La Voz Judía


La Voz Judía
¿ESTAMOS ASISTIENDO, D”S NO LO PERMITA, A UN PROCESO DE DIVISIÓN NACIONAL ENTRE LOS JUDÍOS?
Por Menajem Porush, desde Jerusalem

Los grandes sabios y los líderes religiosos de todos los segmentos de la comunidad religiosa condenaron enérgicamente el fallo de la Suprema Corte de Justicia referido a que el Estado de Israel debe otorgar la ciudadanía de acuerdo con la Ley del Retorno a quienes hayan realizado el proceso de conversión religiosa en los movimientos Reformista y Conservador, en caso de que tales “conversiones” hayan tenido lugar fuera de las fronteras de Israel.
La decisión fue tomada por un jurado especial compuesto por 11 jueces, de los cuales siete votaron a favor y cuatro en contra. Tal decisión provocó un vendaval en la comunidad observante de Israel, y no tengo dudas de que las comunidades judías ortodoxas de los EE.UU. y del resto del mundo también se sumarán a la condena de semejante interferencia en cuestiones religiosas de una Corte de naturaleza secular.
El fallo de la Suprema Corte es una verdadera afrenta. Nos recuerda lo sucedido hace algunos años cuando se produjo una manifestación masiva como nunca antes, de medio millón de personas –incluyendo los grandes sabios de todos los círculos – que salieron a manifestar en contra del modo en que la Suprema Corte se tomaba atribuciones para interferir en materia de principios sagrados religiosos.
Ahora nosotros estamos planteando una pregunta para la cual aún no hemos recibido una respuesta satisfactoria. ¿Quién debería, en nuestra Tierra Santa, estar autorizado para decidir sobre cuestiones de Halajá? En Eretz Israel se ha venido gestando una situación tal que los jueces de la Suprema Corte no se dan cuenta de que no les está permitido interferir en temas de principios sagrados de la Halajá (la Ley Ludía).
Muchas veces nos resulta difícil aceptar las decisiones tomadas por la Knesset, el Parlamento, puesto que a nosotros como pueblo de la Torá nos gustaría que todo se efectúe en consonancia con nuestra Sagrada Torá. No obstante, es la Knesset quien toma y ejecuta las decisiones democráticas, puesto que fue elegida de manera popular. Pero en el otro extremo están los jueces de la Suprema Corte quienes no son elegidos democráticamente, ellos son designados por el presidente de la Corte. Y además traspasan sus atribuciones sacando fallos dictatoriales en referencia a principios halájicos.
La decisión de reconocer conversiones hechas a la ligera por “rabinos” Conservadores y Reformistas es contraproducente dado que tales conversiones son ficticias y no están basadas en principios halájicos.
Ese fallo de la Suprema Corte va a permitir que no judíos reciban la ciudadanía israelí conjuntamente con todos sus beneficios. Más aún, ellos habrán de ser considerados por el público en general como “judíos”.
Según la Halajá, ¿quién es judío?. Lo es aquél que haya nacido de un vientre de madre judía, o que haya pasado por una conversión halájica.
Con la masiva inmigración proveniente de Rusia, y el hecho de que el gobierno de Israel no se esté conduciendo de acuerdo a la Halajá en la determinación de quién es judío, nos encontramos hoy en la peor situación de todas las que debió atravesar el pueblo de Israel en la tenebrosa diáspora.
La función del judaísmo ortodoxo es estar alerta y no permitir que ocurra una confusión de tal magnitud en nuestra Sagrada Tierra. Debemos insistir en que aquellos que no son judíos de acuerdo a la Halajá, no deben ser considerados judíos. Pongamos en claro que la Suprema Corte carece de autoridad como para falsear el sentido de lo que es ser judío.
Antes del establecimiento del estado, cuando el liderazgo de la Agencia Judía conducida por el señor Ben Gurion solicitó de Agudat Israel que se uniera a ellos a fin de presentar ante las Naciones Unidas una demanda de creación de un estado judío, el liderazgo de la Agencia Judía le prometió a Agudat Israel cumplir con cuatro temas centrales de los cuales el más importante era que tanto los matrimonios como los divorcios se realizarían de acuerdo a la Halajá. El Sr. Ben Gurion dijo entonces : “Nosotros debemos aceptar esa exigencia de Agudat Israel porque de lo contrario podríamos dividirnos en dos naciones”
En los ámbitos religiosos está la exigencia de que las autoridades halájicas cuenten con un Sefer Iajasim (Libro de Genealogía), a fin de verificar la autenticidad de la identidad judía de la gente en cuestión. Esta puede ser una solución, pero no es la más satisfactoria puesto que D”s no lo permita, podría dividir a la nación. Sin embargo, nosotros no podemos permitir el caos que se produciría entre los judíos si se llegaran a reconocer, D”s no lo permita, a las conversiones hechas por los Conservadores o los Reformistas, dado que son una verdadera estafa.

 

Nro 367 Iyar del 5765 / Mayo de 2005

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