LA VOZ y la opinión


Periodismos Judeo Argentino Independinte
Cien Años De Antisemitismo En La Argentina (Capítulo Dieciocho)
1938: la revista católica "Criterio" propone "cortar de inmediato el ingreso al país de inmigrantes hebreos"

Por Herman Schiller
pds@cvtci.com.ar
En Alemania los nazis desencadenaron la "Kristallnacht", que fue el inicio de las matanzas de judíos. En Argentina, la Iglesia y las fuerzas represivas, con la complicidad de la justicia, estaban convencidos que había que "desjudaizar al país" para impedir el avance del "comunismo apátrida".

1938 fue, en todas las latitudes, un año de vertiginosa ofensiva del nazismo con la complicidad de Occidente.
El 13 de marzo de ese año, la Alemania de Hitler anexaba Austria sin que ningún Estado protestara. Y, seis meses después, a fines de septiembre, las potencias occidentales europeas, en la reunión claudicante de Mu-nich y en plena etapa de apaciguamiento suicida, le regalaban a Hitler la región checoslovaca de los Sudetes.
Había euforia en Berlín. Los judíos extranjeros eran deportados en masa y los nacidos en Alemania sufrían cada vez más persecuciones.
Los diarios alemanes, como "Der Angrif" (El Ataque), hablaban de la "derrota del judaísmo internacional".
Era el avance del hitlerismo y nadie hacía nada. Hoy lo llamaríamos impunidad.
En Francia vivía refugiado un joven judío polaco llamado Herszel Grinsz-pan. Tenía 17 años. Sus familiares habían sido expulsados de Alemania a Polonia. Su padre le escribió a París el 31 de octubre de 1938 desde el campamento de refugiados de Sbonszyn, en la frontera polaco-alemana. Allí, en esa carta, hacía una impresionante descripción de las condiciones miserables en las que vivía con otros judíos como él: "Solamente tenemos lo que llevamos puesto. No conocemos otra cosa que la humillación".
En ese clima, Herszel Grinszpan, angustiado por la creciente hostilidad antijudia, decidió hacer algo para despertar la atención del mundo. Y en la mañana del 7 de noviembre logró dispararle a uno de los diplomáticos, Von Rath, de la embajada alemana.
Lo que sucedió después es muy conocido y entró en la historia bajo la simplificada denominación de "Kristallnacht" (La noche de los cristales).
Los alemanes, que ya tenían minuciosamente preparado el pogrom de antemano, tomaron este acto justiciero del joven Grinszpan como pretexto para desencadenar sus matanzas. En una sola noche las tropas de asalto "SS" mataron unos doscientos judíos y más de 30.000 fueron enviados a la cárcel o a los campos de concentración que los alemanes habían puesto en funcionamiento prácticamente desde principios de la era nazi: Dachau, Buchenwald y Sachsenhausen. También fueron destruidos 191 templos.
Decía que éste es un episodio, dentro del conjunto de aquella tragedia, por demás conocido. Y dentro de poco se cumplirán 65 años. Pero lo que no es conocido es lo que pasó en ese lapso de 48 horas que medió entre la ejecución del nazi hasta el estallido del pogrom.
Charles Papiernik, que reside actualmente en Bue-nos Aires, que es sobreviviente de Auschwitz y cuyo libro autobiográfico fuera presentado en 1997 en la AMIA, fue amigo de Herszel Grinszpan, en París en 1938. Ambos militaban en el Partido Socialista. Y Papiernik, durante la entrevista radial que le efectuara en 1998 en "Memoria y realidad" por la onda de FM Jai (poco antes de que el recordado programa, por presión de Corach y Avirán, fuera levantado por el ubicuo y corrupto propietario de la emisora), calificó a Grinszpan como "un hé-roe que peleó por todos nosotros y que hizo lo que tuvo que hacer en una circunstancia en la que no había demasiadas opciones".
Pero hace 65 años se pensaba distinto. En todos los diarios, archivos y he-merotecas que he consultado en estos días, encontré que la inmensa mayoría de las voces que se levantaron entonces desde el liderazgo judío fue para repudiar a Grinszpan o para calificarlo de "irresponsable".
También la izquierda hizo otro tanto; y el diario "L´Humanite", órgano del PC francés, adujo que Grinszpan era un "provocador judío" pagado por los alemanes.
En Buenos Aires, algunos periódicos judíos, en clara alusión a la acción reivindicadora del joven polaco, señalaron que había que expulsar a los "indeseables" del judaísmo.
