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Hace unos siete años, el mundo se vio conmovido por la noticia de que en Austria un joven líder político de gran carisma y de encendido discurso neonazi había obtenido un porcentaje importante de votos en unas elecciones internas. Se trataba de Joerg Haider, quien por entonces no llegaba a los cincuenta años de edad.
En distintos lugares del mundo se realizaron manifestaciones frente a las representaciones diplomáticas de dicho pais, y se entregaron petitorios a sus autoridades con el objetivo de tratar de detener el ascenso al poder de un representante de la renovada derecha antisemita en Austria. Si bien la reacción mundial en aquellos momentos pareció tener algún efecto en el sentido de que el candidato Haider diera un paso al costado, poco tiempo después, en 1999 resultó electo gobernador en una provincia del sur de Austria y asumió en 2000. El año pasado fue reelecto sin mucha dificultad para el mismo cargo.
Haider fue durante mucho tiempo el líder del partido de extrema derecha FPOE, al que fue llevando a un progresivo ascenso y para el cual logró a finales del año 1999 un 27% de los votos. Sin embargo, tal vez presionado por probables sanciones diplomáticas de los demás paises de la Unión Europea, Haider cedió el cargo obtenido de la Cancillería, que fue ocupado por un líder político conservador, abandonando la presidencia del FPOE en 2000.
Durante los primeros tiempos de su carrera política al frente del FPOE Haider convocó con su prédica pro nazi a los sectores nostálgicos de ese negro período de la historia; demás está recordar que Austria fue la cuna de Adolf Hitler, y como él también Haider intentó despertar simpatía en los sectores populares a través de sus encendidos y demagógicos discursos en contra de los privilegios de los partidos en el poder, y en contra de quienes se oponían a la ampliación de Europa hacia el este.
Pero poco a poco ese discurso fue perdiendo consenso y tras una serie de fracasos electorales Haider debió modificar la composición interna de su partido para ponerse a tono con los acontecimientos: primero excluyó al ala más nacionalista y después produjo directamente una escición, creando un nuevo partido, el BZOE (Alianza para el porvenir de Austria).
Tras un Congreso Partidario llevado a cabo en Salzburgo el pasado 17 de abril, a partir de la escición del antiguo FPOE se crea entonces el BZOE, y con el voto positivo de los 564 delegados presentes (con una sola abstención), es decir, casi por unanimidad Joerg Haider resultó electo presidente del mismo.
En los últimos tiempos Haider se presentó como más moderado en sus declaraciones, sin embargo no abandonó su inclinación hacia el período nazi. No obstante considera que para volver a posicionarse de manera exitosa, la extrema derecha debe presentar un programa más a tono con los temas que son prioritarios, tales como la lucha contra la globalización y el desempleo.
“Cambiar todo para que no cambie nada” es una consigna muy conocida. El tan mentado “cambio” de Haider en verdad no convence a nadie, puesto que sólo ha reemplazado unas consignas populistas –las que empleaba su mentor ideológico en la década del ´30 a fin de convocar a las masas – por otras que, curiosamente, son coincidentes con las que levantan otros movimientos políticos de signo opuesto. El problema reside en que, en sí mismas, tales banderas no podrían tildarse de injustas –tratar de solucionar el tema del desempleo, por ejemplo – pero se convierten en potencialmente peligrosas cuando son usadas en forma demagógica y para otros fines absolutamente distintos de los que son declarados.
En momentos en que vuelven a soplar vientos de antisemitismo en Europa, el ascenso político de Haider es un hecho que merece nuestra preocupación.
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