La Voz Judía


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¿CÓMO FRENAR LA ASIMILACIÓN?
Hechos y no palabras

El fenómeno de los Balei Teshuvá que se está produciendo en nuestra comunidad obliga a reflexionar sobre la importancia que tiene el trabajo de profesionales especializados a la vez de la manera en que el mismo es considerado por quienes son observantes de la Tora.
No nos referimos a la respuesta racional, pues todo judío que cumpla las mitzvot está contento que día a día judíos alejados de la observancia se acerquen a las ancestrales tradiciones de nuestro pueblo.
Lo que nos preocupa es la falta de comprensión de la tarea que realizan aquellos que asumieron la responsabilidad de trabajar con judíos alejados de sus tradiciones con la finalidad de que las conozcan y de ser posible comiencen a cumplir las disposiciones que reglan la forma de vida judía.
Desde hace décadas hablamos en la comunidad de que es necesario luchar contra la asimilación, ese proceso de perdida de los valores judíos que se ha dado en denominar “Holocausto blanco o silencioso”.
Cuando se diagnostica lo que ocurre normalmente se afirma que la asimilación es consecuencia de la falta de una educación judía basada en la Tora y una forma de vida acorde.
Esto lo hacen los educadores, los dirigentes y también nosotros, los periodistas comunitarios, pero la realidad nos indica que ni los máximos directivos de las instancias centrales pueden asegurar que sus hijos se casen con judíos.
Hoy nos encontramos que ya se duda de la posibilidad de enfrentar con posibilidades de éxito el proceso asimilatorio.
Nosotros, los miembros de la redacción de LA VOZ JUDÍA, al igual que quienes están trabajando en la materia, consideramos que sí.
Para lograrlo es imprescindible crear los ámbitos propicios para que el judío alejado de la forma de vida judía encuentre un lugar en donde se le enseñe Tora sin hacerlo sentir un extraño.
Lo que decimos parece sencillo pero no lo es. La integración de quienes se acercan es difícil, pues en necesario una actitud especial por parte del observante ya que ese judío que comienza a regresar no cumple mitzvot y por su formación secular no acepta la imposición de normas que no considera esenciales a la vez que debe percibir que es comprendido, que evacuan sus dudas sin hacerle sentir que es un trasgresor pues no sabe y no entiende que trasgrede.
Los métodos que se utilizan para brindarles a estos judíos desconocedores de la Tora un marco educativo y social que les permita profundizar su deseo de aprender que es el judaísmo pueden resultarle chocantes a un judío raigal, observante de las mitzvot. Por ejemplo para que alguien sepa que es Shabat, debe vivenciarlo y para ello la única posibilidad es que lo comparta con quienes lo cumplen de acuerdo a la Halaja, pero aceptando la posibilidad que viole alguna norma por desconocimiento.
Las dificultades que mencionamos no son nuevas, existen desde tiempos inmemoriales, a lo largo de nuestra milenaria historia se produjeron situaciones similares en cada uno de los lugares en que nos tocó y toca vivir. No debemos olvidarnos de Rabí Akiva, quien inicialmente fue rechazado por su suegro por ser un Am Haaretz, un inculto en el conocimiento de la Tora, pese a su voluntad de ir a estudiar.
Ante situaciones tan problemáticas siempre surgieron líderes y movimientos que asumieron la responsabilidad de hacerles frente. En nuestra comunidad desde mediados del siglo XX esta labor tuvo su marco específico, nos referimos a la tarea que en pos de la continuidad judía realizó el Ribí Grimberg z´l, aunque él tenía una ventaja sobre quienes lo hace ahora, sus retornantes provenían de familias que tenían conocimiento de la forma de vida judía, mientras que la gran mayoría de los retornantes actuales son hijos de padres sin ese tipo de conocimientos.
Pese a esto último la tarea se está haciendo y tiene éxito. Perspectivas, Torah Umesorah, Jabad Lubavich, los rabinos Daniel Oppenheimer, Efraín Dines, Isaac A. Sacca, Rubén Freue, son tan sólo algunas de las instituciones que en nuestro medio se especializaron en brindar a los judíos que se acercan la educación y las vivencias que no poseen.
Desgraciadamente las instancias centrales comunitarias no se dan cuenta de la importancia de la tarea que estas instituciones y rabinos desarrollan, lo decimos pues además de no apoyarlas económicamente se han molestado cuando viajaron al exterior para conseguir los fondos que necesitan para sostenerlas (morim, imprimir textos y materiales, becas, etc.).

 

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