Pero el clímax mayor lo alcanzó el presidente del Consejo Judío de Londres, David Goldblat, quien, en medio de las matanzas, sugirió que una delegación de "judíos prominentes", como Hore Belisha, Lord Samuel y el barón Rothschild, viajara a Berlín "para interceder ante Hitler a favor de los hebreos". La indignante iniciativa, por suerte, no se concretó, pero no deja de producir estremecimiento sólo pensar que alguien con ese nivel de liderazgo pudiera haber formulado semejante propuesta.
A esta altura de mi nota se podrá suponer que estoy haciendo la apología indiscriminada de la violencia. Si bien justifico la violencia en situación límite, especialmente cuando se hace imprescindible la defensa propia ante el cierre de toda otra alternativa, éste no es el tema de mi propuesta de hoy, sino el de la responsabilidad e irresponsabilidad.
Si nos detuviéramos a analizar en qué andaban los que entonces calificaban a Grinszpan de "irresponsable" (eso incluye a buena parte del liderazgo judío, a algunos sectores de la izquierda y a la totalidad de la jerarquía católica), se podrá deducir no con demasiado esfuerzo quiénes eran en realidad los verdaderos "irresponsables".
Todo esto pasó hace 65 años. La prensa conservadora de París, en vez de arremeter contra los nazis, se ensañó con sus víctimas. Y pidió medidas de vigilancia hacia los judíos mientras aumentaba el antisemitismo en toda Francia.
En Brasil, Getulio Vargas celebraba el primer aniversario del "Estado novo", erigido sobre el modelo fascista.
En España Franco, con ayuda de Hitler y Mussolini, se mostraba eufórico por el segundo aniversario del asedio a Madrid, mientras los republicanos, en condiciones dramáticamente desiguales, resistían al grito de "no pasarán".
En Roma, el Duce recibía, en reunión secreta, al embajador argentino, doctor Manuel M. Malbrán, quien, en posteriores declaraciones a la prensa, exaltaría "las profundas coincidencias que existen hoy en día entre Argentina e Italia, unidos por ideales comunes".
En Salzburgo (Austria), el jefe nazi, doctor Rainer, declaraba solemnemente que esa ciudad había quedado "juden-rein", limpia de judíos. Eran los días en que un nombre ilustre como Sigmund Freud, ya octogenario y después de toda una vida de residencia en Viena donde había producido sus revolucionarias contribuciones a la ciencia psicoanalítica, debía abandonar su tierra natal de la noche a la mañana.
(Dicho sea de paso: el semanario "Mundo Israe-lita" de Buenos Aires, dirigido entonces por León Kibrick, ante el cuadro repugnante de los judíos burgueses de Argentina que seguían comerciando con Austria, señaló en ese momento con su pluma punzante: "¿No se dan cuenta los judíos de aquí que los austriacos ya no son hoy sino nazis?¿Que fortifican y apuntalan el edificio nazi al seguir su tráfico con Austria, so pretexto de que el ´boycott´ era sólo para Alema-nia?¿Que se ponen en ridículo -ridículo trágico- a sí mismo al dar tales respuestas?".
El diario "La Prensa" de los Gainza Paz (15 de noviembre de 1938, página 9), insinuaba en un título que Alemania se había obligado a desencadenar las persecuciones antijudías "por la gran escasez de fondos del Reich".
En Berlín, ante la desesperación de los judíos que anhelaban huir como fuera, el consulado argentino -el consulado de nuestro país que algún humorista calificó de hospitalario- colocó el siguiente cartel en la puerta de calle:
"Solamente los granjeros con varios años de experiencia tendrán alguna posibilidad de obtener la visación de sus pasaportes".
Y en Buenos Aires, ante una virulenta manifestación por la Avenida Santa Fe de nazis vernáculos que gritaban "Mueran los judíos, viva Cristo Rey", la DAIA (con la firma de su presidente Nicolás Rapoport y de su secretario Moisés Toff) le envió urgentes telegramas -con solicitudes de protección- al ministro del interior Diógenes Taboada, al jefe de policía general Andrés Sabalain y al propio presidente de la República Roberto M. Ortiz.
Ninguno de los tres se dio por aludido. Y la comunidad judía sólo recibió una muy escueta comunicación del secretario del presidente, Luis A. Barberis: "Por en-cargo del Excelentísimo Sr. Presidente hágole sa-ber que su telegrama ha sido pasado a sus efectos al Ministerio del Interior".
El ascético mensaje de circunstancias suscripto por el colaborador de Ortiz revelaba claramente que nunca se iba a hacer nada para parar la marea nazi en la Argentina, sobre todo los atropellos perpetrados por aquellos grupos que, como la llamada "Alianza de la Juventud Argentina" (fun-dada por Juan Queraltó en 1937 y luego devenida en la "Alianza Liberta-dora Nacionalista", que contó con muy fuertes respaldos en la Iglesia, las fuerzas armadas, la policía y la justicia), hacían gala de una furiosa impunidad no sólo en el plano de la propaganda, sino también -y casi diría, fundamentalmente- en la "acción di-recta".
