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El korbán Pesaj
Por Rabino Daniel Oppenheimer
El Pesaj que nuestros padres comían cuando el Bet HaMikdash estaba en pie... ¿a qué se debe?

Con esta pregunta comenzamos uno de los párrafos más importantes de la Hagadá, en el cual declaramos la razón por la cual se cumplen tres de los preceptos más conocidos en la noche del Seder. (Dado que hoy, por la circunstancia de nuestro actual exilio, no tenemos la posibilidad de cumplir con las normas de las ofrendas de animales, la explicación del de Pesaj está referida en términos del pasado, a diferencia de los demás elementos del Seder (Matzá y Maror), sobre los cuales se cuestiona en forma de presente).

Las explicaciones que brinda la Hagadá a estas preguntas son las siguientes:
El Pesaj (palabra hebrea vinculada a “saltear”), se ofrecía y se comía, porque D”s “salteó” las casas de los hebreos al castigar los egipcios con la plaga de la muerte los primogénitos en la noche víspera de la salida de los judíos de Egipto.
La Matzá simboliza el apuro con el que D”s nos extrajo de Egipto cuando llego el momento de salir, a tal punto, “que no llegó a fermentar la masa de los judíos para poder ser horneada correctamente en Egipto antes de salir (posiblemente la terminaron horneando en el camino en un sitio denominado “Sucot”).
El Maror (hierbas amargas), por su lado, recuerda el dolor que provocaron los egipcios a los judíos al esclavizarlos y oprimirlos con rigor.

Estas frases traen a nuestra mente la siguiente pregunta:
Si estudiamos las fuentes, encontraremos que los judíos de Egipto comieron un sacrificio de Pesaj - acompañado de Matzá y Maror - en la noche anterior a su salida. Al momento de ofrendarlo y de comerlo (antes de medianoche), la plaga de los primogénitos había sido anunciada (por D”s - para medianoche), pero aún no había sucedido. Menos aun, había ocu ida. Al momento de ofrendarlo y de comerlo (antes de medianoche), la plaga de los primogénitos había sido anunciada (por D”s - para medianoche), pero aún no había sucedido. Menos aun, había ocurrido la salida apresurada del día siguiente en la cual los egipcios apuraban a los judíos a irse y - efectivamente - los echaron (mientras que hasta el día anterior, les habían vedado la salida del país). Si del Maror se trata, los egipcios demostraron su potestad sobre los judíos hasta último momento, precisamente al echarlos del país. ¿Porqué, entonces, comieron estas comidas simbólicas en aquel momento, si aún no había nada que festejar?

El Rav Sh. Schwab sz”l responde que esta es precisamente la idea que se trata de transmitirnos: los judíos actuaron con un sentimiento de fe impresionante. Estando todavía bajo yugo y dominio egipcio, obraron - en respuesta a la orden de D”s - como si lo que D”s recién prometió - ya hubiese acontecido. Es decir, que la palabra de D”s tomó forma de realidad y concreción a sus ojos - antes que se materialice.
Lo cual nos lleva a entender una cuestión más profunda: ¿a qué mérito se debió la salida de Egipto? La respuesta que dan los Sabios es que la fe que demostraron los judíos en circunstancias tan adversas en medio de un sometimiento tan completo, fue el elemento y la causal principal de su liberación. A esta idea le podemos sumar el hecho que los judíos cumplieron con la orden de comer la ofrenda asada. Considerando que los egipcios veneraban a los animales, el merito de los judíos fue doblemente grande pues se expusieron al enojo de los egipcios que podían no tolerar un escenario en que los judíos sacrificaran y comieran sus corderos. Al asarlo, no se podía disimular lo que estaba sucediendo. Todo Egipto se enteraría de lo que acontecía, dado que no es muy fácil esconder el aroma de la carne que se está asando y evitar así que los vecinos se enteren...
Ya previamente, Moshé había advertido que esto no podría suceder en Egipto, pues “!¿acaso ofrendamos los dioses de Egipto a sus ojos, y no nos apedrearán?!” (Shmot 8:22)

La Hagadá había mencionado previamente el versículo de Iejezkel que hace alusión a la situación deplorable de los judíos en Egipto, con una metáfora en la que señala que la nación “estaba desnuda (carente) y descalza” - aun no tenían Mitzvot, y revolcándose en su sangre. D”s pasó a su lado y le dijo: “por tu sangre vivirás, por tu sangre vivirás”, es decir que le dio a la incipiente nación, dos Mitzvot mediante las cuales merecería ser redimida: la sangre de Brit Milá (todos los varones debieron circuncidarse previa la salida de Egipto), y la sangre de la ofrenda del Pesaj. Vemos nuevamente, cómo el involucramiento de aquel momento en la preparación del Pesaj, fue el ingrediente principal para hacer efectiva la redención prometida.

