LA VOZ y la opinión


Periodismos Judeo Argentino Independinte
Reflexión
De la Shoá a la vida

Por Prof. Esther R. Jarmatz
El pueblo judío, en su larga historia ha vivido momentos de esplendor y grandeza y momentos de sufrimiento y martirio. Ya desde los mismos albores, sufriendo esclavitud y ho-rror, en aquellos lejanos días de Egipto. Basta escuchar la narración de la Hagadá de Pesaj -basada en el libro de Exodo- pasando por persecuciones, tortura, inquisición, pogroms.
Desde antiguos tiempos se erguían las ideas sustentadas por patriarcas y profetas; el pensamiento central de monoteísmo que el judaísmo aportó a la civilización humana de bases mínimas de convivencia entre hombres, plasma das en los Diez Mandamientos; ideas de un destino y una ética que deben regir sus conductas. Así los hitos históricos que le tocó vivir al pueblo judío. Podemos comparar la destrucción del Primer Templo de Jerusalem acontecido en 586 a.C. con la del 2°, a manos de los romanos en el año ´70 de la E.C. Marcado ese aciago día, que significó la pérdida de soberanía -con dolor- recuerda el calendario hebreo, cada una de las estaciones históricas que llevaron al derrumbe, con días de ayunos y lamentaciones, que van desde que comenzó el sitio a Jerusa-lem, hasta que cayeron sus murallas de defensa. El 9 de Av, quedó por eso en la memoria colectiva como el día más triste de nuestra historia. Cuando ocurría una desgracia grave familiar o colectiva, se decía "allí parece Tishá be Av" y uno podía inferir la magnitud del desastre.
La Shoá, el Holocausto, se yergue como la peor de las tragedias vividas por el pueblo judío. No en tiempos remotos ni en la edad media oscurantista, en ple-no siglo XX aconteció. En la Alemania nazi, que preveía para los judíos una "solución final", poniendo al servicio del exterminio, modernas ciencias y tecnologías. Por el sólo echo de ser judío se entraba en la categoría de víctima.
Polonia fue elegida co-mo el lugar apropiado para levantar campos de concentración y exterminio. Allí se concentraba una gran co-munidad judía, con más de mil años de historia, que desarrollaba su vida en ciudades shtetlej -aldeas- conformando un bastión de judaísmo, de donde surgirían en el siglo XIX las grandes figuras de la literatura idish, grandes escuelas talmúdicas, casas de estudio, los albores del "idishteater", diarios artesanos y comerciantes instituciones. Una calle judía, una juventud judía, que recibía también la influencia del mundo circundante, de lo que se gestaba, de las ideologías de socialismo, sionismo, iluminismo. La comunidad judía en Polonia contaba con casi 3 millones de miembros antes de la Se-gunda Guerra mundial.
En todos los países de la ocupación alemana, los judíos fueron despojados de todos los derechos, como ciudadanos y como humanos. Su destino era la persecución y la muerte, su puerto final. Un millón y medio de niños fueron masacrados, sólo por ser judíos. Las puertas del mundo se cerraban. Nadie quería recibir a estos desterrados.
Los testimonios de muchos, llevados al cine, como "El viaje de los condenados", desnudaban aún más la tragedia del judío errante. El mundo callaba mientras todo un pueblo era aniquilado. Pocos fueron los gentiles que no perdieron su rostro humano, ayudando a salvar niños judíos, dando refugio en altillos, establos, en escondites, a judíos - a sus vecinos- poniendo en peligro su propia vida. Ellos son los justos de entre las naciones; reconocidos por sus méritos, son recibidos en Israel, con todos los honores.
"La lista de Schindler", desplegó una historia que nos reconcilia con lo humano. Las rebeliones del gheto de Varsovia, nos muestra la lucha por la dignidad humana, que nuestro pueblo reveló y mostró al mundo. En las peores condiciones, en todos los ghetos, en los campos de muerte, los judíos dieron muestras de solidaridad, de rebelión, de conservar los valores de amor al prójimo, de entrega, en los momentos más duros de prueba y sufrimiento.
Seguir adelante en el gheto, con las escuelas, con grupos de teatro, con plegarias y vida organizada, luchando por sobrevivir. Todas estas fueron maneras de rebelión, leyendo con los chicos -los cuentos de Scholem Aleijem- como cuenta el poeta Abraham Sutzkever en su poema "Di lerern mire".
No pudo la maquinaria del exterminio nazi aniquilar "el Netzaj Israel", el mensaje de un pueblo eterno. A nosotros nos toca asumir el compromiso de lu-char por la memoria y la transmisión de estos hechos, contra los negadores del holocausto, contra los pseudo historiadores que quieren borrar todo recuerdo de nuestra tragedia.
Los museos de la Shoá, en el mundo, ayudan a esclarecer; los libros y películas como "El pianista", "La vida es bella", contribuyen a mantener viva nuestra memoria y la del mundo.
El nazismo fracasó en su propósito de aniquilación en la misma década de la Shoá. El pueblo judío volvió a tener su tierra ancestral que no nos fue entregada en "bandeja de plata" con la legitimidad del conjunto de las naciones que de esta manera trató en algo de atenuar su culpa ante la tragedia vivida por el pueblo judío.
El judío no es más el errante indefenso, el Estado de Israel, que en estos días cumplió 55 años de existencia, es nuestro reaseguro, nuestro orgullo. La sangre judía nunca más será derramada impunemente. Estemos alerta por los trasnochados neonazis, que con su odio siguen tratando de contaminar al mundo, disfrazando la vieja judeofobia en antisionismo y antisraelismo.
Nosotros seguiremos recordando, reforzando nuestro vínculo con Israel, impulsando proyectos como "Marcha por la vida" y estimulando a jóvenes para que recorran el camino del martirio y puedan dar después su testimonios. Educando a nuevas generaciones y forjando así nuestra continuidad, con nuestras tradiciones y enseñanzas de las eternas fuentes del judaísmo, tan antiguo y tan moderno..
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Junio de 2003
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