En el resto del mundo, en aquel ´38 sangriento, el antisemitismo, el prejuicio o la abierta hostilidad hacia los judíos, no eran muy diferentes.
La cuota que regia en los Estados Unidos para los judíos perseguidos era de 27.000 por año. Y, como ya esa cifra había sido colmada muy rápidamente, el gobierno norteamericano de Franklin Delano Roosevelt (a quien, paradojalmente, los nazis de todo el mundo solían calificar como un "agente judío y comunista") prohibió la entrada de judíos que huían de Alemania. En buena parte del planeta ocurrió otro tanto. Y hasta Francia cerró sus fronteras a los judíos por temor a que apareciera "otro Grinszpan".
Mientras tanto en Wa-shington, la policía reprimió violentamente un intento de las organizaciones sindicales de hacer un acto de repudio frente a la embajada alemana, ya que la derecha norteamericana -que se etiquetaba a sí misma como "neutralista" para esconder su filonazismo- todavía ejercía gran influencia para impedir cualquier inclinación de los Estados Unidos hacia la trinchera antifascista.
(Esa misma derecha recién se vería obligada a guardar silencio a partir del 7 de diciembre de 1941 con el bombardeo de Japón, aliado de Hitler, a Pearl Harbor. Esa misma derecha, que tuvo que aguantar con los puños crispados la alianza con la Unión So-viética, recién recuperaría espacio -agresivamente- después de la guerra a través de la campaña que encabezó el senador Joseph Mc Carthy, cuya persecución a cualquier persona progresista sospechosa de "comunista" entró a la historia con el nombre de "maccarthismo". Persecu-ción que, sobre todo en el ámbito de la cultura y en casos muy sonados como el de los esposos Rosemberg, no ocultó sus fuertes connotaciones antisemitas).
También en Buenos Ai-res (donde el régimen no ocultaba en 1938 su preocupación por el auge de las movilizaciones multitudinarias de las organizaciones de izquierda y la proliferación de huelgas activas como las que produjo por decenas el gremio de los trabajadores de la construcción) se prohibieron las manifestaciones en la calle, pero no en lugares cerrados.
La Liga Argentina por los Derechos del Hombre, que en el año anterior había sido fundada por Lisandro de la Torre (y que hasta el día de hoy sigue siendo un baluarte en la lucha por los derechos humanos), realizó el 28 de noviembre un acto masivo en el Luna Park para repudiar los pogroms en Alemania.
Hubo 30 mil personas: 15 mil adentro y 15 mil afuera. Judíos y no judíos. Obreros, estudiantes y clase media.
Hablaron, entre otros, el propio De la Torre, Nicolás Repetto, un representante de la CGT y Emilio Troise, un infatigable militante comunista que tuvo que enfrentar a propios y extraños para crear el Comité contra el Racismo y el Antisemitismo de la Ar-gentina, organismo multisectorial, con fuerte presencia de la izquierda, que enfrentó con mucha decisión el avance fascista en la Argentina de aquellos años.
La gigantesca asamblea, por aclamación, resolvió condenar las leyes y medidas discriminatorias legales, exigiendo al mismo tiempo del gobierno de Ortiz la abolición de las restricciones a la inmigración (que esencialmente se aplicaba a los judíos) y la liberalización del derecho de asilo.
También hubo actos en la Casa del Pueblo organizado por el Partido So-cialista (oradores, Mario Bra-vo, Enrique Dickman y Alicia Moreau de Justo); en el salón Príncipe Jorge de Sarmiento 1230 (donde hablaron el dirigente de los obreros de la construcción Rubens Iscaro y el diputado radical de origen árabe Emir Mercader) y en el cine Etoile, que estaba ubicado en Corrientes 2795 casi esquina Pueyrredón, convocado por el Partido Socialista Obrero (que estaba más a la izquierda del Partido Socialista tradicional) y donde habló, entre otros, en nombre de la FUA, Julio Notta, que después se hizo muy conocido por sus trabajos sobre la entrega de la economía argentina a la voracidad de los monopolios.
La DAIA, que se había limitado a realizar un pe-queño acto en el templo de la Congregación Israelita Argentina de la calle Libertad al 700, emitió después un enérgico comunicado. ¿Para qué? Para señalar celosamente que era la única institución representativa con derecho a hablar en nombre del judaísmo argentino.

