LA VOZ y la opinión


Periodismos Judeo Argentino Independinte
Holocausto
Hershl Grynszpan y la "Krystallnajt"

Por Charles Papiernik
Para tener una noción clara de la relación que vincula al protagonista con el suceso mencionado en el título, es pertinente repasar los acontecimientos previos al momento en que se produce el hecho vinculante.
El 30de enero de 1933, Hitler asume la conducción de Alemania. Seis meses después proscribe a los partidos políticos. Un año más tarde, públicamente, se queman todos los libros de autores judíos o liberales. En enero del año siguiente se produce la anexión del Sarre y del Rhin. En setiembre de 1936 se promulgan las leyes raciales de Nu-remberg. Catorce meses más tarde, Alemania anexa Austria. En setiembre de 1938 se establece el Pacto de Munich entre Chamber-lain, Daladier, Hitler y Mussolini anexando a Ale-mania los Sudetes de Che-coslovaquia.
Al mes siguiente Ale-mania se retira de la Liga de las Naciones.
Este desarrollo permite visualizar claramente como el Tercer Reich se iba preparando para la guerra y, al mismo tiempo, comenzaba la ofensiva antijudía que desembocaría en la Shoá.
A pesar de la desconfianza de Hitler, fundada especialmente en la pretensión alemana de su superioridad racial y en su exigencia de "lebensraum" (espacio vital) necesario para edificar el Reich de los 1000 años, la opinión pública de Europa recibió con entusiasmo el Pacto de Munich creyendo (porque querían creerlo) que ello les garantizaría la paz.
El 23 de agosto de 1939, Ribentrop y Molotov, ministros de Relaciones exteriores de Alemania y la Urss, respectivamente, firmaron un pacto de no agresión que contribuyó y posibilitó el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, la cual costó 50 millones de vidas y durante la cual se produjo el exterminio de seis millones de judíos.
En 1938, todos los judíos con antecedentes penales o contravencionales, aunque éstos no fueran más que simples infracciones municipales, son internados en campos de concentración.
El 28 de octubre del mismo año, deportan a 17.000 judíos con ciudadanía polaca al corredor fronterizo, tierra de nadie, entre Alemania y Polonia, la que tampoco les permite la entrada, abandonándolos a su suerte sin cobijo ni alimentos, en una época fría y lluviosa del año.

