LA VOZ y la opinión


Periodismos Judeo Argentino Independinte
Editorial de hace 10 años (31 de julio del 2004)
“La side y la criminalidad estatal”

Por Herman Schiller
hermanschiller@yahoo.com.ar
En 1949, cuando la heroica lucha de los ferroviarios confirmaba que no todo el movimiento obrero estaba entregado, fue creado un organismo represivo de inteligencia llamado "Control de Estado", cuyo objetivo era neutralizar los bolsones opositores y combativos que aun quedaban entre los trabajadores
La idea del gobierno era estructurar al nuevo organismo de acuerdo al modelo de las potencias europeas de derecha de la década del treinta. Ese modelo, en Italia, en Alemania, en España y Portugal, así como también en la Francia de Petain, les había dado muy buenos resultados.
El primer jefe de este nuevo organismo creado en el '49 fue un militar de extrema derecha llamado Solveyra Casares. Y, enseguida, vinieron otros, como el coronel Jorge Osinde, que alrededor de un cuarto de siglo después sería uno de los organizadores de la masacre de Ezeiza
Esta flamante repartición —"Control de Estado” —, tiempo después, se transformó en una sigla de triste fama: SIDE, Servicio de Informaciones del Estado. Y entre sus asesores más destacados estuvo un alemán nazi llamado Von Gromann, que obviamente llegó a estas playas huyendo de la justicia de los pueblos.
El gobierno de Perón le dio hospitalidad a muchos criminales de guerra, que integraron su experiencia a las fuerzas represivas y otros factores del Estado, igual como ocurría en la misma época en los Estados Unidos, donde el FBI y la CIA —tal como quedó ratificado hace pocas semanas cuando se levantó el secreto de los archivos
cobijaron a centenares de ellos, porque el enemigo de posguerra había dejado de ser el nazismo para pasar a serlo los subversivos comunistas. La SIDE siempre fue una cueva del terrorismo de Estado. En los días de la llamada "Revolución Libertadora” su jefe, el general Quaranta, mandó a asesinar a un abogado del diario "La Razón" y ex presidente de la Sociedad Hebraica Argentina, Marcos Satanwosky,
(Y para más datos, véase "El caso Satanowsky”, uno de los libros más representativos de la obra de Rodolfo Walsh).
Nos podríamos pasar horas enteras enumerando los crímenes de la SIDE, porque este organismo no es sólo el ámbito del buchonerío o el control del comportamiento sexual de los hombres públicos, sino un resorte clave de la criminalidad estatal.
Y no es ajeno a ninguno de los hechos terribles ocurridos en los últimos cincuenta años, como, por ejemplo, la masacre de la AMIA.
Carlos Tortora, para citar nada más que un caso entre miles, ex integrante de la CNU, la Concentración Nacionalista Universitaria que a principios de la década del setenta asesinó a la estudiante marplatense Silvia Esther Filler; Carlos Tortora, decía, era uno de los jefes de la SIDE en momentos de cometerse el atentado de la AMIA. Nadie lo llamó siquiera a declarar. Y su permanencia en la SIDE perdura hasta nuestros días. Esta es apenas si una ejemplificación.
Juan Gelman, el gran poeta, dijo alguna vez que si la SIDE investigara a fondo la masacre de la AMIA se encontraría consigo misma.
Gustavo Beliz (un hombre del Opus Dei, ex socio de Cavallo y ex ministro del Interior de Menem), tardíamente prendió el ventilador, pero el excremento que de desparramó, absolutamente real, ya lo conocíamos de antes.
La SIDE, efectivamente, además de cobijar delincuentes y asesinos de la peor especie, maneja cifras siderales. En la época de Menem se supo que su presupuesto era de por lo menos un millón de dólares diarios. Hoy los secretos y recontra secretos hacen difícil conocer con exactitud cuál es su presupuesto verdadero, pero, sin duda, es cuantioso.
Beliz largó un solo nombre, el de Antonio Stiusso, pero este es apenas si una gota en el océano. De todos modos, Stiusso no es pez chico, sino un referente insoslayable en esta madeja del terrorismo de Estado, Stiusso está ahí desde comienzos de la década del setenta y fue un hombre clave en la época de la dictadura militar. El formó parte del famoso grupo Alem, junto con Guglielminetti, de clara orientación fascista y represiva, que apareció en la revista "Gente" ostentando cruces svásticas. Y, además, fue compinche de Aníbal Gordon, uno de los tantos asesinos que operaban para la SIDE y otros “Servicios”. Entre los datos que ya se conocen figura que la SIDE gastó $1270 millones de dólares entre 1998 y el 2003, sin controles y con giros sospechosos.
El jefe de Gabinete Alberto Fernández, negó que la SIDE reparta sobres a periodistas o que hagan inteligencia interna. En ambas cosas el alto funcionario gubernamental mintió, porque la especialidad de la SIDE es el control del periodismo mediante sobornos y, sobre todo, la inteligencia interna, que es la quinta esencia que justifica su existir. Y, por supuesto, habrá que investigar y hurgar qué hay de cierto sobre la confesión de Beliz de que los hechos violentos de la Legislatura porteña fueron preparados por elementos de la SIDE y de la policía. Naturalmente, la justicia trucha de nuestro país no está investigando al aparato represivo y sus sordideces sino a los pobres.
Hace unos cinco años, cuando en las puertas de la Escuela de Inteligencia, dependiente de la SIDE, fue asesinada Sofía Fijman que estaba alimentando unos gatos, organizamos allí un acto público de repudio a este organismo terrorista e inútil. Fue quizás la única vez que a alguien se le ocurrió salirle al cruce a esta institución repulsiva casi olvidada por el campo popular.
Su destino histórico, como el de la policía es ser disuelto. El debate social será en definitiva el que deba decidir qué hacer con estos organismos que han teñido de sangre y luto al pueblo argentino. Con la SIDE o sin la SIDE, con el terrorismo de Estado o sin el terrorismo de Estado, la lucha de clases continúa.
(Comentario editorial efectuado por Herman Schiller en la emisión del 31-VII-04 del programa "Leña al fuego” que se emitía los sábados por AM 1110, la Radio de la Ciudad).

Febrero 2015 / Shevat - Adar 5775
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