NO AL INGRESO DE JUDÍOS

Luego de la anexión de Austria por parte de los hitleristas, los nazis locales -austriacos y alemanes- organizaron un gran festejo en el Club Alemán al que asistieron unas 3500 personas.
El "Landesgruppe", la organización nazi encargada de estrechar los vínculos entre el Tercer Reich y los alemanes de ultramar, in-tentó en marzo sumar a los germanos de Argentina al plebiscito organizado por Hitler para avalar el "anschluss" (anexión) de Austria a Alemania, pero fracasaron ante la decidida acción de los sectores antifascistas.
En cambio tuvieron éxito el 10 de abril al realizar un gigantesco acto en el Luna Park de adhesión al nazismo, donde concurrieron más de 20000 personas con gran despliegue de banderas con la cruz svástica y una abundante vocinglería contra los judíos, los comunistas y la francmasonería.
A ese acto asistió nada menos que el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Manuel A. Fresco, acompañado por su ministro de Gobierno, Roberto J. Noble, el mismo personaje que siete años después, en 1945, fundaría el diario "Clarín".
Ambos -Fresco y No-ble- no ocultaban sus simpatías por las potencias del Eje (en alguna nota anterior recordamos el panegírico que Noble publicó sobre el Duce); y ambos, el año anterior, en 1937, habían producido la clausura de las escuelas obreras judías que existían en algunos lugares de la campaña bonaerense, apoyando además a los grupos de choque fascistas que realizaban tropelías en los barrios de la Capital densamente poblados por judíos.
Manuel A. Fresco, un conservador heterodoxo que tenia veleidades populistas, logró manipular bajo su égida a algunos de los sindicalistas más venales. El 8 de julio de 1936 logró no pasar indiferente ante los lectores de "La Nación", cuando el diario de la oligarquía vacuna reprodujo uno de sus discursos apologéticos del nazismo y el fascismo y en contra del voto secreto y obligatorio. Fue una suerte de ideólogo del voto cantado ("el verdadero macho, cuando se acerca a la urna comicial, no tiene que tener miedo a que se conozcan sus simpatías políticas", solía ar-gumentar). Y hasta el ultimo día de su vida, cuando la Segunda Guerra Mundial hacía más de quince años que había quedado atrás, solía mostrar orgullosamente sobre su escritorio las fotos autografiadas de Hitler y Mussolini. Fresco cesó en su cargo cuando el presidente Ortiz, el 7 de marzo del ´40, en uno de sus últimos actos de gobierno, intervino la provincia de Buenos Aires no por su antisemitismo y pronazismo sino porque el fraude y la corrupción ya eran cotidianos, sin disimulos y a la luz del día.
Inmediatamente se dedicó a luchar "contra el capitalismo judío, ateo y comunista" y el 1º de mayo de 1942 presidió un acto organizado por los nazis de la Alianza y el general Juan Bautista Molina. Y, poco después, en junio de 1943, en coincidencia con el golpe, Fresco publicó el libro "Conversando con el pueblo, hacia un nuevo Estado", donde habla peyorativamente de los judíos Marx, Freud y Blum (este ultimo, ex primer ministro de Francia) y en la página 151 se refiere a "los Pro-tocolos de los Sabios de Sión, verdadero evangelio del liberalismo plutocrático, ateo y judío".
Pero volvamos a los nazis alemanes que, por muchos años, se pasearon impunemente por buena parte de los intersticios de nuestro país.
El 27 de abril de 1938, diecisiete días después de aquel exitoso acto del Luna Park, los alemanes de la Argentina decoraron profusamente con svásticas sus 215 escuelas, empresas, bancos, negocios e instituciones de distinto pelaje.
El objetivo era generar una gran demostración de fuerza de los hitleristas alemanes residentes en esta parte del mundo.
Las juventudes de iz-quierda -especialmente la Federación Universitaria Argentina- se movilizaron para arrancar y quemar los símbolos nazis.
El gobierno argentino -tal como había ocurrido en oportunidades anteriores- pidió disculpas a la embajada alemana, y, de acuerdo a lo que informó Andrés Horacio Reggiani en un excelente trabajo publicado en el número 376 de "Todo es historia", días mas tarde "y para mayor indignación de las organizaciones antifascistas, la policía re-primió con violencia a varios miles de españoles que marcharon para conmemorar el aniversario de la Segunda República".