La Torá nos cuenta que en aquella noche crítica, los judíos debieron manchar con sangre de la ofrenda el lado interno de las jambas y el dintel de las puertas de entrada de sus casas. En realidad, solo D”s - y no los egipcios - vería esa sangre, pero era menester que los propios habitantes de las casas estuviesen convencidos que ese era el camino espiritual que estaban eligiendo seguir.
El R.Sh.R. Hirsch sz”l ofrece una explicación al simbolismo que tiene el hecho de manchar las jambas y el dintel (esto solo ocurrió en Egipto mismo y no en las generaciones siguientes): Las Mezuzot (jambas) - relacionado (en hebreo) con la raíz “zuz” - de moverse, o sea el intercambio social con las demás personas, y el Mashkof (dintel) - relacionado (en hebreo) con la raíz “shakaf” - de observar desde arriba, tienen - ambos - un significado importante en ese contexto: los judíos, encerrados en sus casas en aquella noche crítica de la plaga de los primogénitos, no confiarían su seguridad contra la intrusión de elementos humanos en la fuerza que ofrecen las paredes de piedra, ni se sentirían protegidos contra las inclemencias naturales por el techo físico. Su única mira en búsqueda de protección real, estaba puesta en el Todopoderoso Quien les ordenó manchar las jambas y el dintel de sus puertas (y Quien vería esas manchas desde afuera)

R.Sh.R. Hirsch sz”l relaciona, asimismo, los tres elementos básicos de nuestra redención con la vida que habíamos llevado en Egipto y las lecciones que D”s impartió a los egipcios mediante los castigos, que quedarían asentados para que nosotros, los judíos, no incurramos en aquellos mismos errores. A tal fin, debemos recordar el modo en que D”s le transmitió la profecía a Avraham con tres expresiones muy especificas: “saber sabrás, que extranjera será tu descendencia en tierra ajena, y los esclavizarán y los oprimirán...” (Bereshit 15:13)
El Maror, obviamente, se asemeja a la amargura de la opresión.
La Matzá, por su lado, recuerda cómo los egipcios dominaron a los judíos con su esclavitud hasta el último momento en que no los dejaron permanecer en su país. Si así fue después de las plagas, cuánto más fue su dominación durante todos los años anteriores. Por lo tanto hablamos en el comienzo de la Hagadá acerca del “pan de la pobreza que comieron nuestros padres en la tierra de Egipto”.
El Pesaj se debía asar suspendiendo el cordero sobre las brasas (Talmud Pesajim 41.) y no colocado sobre una parrilla. Esto nos muestra gráficamente una situación en la cual falta un espacio cierto de asentamiento, exactamente como un extranjero no siente la seguridad de su casa en su lugar de estadía temporaria. Cuando, muchos años más tarde, los judíos querían expresar al profeta Iejezkel (cap. 11:3) que su vida en Ierushalaim era más que segura (y no saldrían al exilio), le dijeron que “ella (Ierushalaim) es la olla y nosotros somos como la carne”. Esta declaración de firmeza en su lugar, es la contrapartida de lo que se expresa en el Korbán Pesaj con su inestabilidad durante el momento de cocción. (R.Sh.R. Hirsch sz”l)

Volviendo a la fe que demostraron los judíos, podemos agregar otro elemento de pensamiento importante:
Iosef, virrey de Egipto, antes de morir, había vaticinado a sus hermanos que a pesar que serían subyugados por los egipcios mucho tiempo, serían eventualmente redimidos por D”s. Había que esperar al heraldo redentor. Sin embargo, ¿Cómo sabrían quién era el heraldo genuino? Antes, como hoy, hubo tantos impostores que se hicieron pasar por “salvadores”. ¿Cómo podrían distinguir al mensajero auténtico? Iosef (Bereshit 50:25) les dio una pista: El mensajero verdadero de D”s diría las palabras “pakod ifkod” (recordar, recordará). Los judíos mantuvieron esta contraseña, y cuando Moshé (Shmot 3:16) vino y les dijo “pakod pakadti” (las mismas palabras, conjugadas), el pueblo lo acepto (Shmot 5:31). La pregunta obvia es que si todos conocían la contraseña, cualquier mentiroso podría presentarse y decirla. ¿Cómo sabían que Moshé era genuino?
La respuesta radica en que no estamos en medio de un juego de palabras de memorizar dos vocablos claves. Lo que se trata aquí es un mensaje clave: la redención no sería una mera salida geográfica de Egipto, o una liberación de Egipto para ser iguales en sus derechos cívicos a los egipcios. Justo por lo contrario, la propuesta que esperaban era la de liberarse a fin de superar el nivel corrupto en cuyo medio vivían.
Nunca faltaron los “redentores” que apelaron a las masas oprimidas (casi siempre, para promover sus propios intereses) anunciando una revolución y liberación de los amos. Sus promesas auguraban una liberación física de los patrones, pero no un cambio en los objetivos de vida. Los judíos, en cambio, percibieron que el mensaje de Moshé era autentico: les prometió la vida espiritual que ellos anhelaban y por la cual estuvieron dispuestos a abandonar sus pocas pertenencias materiales y seguirlo al desierto.

El versículo en Irmiahu (Jeremías) 2:2 lo expresa de manera figurativa y no menos elocuente: “recuerdo la bondad de tu juventud, el amor de las nupcias, el que hayas caminado tras de Mi (de D”s) en el desierto en una tierra sin cultivar...”

El pueblo de Israel conoce a esta fiesta coloquialmente el Jag HaPesaj, reconociendo a D”s el hecho que salvó a nuestros antepasados durante la plaga. D”s, en cambio, habla en la Torá del Jag HaMatzot, haciendo alusión a la fe que demostraron los judíos al seguir confiados a Moshé al desierto sin preparar provisiones.


Mayo 2011 - Iyar / Sivan 5771
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