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INJUSTICIA PERSEGUIRÁS
A 11 AÑOS DEL ATENTADO A LA AMIA

Por Fernando Paolella y Christian Sanz
Luego del lejano fallo absolutorio de los 22 acusados de integrar la espuria conexión local, que según Galeano y su ballet conspiró la perpetrar la masacre de la calle Pasteur, quedan bastantes cosas para dilucidar por detrás de cualquier análisis.
Si bien el TOF 3 anuló todas las pruebas presentadas por estos, tangencialmente Canicoba Corral sigue investigando la conexión internacional por la que se pidió en su momento la captura de 10 diplomáticos iraníes; muy a pedir de boca de Washington y Tel Aviv. Y para ponerle moño al paquetito, se afirma que la voladura de la mutual judía fue perpetrada por Hezbollah (Partido de Dios) con apoyo financiero iraní
Esto se desprende claramente del comunicado de prensa del mencionado TOF3, que puntualiza que “se tuvo por acreditado que el 18 de julio de 1994 un vehículo Renault Trafic detonó una carga explosiva en la puerta del edificio de la calle Pasteur 633 de esta ciudad, donde tenían sus sede, además de otras instituciones judías, la Asociación Mutual Israelita Argentina y la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas. Pudo establecerse que el material explosivo utilizado, que se acondicionó en el interior del mencionado rodado, estaba compuesto por nitrato de amonio con el agregado de aluminio, un hidrocarburo pesado, TNT y nitroglicerina, en una cantidad aproximada de 300 a 400 kilogramos”.
Que semejante acto de fe en una verdad revelada trucha, no haya sido mencionado en el veredicto sino mediante un comunicado, es altamente sugestivo. Pues al aceptar implícitamente la existencia –totalmente improbada- de la Trafic bomba, se avala tajantemente el cuento persa de la semiplena prueba del régimen teocrático de Teherán. Sobre todo, recordando que este artilugio jurídico no fue obra del juez Juan José Galeano, sino del propio Carlos Menem poniéndose el sayo de jurista.
Adherir plenamente a la tesis del ataque conformado por un coche bomba, con un posible conductor suicida musulmán, es parte integrante de la hipótesis falaz del ingreso de Argentina a la guerra santa contra el fundamentalismo. Los tecnócratas del menemismo pretendieron hacer creer que el peor atentado de la historia nacional, fue un mero producto del giro en la política exterior. De este modo, los verdaderos culpables se presentaban como víctimas de una injusta agresión externa ante una pasmada sociedad que no salía de su estupor. Luego de un instante de vacilación, la corporación mediática nacional entraría en esta lógica y se desviaría la atención acerca de las oscuras alianzas de Menem. Porque ahora, no cabe ninguna duda que su traición a la tierra de sus ancestros –Siria- fue la que provocó la masacre, no sólo contra la sede de la AMIA, sino contra la Embajada de Israel dos años antes.


Siria, drogas y acuerdos non sanctos


Recordemos que Menem viajó a Siria en 1988 para entrevistarse con el dictador Hafezz Al Assad en el marco de la interna justicialista para las elecciones presidenciales de nuestro país y a efectos de solicitar fondos frescos para su campaña.
Nadie apostaba en esos días a que Menem pudiera ganar las elecciones internas y eso provocaba que este último no pudiera conseguir financistas que apoyaran su candidatura.
Al Assad, presidente de un país que sobrevive gracias al tráfico de drogas producidas en el sur del Líbano, pidió a Menem dos favores: que lavara parte del gran caudal de dinero que producía por la venta de estupefacientes y que le consiguiera tecnología nuclear.
Menem, en ese momento obnubilado por los millones de dólares que estaba recibiendo por parte de Siria, dijo a todo que sí, sin darse cuenta de que estaba sellando un pacto con una de las peores mafias del mundo. Estaba tan feliz que incluso prometió visitar Siria ni bien asumiera como presidente, como primer destino oficial.
Cuando Menem se hizo cargo finalmente del Gobierno en el año 1989, el narcoterrorista Monzer Al Kassar selló con su presencia el pacto que el riojano había acordado con Siria, al tiempo que aplaudía al lado de funcionarios y legisladores de la Nación en el marco del pase de mando presidencial.
Con el poder en sus manos, Menem comenzó a abrir las fronteras a una sospechosa y cuantiosa inmigración siria y colocó a Ibrahim Al Ibrahim -un coronel de Inteligencia de esa nacionalidad íntimamente relacionado con Al Assad- en un alto puesto de la Aduana para permitir el ingreso de valijas con narcodólares tal cual había pedido Siria.
Pero no todo sería color de rosa. Los primeros meses de Gobierno menemista traerían de su mano las decepciones más inesperadas. Por presiones políticas varias, el reactor nuclear prometido a Siria nunca llegaría a destino y las valijas repletas de dólares esperando ser blanqueados serían descubiertas por investigadores españoles. Al mismo tiempo, Menem viajaba a Israel como presidente -enemigo declarado de Siria-, a pesar de lo que había asegurado a Al Assad.
Ante lo sucedido y a pesar de sus elocuentes promesas, Menem sólo atinó a soltar la mano de los sirios para proteger su propia imagen. Al Assad, quien finalmente tuvo que comprar pésima tecnología nuclear a China, estaba furioso. Al Ibrahim había sido procesado y Al Kassar escapaba de Argentina debido al comienzo de un largo proceso por radicación irregular en nuestro país.
Era el comienzo de una venganza personal.