No era fácil en aquellos días de la "década infame", ganar las calles argentinas para repudiar a Hitler, Mu-ssolini o Franco.
El presidente Ortiz -catalogado como profundamente proinglés por algunos historiadores, lo que era cierto porque su candidatura se pergeñó en los salones de la Cámara de Comercio Británica-, fue sin embargo muy permeable a la presión de los factores de poder cercanos al fascismo (no olvidemos que no fueron pocos los ingleses, antes de la guerra, que admiraban a las "potencias nacionales", porque habían sabido po-nerle un dique de contención a la "subversión co-munista"); y, cuando se produjo el pogrom de la "Kristallnacht", Ortiz guar-dó silencio cómplice.
El ya citado Reggiani, con respecto a la condescendencia del gobierno de nuestro país hacia las atrocidades nazis de allí y de aquí, conjeturó que "probablemente el antisemitismo vernáculo jugó su parte en esta falta de respuesta, pero la Argentina no constituye ninguna excepción a la época. Co-mo ya había ocurrido en Europa a fines del siglo XIX -particularmente en Austria, Alemania y Francia-, durante los años ´30 el antisemitismo argentino cambió el repertorio tradicional que asociaba al judío con elementos folclórico-religiosos -ritos sacrificiales y el asesinato de Cristo- por imágenes que hacían de él un símbolo de todos los aspectos intolerables e incomprensibles de la sociedad moderna: desarraigo, cosmopolitismo. Una segunda transformación importante fue que, de igual manera que allende el Atlántico, el antisemitismo dejó de ser un rasgo exclusivo de la élite para arraigarse en sectores medios y populares".
Pero Ortiz estaba muy enfermo y, además, era despreciado por la ultraderecha que descreía de la "partidocracia" y pedía a gritos un gobierno de "mano dura con los comunistas subversivos y la plutocracia judía" al estilo de las potencias fascistas que, en ese momento, aún venían arrollando en Europa.
Ortiz, que trató de conformar a la poderosa derecha argentina aceptando sus exigencias de declarar la neutralidad del país frente a lo que sucedía en el Viejo Continente, ya no podía más con su diabetes crónica que muy poco tiempo después lo llevaría a la tumba. Y tampoco podía más frente a la decisión de instituciones gravitantes como las fuerzas armadas y la Iglesia que lo consideraban demasiado blando para dar con tierra con el espectáculo para ellos "bochornoso" de "tantos trapos rojos levantados por miles de obreros a instancias de los judíos apátridas para ensuciar las calles de nuestra querida República".
En ese clima, con su sa-lud destruida -estaba prácticamente ciego- y su im-potencia y falta de vocación para detener el avance fascista en nuestro medio, Ortiz, el 3 de julio de 1940, delegó el mando en su vicepresidente, Ramón S. Castillo.
Los nacionalistas de derecha que, como Ramón Doll, solían alertar sobre la "sífilis judaica" (expresión que utilizó, por ejemplo, en el libro "Hacia la liberación", publicado en Buenos Aires por la Editorial del Renacimiento en 1939), recibieron la caída de Ortiz y la llegada de Castillo al gobierno con cierto alivio.
Ortiz no era confiable y Castillo al menos no estaba tan lejos de ellos. Los nacionalistas de derecha e inclusive un hitlerista hasta los huesos como Manuel A. Fresco, consideraban que la neutralidad era un buen negocio para la Argentina y los periódicos nazis financiados por el embajador alemán Edmond Von Ther-mann elogiaban todo lo que Hitler hacia en Europa, pero, al mismo tiempo, consideraban que "la neutralidad constituía un ca-chetazo a la soberbia de los comunistas, los judíos y el imperialismo ingles".
