LA VOZ y la opinión


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Homosexualidad en el Judaísmo
El silencio exiliador
El peso del sistema normativo cultural en los individuos es absoluto. Somos la consecuencia de nuestra cultura, nuestra libertad personal esta limitada por ella. Muchas veces no so-mos conscientes de nuestras propias limitaciones. Los conceptos que habitualmente manejamos, nos sirven para valorar las actuaciones de los demás y para guiar las propias. Desde pequeños hemos aprendido a distinguir lo que está bien de lo que está mal, lo normal de lo anormal. Posteriormente nuestra propia experiencia vital hará que revisemos este sistema normativo y aceptemos aquellas pautas que nos parezcan correctas y desechemos las que consideremos incorrectas. Esta impronta cultural se graba en lo más profundo de nosotros impidiéndonos valorar con ecuanimidad los comportamientos que se salen fuera de la norma.
Cuando se unen las pa-labras "religión" y "homosexualidad" se generan un amplio espectro de emociones y reacciones. Des-cubrir que un miembro de la familia es homosexual pue-de imponer nuevos cues-tionamientos sobre las creencias religiosas. Cuando uno se entera que una persona cercana a nosotros se asume como gay, lesbiana o bisexual muchos se preguntan cómo van a ser afectadas sus tradiciones religiosas y comunitarias.
Podemos aproximarnos a estos cuestionamientos analizando textos religiosos, buscando respuestas en la Torá, sin embargo existen variadas y complejas interpretaciones de los textos bíblicos. Grandes discusiones han formado nuestra milenaria historia, y muchos cambios han ocurrido desde la decisión de Abraham de adoptar la religión monoteísta a la cual nosotros adherimos como Judíos. La religión Judía cree en el conocimiento y en la discusión del saber.
Los judíos homosexuales constituyen entre un 6% y un 10% de la población adulta de la comunidad Judía. Aunque algunas ciudades de Latinoamérica cuenten con leyes de unión civil para parejas del mis-mo sexo, muchos judíos homosexuales no se sienten ni incluidos, ni bienvenidos en las instituciones judías. Sea de manera implícita o explícita, con o sin intención, las creencias y prácticas sociales y culturales que asumen que la heterosexualidad es la úni-ca orientación sexual aceptable llevan a la mayoría de los judíos homosexuales a abandonar sus nexos con la comunidad. La discriminación puede presentarse de varias formas. Un puede hablar de hostilidad abierta, insultos, graffitis homofóbicos, e incluso violencia. Pero existe una discriminación más sutil: el silencio. El pueblo Judío vivió muchos sufrimientos, marginaciones y opresiones. Como Judío me pongo triste cuando silenciamos temas de opresión. Como Judío me pongo triste cuando los Judíos silenciamos a los homosexuales.
El silencio crea un ambiente que reduce la ca-pacidad de desarrollo saludable de las personas. En algunos casos, en las relaciones familiares este si-lencio crea tensión y restringe la comunicación ho-nesta. No te miento pero no te digo.
Omitir la homosexualidad genera un sentimiento de exclusión profundo y lamentablemente este silen-cio, a veces viene acompañado de estadísticas críticas. Como que los adolescentes que se identifican como homosexuales tienden a intentar cometer suicidio 3 veces más que sus pares heterosexuales. Algo que uno adquiere en el Judaísmo es la necesidad de una comunidad, y como a la persona silenciada no le gusta vivir como tal, se exilia hacia comunidades donde recupere esa sensación de seguridad, esa sensación de pertenencia que la comunidad Judía nos ha dado a muchos de nosotros.
Les propongo hacer un ejercicio a las personas heterosexuales que están presentes: Imaginen toda su vida comunitaria tapando, evitando, ocultando to-do lo que este relacionado con su heterosexualidad. Imagínense actuando en sus cenas familiares, evitando temas en la cena de Pesaj. Imagínense vivir sin poder compartir con la comunidad el amor más profundo que uno puede sentir hacia otra persona. En el caso de los homosexuales el exilio se produce porque nadie ofrece una silla en la cual sentarse. Es así como la mayoría de la gente Judía homosexual deja su comunidad.
Cuando el año pasado, mi amigo David trató de vender a su hermana como esclava se encontró con algunas resistencias en su familia. Pero insistió, y fue entonces cuando descubrió que ya no se aplican los escritos de Éxodo 21:7. Varios rabinos le explicaron que estas prácticas no son posibles en la actualidad. Al investigar algunos textos emitidos por diferentes ramas del Judaísmo religioso, uno descubre que hablar de la "exclusión de los homosexuales" no es hablar desde el Judaísmo. Porque en ninguna rama del Judaísmo religioso la atracción emocional, espiritual, física y sexual hacia personas del mismo sexo en sí está prohibida. Al-gunas ramas del Judaísmo religioso prohíben ciertos actos sexuales entre personas del mismo sexo, así como prohíben ciertos ac-tos sexuales entre personas del sexo opuesto. Otras, aceptan completamente la homosexualidad, equiparando los derechos de los homosexuales con los de-rechos de las personas que se sienten atraídas emocional, espiritual, física y se-xualmente hacia personas del sexo opuesto.
"Y D-s vio todo lo que hizo y lo encontró bueno", todos estamos hechos a la imagen de D-s, "en la semejanza de D-s" dice en Génesis (1:31) (1:27 a 9:6). No sabemos porque D-s nos creó de la manera que nos creó. La Torá no nos proporciona una opinión sobre porqué D-s crea a los seres humanos con características diferentes, tampoco nos dice porque D-s crea a personas homosexuales. A una persona Judía religiosa me atrevo a asegurarle que los Judíos homosexuales son tan amados ante los ojos de D-s como cualquier otro judío y son igualmente responsables en observar su ley. A una persona Judía laica le puedo asegurar que los Judíos homosexuales pueden ser tan amados y respectados ante los ojos de su comunidad como cualquier otro judío, al igual que son responsables por ella.
El miedo irracional hacia el amor, el afecto o la conducta sexual entre personas del mismo sexo, usualmente se expresa co-mo sentimientos negativos, actitudes, acciones y silenciamiento institucional con-tra aquellos percibidos co-mo no heterosexuales. Por eso cuando las creencias y prácticas sociales, culturales e individuales que asumen que la heterosexualidad es la única orientación sexual aceptable, una persona Judía homosexual de cualquier institución Lati-noamericana tiene que, bá-sicamente optar por 3 opciones.
Una es decirlo abiertamente y exponerse, la otra puede ser silenciarse y vivir vidas paralelas, y la tercera sería irse de la comunidad a la que pertenece. Estoy seguro que no es para nada fácil tomar ninguna de estas tres decisiones.
Por eso propongo dejar de silenciar a los homosexuales de nuestras comunidades. Propongo dejar de silenciar a la homosexualidad en el Judaísmo y por eso aplaudo la oportunidad que nos da el Joint para presentar el tema en este congreso. •

Por Germán Vaisman
Servicio de prensa

Enero / Febrero 2004 - Shvat 5764
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