La Voz Judía


La Voz Judía
Las grandes diferencias entre el Sionismo de la Torá y el Sionismo de Herzl
Por Menajem Porush

En la Knesset, un día al año está consagrado al tema de Theodor Herzl y sus logros; ese día todos los partidos tienen la oportunidad de hablar sobre él.
Durante la sesión transcurrida días pasados, mi hijo el Rabino Meir Porush, quien es miembro de la Knesset en representación de Agudat Israel, dio un pormenorizado discurso respecto a la gran diferencia existente entre el Sionismo de la Torá y el Sionismo secular de Theodor Herzl. Dicho discurso fue escuchado con gran atención por los dirigentes de todos los partidos debido a que, el Rabino Meir Porush, habló de un modo sumamente objetivo, sin ocultar ninguna de las serias diferencias existentes.
Por ejemplo, él mencionó la idea de Herzl de solucionar el problema judío a través de hacer que todos los judíos fueran bautizados por la iglesia católica. También mencionó el cambio de actitud que tuvo Herzl pocos años más tarde.
Me pareció recomendable transcribir en mi columna la versión completa del discurso dado por el Rabino Porush en la Knesset, por eso lo presento a continuación.
Estas fueron las palabras del Rabino Porush:

“Cuando un jaredí que es miembro de la Knesset en representación del partido Agudat Israel sube al podio para hablar sobre Theodor Herzl, seguramente habrá quienes formulen estas preguntas: ¿Qué tiene Ud. en común con el fundador del Movimiento Sionista? ¿Acaso no están Ud., sus padres y sus mentores, en completo desacuerdo con la ideología de Herzl?
Yo, personalmente, podría llevar esta cuestión mucho más lejos aún: cuarenta y dos años antes del primer Congreso Sionista, el primer miembro de la familia Porush hizo aliá a Eretz Israel. El no necesitó experimentar el antisemitismo existente durante el juicio a Dreyfuss. Fue un mandamiento de la Torá el que condujo al primer miembro de la familia Porush a hacer aliá. D”s ordenó a nuestro padre Abraham en Jarán: ‘Abandona tu tierra, tu lugar de nacimiento y la casa de tu padre, y vete a la tierra que Yo te mostraré’.
Este era el verdadero Sionismo, mucho antes de que se estableciera el Movimiento Sionista. Este Sionismo estaba basado en las palabras de nuestros Sabios: ‘Eretz Israel es más sagrada que todas las demás tierras’.
El bisabuelo del presidente de esta Knesset, Rabino Iosha Iosef Rivlin, fue uno de los primeros colonos de Eretz Israel, y uno de los fundadores del barrio Najalat Shiva, en Jerusalem. Para él y muchos otros, el Sionismo estaba basado en las palabras de nuestros sabios: ‘Eretz Israel y el pueblo judío están hechos el uno para el otro y están enlazados el uno y el otro’. Esos judíos fueron los que dirigieron el rumbo hacia el establecimiento de los primeros asentamientos modernos.
Más aún, esos judíos siempre tuvieron presente las palabras de D”s a Yoshúa: ‘Donde quiera establecerás los pies que yo te he dado’. Pero ellos nunca olvidaron cómo terminaba el mensaje, que estipulaba: ‘Sólo sé fuerte, y realiza todos los esfuerzos necesarios para observar que tus actos estén de acuerdo con todas las leyes que Mi siervo, Moshé Rabeinu, te entregó como mandamientos; no te alejes de ellas ni hacia la derecha ni hacia la izquierda’. Esta es la condición y no existe modo alguno de anularla: no debes alejarte de ella ni hacia la derecha ni hacia la izquierda.
Señor presidente de este recinto, yo deseo responder a la siguiente cuestión: ¿Qué tiene en común un judío jaredí como yo con un día en que se honra a Herzl? Desearía dar una respuesta directa y contundente, y me siento complacido de que se me haya brindado esta oportunidad.
Theodor Herzl sintió la necesidad de que exista un estado judío que sirviera de refugio seguro para el pueblo judío. El era brillante, perseverante y lleno de vigor.