Castillo (1873-1944), abogado catamarqueño fuer-temente ligado a los feudales del noroeste argentino como Robustiano Patrón Costas, era abiertamente fascista y, durante su gestión (que terminó al estallar el golpe del 4 de junio de 1943, cuando los coroneles del GOU ya no lo consideraban una garantía suficiente), no sólo se prohibió la película de Chaplín "El gran dictador" y se persiguió a las organizaciones judías sospechosas de simpatizar con el "marxismo", sino que también fue una etapa de máximo esplendor para los grupos nazis.
En esos años de neutralismo pronazi de Castillo, Manuel A. Fresco llegó a concretar la Unión Nacio-nal Argentina Patria, que obtuvo personería y abierto respaldo oficial, congregando en sus actos a miles de adherentes que hacían el saludo nazi y reclamaban la muerte de los judíos. Por todas partes proliferaron grandes y pequeñas bandas de choque -con lenguaje actual podríamos calificarlas de bandas parapoliciales-, como "Restaura-ción", "Afirmación Ar-gentina" y, sobre todo, la "Alianza Libertadora Na-cionalista", que llevaba un águila como emblema (sus acólitos decían que era un cóndor) y llegó a reunir a mas de diez mil personas en una manifestación antijudia que culminó en la Plaza San Martín.
En estos últimos párrafos estamos hablando de los tres primeros años de la década del cuarenta, cuando Ortiz dejó el mando y el conservador fascista Ra-món S. Castillo fue presidente hasta el golpe del 4-VI-43. Pero volvamos otra vez a 1938, es decir a los días de la "Kristallnacht".
La ultraderecha argentina -en el gobierno, en las fuerzas armadas, en la Iglesia y en los demás factores de poder- le tenía pánico a la posibilidad de una "revolución social" en la Argentina, en vista de la fuerza creciente que mostraba la izquierda en el movimiento obrero. Por eso se sintieron alentados por las noticias de la consolidación de Hitler, Mussolini, Franco y Oliveira de Salazar en Europa. Y buena parte del catolicismo se entusiasmó con el curso que estaban teniendo los acontecimientos europeos.
Una de las publicaciones católicas más influyentes de la época fue "Cri-terio" que, en 1938, era ya prácticamente un semanario oficioso de la Iglesia. Su redacción y administración funcionaron durante muchos años en la iglesia de San Juan, de Alsina y Piedras.
Fundada en marzo de 1938, su primer director fue Atilio Dell´Oro Maini, el mismo personaje que, veintisiete años después, en septiembre del ´55, fuera designado por el gobierno del general Eduardo Lonardi como titular del Ministerio de Educación, desde donde emprendió una agresiva campaña a favor da la enseñanza católica en las escuelas.
Cuando fue depuesto el gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen (6-IX-30), "Criterio" dio la bienvenida al golpe "no sólo porque Yrigoyen había resultado un presidente funesto sino porque había sido elegido popularmente para el cargo" ("Criterio", 9-IX-30, pagina 461).
En esos días, de inequívoca vocación elitista para la Iglesia, la revista pasó a ser dirigida por un hombre de desorbitadas posiciones de ultraderecha: Enrique P. Osés, quien, apenas algunos años después, llegó a comandar el diario "El Pampero", que financiaba la embajada del Tercer Reich en Buenos Aires y fue la publicación antisemita de mayor tirada en la historia argentina: unos 80.000 ejemplares todos los días.
Pero "Criterio", a medida que avanzaba la década del treinta, caería en manos de un obispo -monseñor Gustavo J. Franceschi-, que entremezcló la línea derechista y antijudia con un pretencioso barniz intelectual.
Fue justamente bajo la conducción de Franceschi, que "Criterio" no ocultó su aversión por los judíos en aquellos momentos en que arreciaban las matanzas y las depredaciones antisemitas en la Alemania de Hitler.
Algún día quizás publicaremos una antología completa de todos los escritos antisemitas de "Criterio" pergeñados en sus muchos años de revista prejuiciosa y racista. Pero hoy nos limitaremos a ofrecer solo algunas ejemplificaciones exclusivamente del año ´38, no sólo porque era la época de "La noche de los cristales" sino también porque, de algún modo, se desprende de sus páginas la posición oficial de un organismo férreamente disciplinado y vertical como la Iglesia.
En suma, estas son al-gunas de las expresiones de "Criterio" de aquel sangriento 1938:

