritual, la búsqueda que es el mismismo propósito de nuestra creación. Aún así, cada gran viaje debe comenzar con un pequeño paso en la dirección correcta.
Es maravilloso que nos emocionemos al pronunciar Al Jet. Nos inspira hablar sobre la teshuva. Como nos enseña el Rey Salomón: “B´rov devarim lo iejdal pesha”: No dejamos de cometer pecados hablando infinitamente sobre lo que debemos hacer. Las palabras no pueden compararse con una pequeña acción.

No podemos hacer todo de golpe, pero podemos empezar ahora mismo... Hay mucho por hacer.

* Rabi Strassfeld, musmaj de la ieshiva Jafetz Jaim en Forest Hill, es el rebbe de la Ieshiva Ketana de Manhattan.

 

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