Era un líder sumamente carismático. Fue el primer judío de los tiempos modernos que entabló negociaciones sobre este tema con los gobiernos, y por eso llegó a ocupar un lugar destacado en la Historia. No obstante, no debemos soslayar el hecho de que fueron el desmesurado antisemitismo y el proceso Dreyfuss los que motorizaron el Movimiento Sionista. Herzl no llegó a Eretz Israel a través de la Torá o de nuestra herencia. Y esto lo llevó a cometer el error de plantear la horrenda propuesta de Uganda, algo que fue fugaz pero que tiene un papel significativo en su biografía.
Herzl también creyó que con el establecimiento de un hogar nacional judío, el antisemitismo desaparecería de la faz de la Tierra. Todos nosotros podemos testimoniar que, desgraciadamente, el hecho de la creación del estado judío no logró erradicar ese terrible mal. Nosotros ya sabíamos de antemano que esto sucedería, basándonos en las palabras de nuestros Sabios: ‘Es una regla general que Esav odie a Yaacob’.
Sin embargo, debemos darle a Herzl su correspondiente reconocimiento. A pesar de haber experimentado amargas frustraciones en todas sus negociaciones con los gobiernos del mundo, su espíritu jamás se quebró. El fracasó frente al Gobierno Otomano cuando solicitó autorización para llevar a cabo su plan de desarrollo, no obstante lo cual nunca dejó de intentarlo. Sus negociaciones con el gobierno británico por el “Plan El Arish” fracasaron, pero su espíritu no decayó. El negoció con el Papa, el Rey de Italia y las autoridades de Rusia, y nunca se desvió de sus metas pese a los dolorosos fracasos.
Sin embargo debemos ser directos y contundentes, y decir que su ideología estaba errada. El Rav Kook z”l, quien era conocido por su positivo acercamiento hacia el Movimiento Sionista, reaccionó con duras palabras de crítica ante la resolución del Congreso Sionista que decía que la religión y el Sionismo no tenían nada en común. El dijo: “Este decreto es peor que los decretos del Faraón y de Ammán”. (De la Revista “Hapelless”, que apareció en Ucrania durante los años 1900-1904).
La resolución del Congreso Sionista era terrible y carente de toda lógica. Nuestra nación vivió y sobrevivió en el exilio sin que existiera un estado. El secreto de nuestra supervivencia como nación fue el poder de la religión, la Torá, nuestra tradición y nuestras plegarias. ¿Cómo podría ser posible entonces separarnos de nuestra religión?
En consecuencia, no debería causar sorpresa que Agudat Israel se haya opuesto con vehemencia a Herzl y al Movimiento Sionista. Si el Sionismo y la Religión no tienen nada en común, la brecha que separa a los dos movimientos es muy ancha y profunda.
Esta brecha es evidente en este mismo día. De un lado tenemos a un grupo de judíos observantes de la Torá, que siguen las enseñanzas de nuestros Sabios. Del otro lado tenemos judíos que no son observantes, aunque adhieren al Sionismo. Unos que se consideran adherentes a la herencia eterna versus aquellos que tienen una visión limitada e inestable.
El Rav Moshe Blau, uno de los primeros líderes del movimiento Agudat Israel, señaló que Lord Balfour, en su maravilloso discurso ante el Parlamento Británico, alabó al pueblo judío por la contribución que hizo al mundo al ofrecer el Tanaj, la justa visión de los profetas y, especialmente, por el día de descanso, el Shabat.
Los líderes de Agudat Israel, guiados por sus mentores espirituales, lucharon contra el Sionismo oficial, que establecía que el pueblo judío era una nación como cualquier otra; contra el Sionismo que descartaba la antigua constitución del pueblo judío; el Sionismo que era una adaptación del clásico nacionalismo europeo no judío. En contraposición nosotros considerábamos que el pueblo judío es diferente de todo el resto de las naciones. El no se encuadra dentro del mismo marco que todas las demás naciones ya que es fundamentalmente diferente. Para el pueblo judío D”s es el Señor; la Torá es el libro de la Ley, y la Tierra Sagrada, Eretz Israel, ha sido destinada para el pueblo judío desde el fondo de los tiempos.