14-IV-38 (PAGINAS 433 Y 434): "El pueblo judío, desde que rehúsa al verdadero Mesías, jugará fatalmente en el mundo un papel de subversión" (...). "No debemos olvidarnos de los agravios inferidos al cristianismo por la rabia judaica" (...). "El 23 de febrero del año 155 hubo una gran fiesta sabática en Esmirna y, al ser condenado San Poli-carpo al suplicio del fuego lento, eran justamente los judíos los que con más saña atizaban el fuego" (...). "Fueron los judíos los que, en alianza con la francmasonería, hicieron la Revolu-ción Francesa atea".

21-IV-38 (PAGINAS 456, 457 Y 458): "El judaismo ha sido y es una potencia revolucionaria que en tanta página de la historia ha dejado las huellas de sus tremendos arañazos" (...). "El judío es ante todo un hombre a quien hay que convertir, desentelarañándole primero sus prejuicios político-religiosos" (...). "Hay que meditar sobre el origen histórico del cristianismo y el criminal gesto de Israel" (...). "Recorde-mos las bulas papales que hablan de la impía perfidia de los judíos, la antigua perversidad de los judíos, la perfidia endurecida de los judíos, la malicia de los hebreos" (...). "Ya los papas intervinieron antiguamente para ponerle restricciones a los judíos y a sus actividades peligrosas" (...). "El odio a los judíos es una autodefensa justa de los cristianos".

12-V-38 (PAGINAS 41, 42 Y 43): "No andan descaminados quienes ven en el judaísmo, en su ´oro´ y en su ´Kahal´, la más terrible de las amenazas contra los estados cristianos y contra el orden nacional" (...). "La raza que prestó al Hijo de Dios su carne y su sangre y pidió luego su cuerpo para crucificarlo, castigada por Dios a vagar por el mundo, sin patria y sin rey, en la espera de la salvación final, está hoy coaligada, por haberse afincado en una absurda obsesión político-religiosa, para la ruina de la sociedad cristiana" (...). "Con su secular tradición talmúdica se ubican en la cancha extranjera para ju-daizarlo todo y para acapararlo todo con sus garras económicas" (...). "El antisemitismo no es la absurda persecución contra unos pobres seres indefensos, sino que es una reacción lógica del mundo cristiano".

26-V-38 (PAGINAS 91, 92 Y 93): "El italiano, el español, el alemán o el francés son en nuestro medio social fácilmente reductibles. ¿Podemos afirmar lo mismo con respecto a la inmigración judía, que ya en nuestro país sobre-pasa el medio millón? Las estadísticas y la realidad toda de la existencia del judío inmigrante revelan su completa, su agresiva ina-daptabilidad, tal como un peligroso microorganismo que ha formado esporo y que vive a expensas del organismo que debilita has-ta matarle. Corresponde, pues, dosificar la inmigración judía".

7-VI-38 (PAGINAS 232 Y 233): "Se ataca al nazismo con encono y se lo califica con expresiones ofensivas a veces brutales: los israelitas exageran su pintura de la crueldad con que se los persigue en Alemania" (...). "A los judíos no los quieren en ninguna parte. Ni en Holanda, ni en Francia, ni en los Estados Unidos, ni en ninguna otra democracia que ya los conozca" (...). "Como primera providencia es preciso cortar de inmediato el ingreso de inmigrantes hebreos, ya que hoy por hoy ingresan por centenares. La situación afligente de los expulsados nos conmueve, pero se nos justificará si declaramos que nos conmueve enormemente más la perspectiva de que en un futuro más o menos lejano o cercano, estalle entre nosotros el antisemitismo violento, que obligue a expulsar judíos en masa, como en Polonia, Rumania o Ale-mania".