Venganza perseguirás...


El 17 de marzo de 1992 estallaba la Embajada de Israel, mientras el entonces ministro del Interior, José Luis Manzano, recibía un documento de la SIDE que aseguraba que Al Kassar estaba en Buenos Aires y que podría estar relacionado con el atentado.
Manzano sólo atinó a cajonear la carpeta y asegurar –falazmente- que la explosión había sido producto de un coche bomba: una Ford F-100 cargada con Exógeno C-4. Lo único real era el explosivo, la camioneta no existía.
Menem, por su parte, denunció algo insólito: “este atentado me lo hicieron a mí”. Nunca explicó estas palabras y sólo dedicó su esfuerzo a tapar todos los indicios que conducían a los sirios en la investigación.
El tiempo borraría las huellas y la memoria.

La no investigación del atentado a la embajada de Israel envalentonó a los sirios, quienes empezaron a pergeñar un segundo mensaje que culminó el 18 de julio de 1994 cuando explotó la sede de la AMIA.
Otra vez las primeras pistas conducían a Siria y Menem fue más lejos que antes: ordenó que no se investigara a ningún ciudadano sirio y nuevamente habló crípticamente: “Les pido perdón”, aseguró ante el asombro de la gente. Nadie le preguntó por qué había hecho semejante comentario.
Los primeros sospechosos eran sirios y algunos de ellos demostraban tener estrecha confianza con Al Kassar. Pero no debía acusarse a Siria.
El mismo día del atentado a la AMIA, agentes de la CIA y el Mossad –servicios de Inteligencia norteamericano e israelí, respectivamente- dieron letra al Gobierno de Menem para que se inventara la historia de la Traffic-bomba y se acusara a Irán por lo sucedido. Siria era intocable: tenía negocios ocultos con Estados Unidos y traficaba armas con Israel. Irán, en cambio, era el enemigo natural de todos ellos y el mejor chivo expiatorio.
Mientras tanto, la conducción de AMIA y DAIA recibía millonarias sumas de dinero a cambio de no denunciar la desinvestigación del atentado. Todo estaba perfectamente armado.
Finalmente, en el marco de la guerra entre Menem y Duhalde –pelea de poder y drogas- fueron imputados varios policías de la provincia de Buenos Aires como parte de la conexión local del magnicidio. Los mismos policías que hace horas salieron en libertad por falta de pruebas en su contra.


Concluyendo


Aún cuando parece que el manto de encubrimiento va cayendo de a poco frente al elocuente peso de la evidencia, todavía resta dilucidar el tema de la Traffic-bomba que sospechosamente el tribunal ha dejado en pie y que está demostrado que nunca existió.
Recordemos que la única testigo de haber visto la dichosa camioneta, Nicolasa Romero, se desdijo ante el Tribunal Federal Oral Nº 3 y confesó que la Policía Federal -para la que trabajaba- le había dado letra para hablar de la Traffic.
Quienes escriben estas líneas han aportado suficiente evidencia a la justicia como para que la verdad salga a flote. Sospechamos de los motivos por los cuales el Tribunal no dio importancia a estas pruebas y esperamos que en el mediano plazo la realidad se imponga a pesar de los intereses ocultos.
Nosotros, por lo menos, haremos lo necesario para que eso suceda. Es una promesa...
Fernando Paolella y Christian Sanz

Julio de 2005
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