Nosotros tenemos otra gran diferencia con el Movimiento Sionista. Nosotros hemos luchado contra los denodados esfuerzos del Movimiento Sionista por arrastrar a los estudiantes de la Torá fuera de los Batei Midrash.
Nosotros siempre manifestamos enfáticamente que “La nación judía no puede existir sin el estudio de la Torá”. En algunas ocasiones obtuvimos un débil apoyo a esta tesis, incluso de parte de figuras relevantes del Movimiento Sionista. El famoso poeta Jaim Najman Bialik escribió: “Si tú quieres ver la fuente de la cual las generaciones han sacado las fuerzas, ve al Beit Hamidrash”.
Colegas – miembros de la Knesset y Presidente: esta histórica disputa es aplicable a nuestros días también, en vista del futuro carácter y el rol del estado. La Declaración de la Independencia establece que el estado de Israel pertenece a este suelo como resultado de nuestros derechos históricos y naturales. ¿Esto qué significa? ¿Por qué se necesitan ambos? Aquellos que aceptan a la Torá como un documento divino obligatorio no necesitan buscar cuáles son nuestros derechos históricos. Sus derechos sobre este territorio provienen de los comentarios de Rashi acerca del primer pasuk de la Torá, y dicen: “El propio creador del mundo es Quien nos ha otorgado a Eretz Israel”. Si ésta es la base de nuestros derechos, entonces el carácter y el rol del estado son claros.
Vale también la pena mencionar el debate que existe entre las naciones y los judíos: las naciones nos van a acusar de ser bandidos que capturaron las tierras de otro pueblo. Y nosotros responderemos manifestando que la tierra pertenece por entero a D”s, y El nos eligió a nosotros para dárnosla.
Desgraciadamente, hoy este debate no lo tenemos sólo con otras naciones. Existen entre nosotros mismos quienes nos ponen la etiqueta de “conquistadores”.
Hay quienes opinan que si Herzl no se hubiera muerto siendo tan joven, a los 44 años de edad, probablemente se hubiera acercado mucho más al judaismo. ¿Quién sabe? Posiblemente él se hubiera retractado de esa extraña declaración de que “el Sionismo y la religión no tienen nada en común”.
A modo de prueba ellos citan una parte de un ensayo escrito por Herzl en 1897, titulado “La Janukiá”. Y yo lo cito a continuación: “Había una persona que muy profundamente sentía la necesidad de ser judío. Sus más íntimos sentimientos lo condujeron al final a sus fuentes, el judaismo. Como consecuencia él experimentó una transformación, que nunca le había ocurrido mientras estaba distante del judaismo: él empezó a amarlo y a disfrutarlo. Al principio no podía entenderlo realmente, pero al final, ese profundo sentimiento íntimo emergió convirtiéndose en un claro pensamiento. Era la idea de que sólo había una salida, la vuelta a casa, al judaismo.”
En efecto, cuesta creerlo pero estas palabras fueron realmente escritas por Herzl en el año 1897. Sin embargo él falleció antes de conseguir retornar hacia ese íntimo pensamiento.
Colegas, miembros de la Knesset, Herzl escribió en 1895 las siguientes palabras: “Nosotros nos identificamos a nosotros mismos como una nación basada en nuestra religión”. La misma persona que en 1892 creía que el problema judío podía ser resuelto a través de que los judíos se bautizaran dentro del cristianismo, unos años más tarde cambió su estilo de pensamiento diciendo: “Nosotros nos identificamos a nosotros mismos como una nación basada en nuestra religión”. Por lo tanto podemos afirmar con seguridad que, de no haber fallecido a una edad tan temprana, él hubiera podido dar ese paso extra – que es vital para nuestra existencia – y retornar al auténtico judaismo. Este es el paso que hoy es necesario que den todos sus seguidores, aquellos que se autodenominan Sionistas no-religiosos, que están en este día rindiendo homenaje a la memoria de Theodor Herzl.
“Im tirtzú, ein zu agadá”. “Si lo deseáis, no será una leyenda”.

 

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