11-VI-38 (PAGINAS 368 Y 369): "El Comité contra el Racismo y el Antise-mitismo es una cueva de racistas e izquierdistas perniciosos proclives a la subversión revolucionaria".

25-VIII-38 (PAGINAS 416 Y 417): "Está bien no ser antisemita y los cristianos no pueden ni deben serlo; pero hay que tener en cuenta, al mimo tiempo, que las cosas son como son y no como quisiéramos que fuesen. Y si la masa de judíos actúa como disolvente y subversiva en nuestra sociedad -que no los persigue ni molesta sino al contrario-, la sociedad velará por su propia existencia defendiéndose de ellos" (...). "El matutino ´El Diario´ publica burlas y blasfemias anticristianas. La propiedad, la dirección y casi toda la redacción de ´El Diario´ son judíos, cuya circunstancia lo explica todo, porque, como escribe Maritain, débese esperar de los judíos muy otra cosa que un apego real al bien común de la civilización occidental y cristiana".

15-IX-38 (PAGINAS 71 Y 72): "El Tercer Reich es uno de los más enérgicos adversarios de la Unión Soviética y el más implacable enemigo de los judíos, cuyo materialismo religioso está en la base del materialismo histórico de Marx".

13-X-38 (PAGINAS 169 Y 170): "Que el gobierno fascista de Italia haya resuelto encarar en forma decidida la solución del problema judío, aunque este problema no ofrezca problemas agudos en la península, es cosa explicable y hasta justificable. En otras palabras, el gobierno italiano tiene derecho, dentro de su ámbito, a prohibir la inmigración hebrea, a expulsar judíos de su territorio, a impedir que estos ocupen más posiciones públicas que las que proporcionalmente a la población general del país pueden corresponderles; a adoptar, en suma, todas las providencias políticas, culturales y económicas que sean necesarias para una justa defensa de la sociedad de cuyo bien es responsable. Co-rresponde entonces recortar también aquí, y de inmediato, el ingreso al país de inmigrantes hebreos".

Hasta aquí el verbo feroz de "Criterio", que era la expresión oficiosa y más influyente de la Igle-sia católica en 1938.
Varias décadas des-pués, "Criterio" decidió girar 180 grados y se convirtió en un "sincero amigo del pueblo judío". Y su director, monseñor Gustavo J. Franceschi, llegó a viajar a Israel invitado por su gobierno (como pasó con otros antisemitas en años posteriores, verbigracia En-rique Llamas de Mada-riaga) e inclusive habló, en mayo de 1956 en el cine Ocean de la calle Lavalle, en un acto multipartidario de solidaridad con el Estado judío donde también hicieron uso de la palabra, entre otros, Alicia Moreau de Justo y Oscar Alende.

Pero el papel sombrío de "Criterio" en los años en que allá gaseaban a los judíos en Auschwitz y acá los fascistas proponían cosas parecidas, no es posible borrarlo con el codo. Más allá de los olvidadizos y de la retahila de oportunistas que siempre priorizan la sagrada "real-politik"..
© LA VOZ y la opinión

Febrero de 2003
Página Principal
Nros. Anteriores
Imprimir Nota

DelaCole.com


www.lavozylaopinion.delacole.com

E-mail: lavozylaopinion@gmail.com

Reg.Prop. intelectual 047343
Los ejemplares del periódico se pueden conseguir en los locales de los comercios anunciantes.

Auspiciado por la Sec. de Cultura de la Ciudad de Bs. As., Registro No 3488/2003 (15-01-04)

Editor y Director: Daniel Schnitman
Socio U.T.P.B.A 14867

Adherido a Sind. Intern. Prensa libre 4339

El contenido de los artículos es de exclusiva responsabilidad de los autores. Su inclusión en esta edición no implica presumir que el editor comparta sus informaciones o juicios de valor. Los artículos publicados pueden ser reproducidos citando la fuente y el autor. La dirección no se hace responsable por el contenido de los avisos publicados.

PRODUCTORA IDEAS DEL KOP S.A.