La historia de Grynszpan

Hershl Grynszpan, de diecisiete años de edad, residente en París, recibe una carta de sus padres en la que le comunican que ellos y su hermana se encuentran en esa penosa situación que los conduciría inevitablemente a la muerte.
Sin poder hacer nada para sacarlos de ese infierno, Hershl quiere al menos sacudir la conciencia del mundo que, sordo y ciego en relación a este hecho criminal, festeja el pacto de Munich, creyendo además Francia que se encuentra protegida por la línea Maginot, sistema de fortificaciones construido entre 1927 y 1936, en la frontera franco alemana, con el objeto de prevenir una invasión alemana como la producida en la primera Guerra Mundial.
El 6 de noviembre de 1938 Hershl compra un arma , se dirige a la embajada alemana, solicita ser atendido por el Embajador y, al recibirlo el secretario Ernest Von Rath, creyendo que es aquel, le dispara cinco tiros acertando dos e hiriéndole de gravedad, lo que unos días mas tarde le producirá la muerte.
Los nazis aprovechan el atentado para adelantar una acción ya preparada de antemano contra los judíos y la noche del 9 al 10 de no-viembre, simultáneamente en toda Alemania, descargan su vandálica furia sobre alrededor de siete mil quinientos comercios pertenecientes a judíos, cuyas vi-drieras destrozan, (de ahí el nombre de "Noche de los Cristales") sobre varios cientos de sinagogas que profanan, sobre 200 judíos que, sorprendidos en las ca-lles, son asesinados, para coronar su tarea con sa-queos e incendios. La "Kristallnajt" es considerada el comienzo de la Shoá y no tuvo su origen en el atentado de Grynszpan, que fue aprovechado como pretexto.
Mientras las hordas na-zis compuesta por S.S., S.A., Gestapo, soldados y voluntarios civiles se dedican alegremente a esa tarea, miles de alemanes aplauden entusiastamente y los que no lo hacen, se abstienen de intervenir.
Durante los días si-guientes, 30.000 judíos son internados en los campos de concentración en los que finalmente casi todos en-contrarán la muerte y una semana después se promulgará el decreto que obliga a todo judío a llevar cosida en su vestimenta una Estrella de David, so pena de ser castigados.
Mientras, luego de firmarse el Pacto de Munich, Alemania se prepara para obtener por la fuerza su "lebensraum", recluta en toda Europa quintacolumnistas con el objeto de preparar el terreno y facilitar la invasión y el dominio del continente.
Aunque dentro de cada europeo anidaba el temor a la guerra, la mayoría quiso creer en las falsas promesas de Hitler y aplaudió calurosamente a Daladier y Chamberlain. El modo de vida, mientras tanto, no pareció haber cambiado.
Las arengas Hitler, Goebbels y Goering, y los ataques y presiones a los judíos eran cada vez mas violentos.
Aquellos que pudimos comprender realmente qué era lo que podía esperarse de todo aquello, sentíamos pánico. Poco a poco fuimos tomando conciencia de que la guerra sería inevitable. Algunos querían que se comenzara una guerra preventiva, pero la mayoría prefería esperar. De cualquier modo, para unos y otros, el espectro de la guerra estaba ahí.
En 1939 el agravamiento de las condiciones de vida seguía el mismo ritmo que el aumento de la escandalosa intensidad de los discursos de Hitler. Comenzó a faltar el trabajo y se abrieron muchas cocinas populares con las que se intentaba aliviar la situación de los desocupados.
El 1º de setiembre de 1939 el ejército alemán invadió Polonia.
El 3 de setiembre de 1939, Francia e Inglaterra declararon la guerra a Alemania, comenzando así la segunda Guerra Mundial.

En la Juventud Socialista

En ese tiempo yo militaba en la Juventud Socia-lista, que formaba parte del partido S.F.L.O. y del Mo-vimiento Socialista Bund de París. En su sede teníamos reuniones políticas, culturales y sociales. Los domingos por la mañana salíamos a vender "Le Populaire" órgano central del Partido Socialista francés, y también recaudábamos dinero para ayudar a la República Española. Por la tarde hacíamos actos culturales y reuniones bailables. Siempre contábamos con una nutrida concurrencia, y lo pasábamos muy bien.
Allí fue donde, en 1938, conocí a Herszl Grynszpan. Era un joven simpático e inquiete, y colaboraba asiduamente en nuestras actividades culturales. Solía hablarnos sobre Alemania y sobre su familia. Sus padres habían hecho todo lo posible para que emigrara. Allí no podía estudiar ni trabajar. Todo se había hecho muy difícil.
Al llegar a su casa se había alojado en casa de su tío Abraham, quien lo trataba bien, pero eran muy diferentes y no congeniaban. En cambio con nosotros se sentía muy bien y se había hecho de muchos amigos.
A veces íbamos juntos al cine, al teatro o simplemente a caminar y entonces era cuando me relataba dolorosas experiencias de su país, donde los judíos temían por su vida, la que, por otra parte, se les había hecho insoportable.
Salvo por la preocupación que tenía por sus padres, quienes habían quedado a merced de los nazis, él vivía contento y feliz en Paris. Participaba de la venta de "Le Populaire" y en la recaudación de fondos para la República Española.
El 5 de noviembre nuestro local estaba lleno de jóvenes. Ese día íbamos a tratar sobre la situación de los 17.000 judíos forzados a permanecer en tierra de nadie en Alemania y Po-lonia, sin alimentos ni reparo en días de lluvia, y que además habían sido despojados de su ciudadanía polaca por Joseph Beck, el muy antisemita Ministro de Exterior de Polonia.
Herszl llegó muy nervioso y, casi sin poder hablar, se acercó y dijo que necesitaba hablar conmigo. Le pedí que me esperara diez o quince minutos, porque justo en ese momento me estaban llamando para hablar en la reunión, y le prometí que luego conversaríamos tranquilamente todo el tiempo que él quisiese. Me contestó que no podía esperar y, llorando, me contó que en Zboszyn, donde estaban sus padres, llovía, que ellos estaban muy mal, ya enfermos, que no podía soportarlo, que debía hacer algo, reaccionar de algún modo.
Le insistí que me esperara algunos minutos, le dije que el público estaba esperando que yo hablara, que luego hablaríamos todo el resto de la tarde si él así lo quería. Me pareció que se tranquilizaba y estuve casi seguro que me esperaría.
Pero cuando terminó mi intervención, Herszl ya no estaba. Lo buscamos, lo esperamos, pero ya no volvimos a verlo.
Al día siguiente, en los diarios de la tarde, su fotografía ocupaba la primera plana junto con la noticia del atentado en grandes letras.

Las reacciones

Para los judíos franceses esto fue totalmente inesperado y hasta incomprensible. La reacción fue de temor por lo que pudiera ocurrir ante lo que vieron como un acto de locura.
Los quintacolumnistas difundieron su interpretación del hecho como parte de un complot y hasta el diario comunista "L'Humanité" propuso la búsqueda de quienes hubieran complotado junto a Grynszpan, haciendo pública la dirección de nuestra sede donde, según ellos, podrían hallarse los cómplices.
Hershl fue arrestado y contó para su defensa con tres prestigiosos abogados, los Doctores De Lloro Giaferi. Weil de Gonehaux y Frankel. Su declaración ante la Justicia francesa fue: "No fui motivado por el odio ni por la venganza, sino por el amor a mis padres y a mi pueblo, quienes soportaron terribles sufrimientos. Lamento profundamente haber herido a alguien, pero no tenía otro modo de expresarme. Ser judío no es un crimen. No somos criminales. El pueblo judío tiene derecho a vivir".
Con respecto a su destino ulterior hay distintas versiones. Una dice que en 1940, el gobierno francés, ya dirigido por el pronazi Petain, lo entregó a los alemanes, quienes lo ejecutaron inmediatamente. Otra, que estuvo encarcelado hasta 1942 o 1943 para ser presentado en un gran juicio en el que pretendían demostrar que los judíos habían sido los responsables del estallido de la guerra. y que fiablemente había muerto en la cárcel. Hay también quien cree que logró ser trasladado a la zona libre y sobrevivió, pero esa hipótesis es muy improbable.
Han transcurrido ya mas de sesenta años desde que Herszl Grynszpan cometió el atentado, motivado por el daño que los nazis hacían a los judíos con las deportaciones masivas como las que tuvieron que soportar sus padres, o a campos de concentración, por las matanzas colectivas, las diversas vejaciones como la prohibición de acceso a lugares públicos o la restricción de vivir en determinadas zonas.
Él quiso llamar la atención sobre las acciones de los nazis y proclamó la obligación moral del mundo civilizado de detener esas acciones y el derecho a la vida de los judíos. Fue, de ese modo el primer héroe, y el primer mártir de la Shoá.
No lo olvidemos..

© LA VOZ y la opinión

Noviembre de 2002
Página Principal
Nros. Anteriores
Imprimir Nota

DelaCole.com


www.lavozylaopinion.delacole.com

E-mail: lavozylaopinion@gmail.com

Reg.Prop. intelectual 047343
Los ejemplares del periódico se pueden conseguir en los locales de los comercios anunciantes.

Auspiciado por la Sec. de Cultura de la Ciudad de Bs. As., Registro No 3488/2003 (15-01-04)

Editor y Director: Daniel Schnitman
Socio U.T.P.B.A 14867

Adherido a Sind. Intern. Prensa libre 4339

El contenido de los artículos es de exclusiva responsabilidad de los autores. Su inclusión en esta edición no implica presumir que el editor comparta sus informaciones o juicios de valor. Los artículos publicados pueden ser reproducidos citando la fuente y el autor. La dirección no se hace responsable por el contenido de los avisos publicados.

PRODUCTORA IDEAS DEL KOP S.A.