LA DAIA Y LA DICTADURA MILITAR ARGENTINA
EL APRIETE A ABRAHAM KAUL POR EL ACTO A LOS DESAPARECIDOS JUDIOS
OTRA VEZ LOS DINOSAURIOS EN LA COMUNIDAD JUDIA
La historia de los judíos en Argentina es fecunda, interesante y misteriosa.
No pretendo, en esta última nota del año, compilar los hechos desde el epopéyico arribo de los primeros inmigrantes hasta este fin de año, que nos encuentra a la deriva, con un futuro incierto.
La colonización, el cooperativismo, la construcción de las primeras sinagogas, las escuelas, las instituciones de bien público, las socio-deportivas, los countries, la mimetización con el poder de turno da para un análisis profundo, exhaustivo, meticuloso.
Da para el debate, la autocrítica y el consenso en plantearnos en como sobrevivir como judíos) en una sociedad que recibe nuestra asimilación, nuestra dejadez, nuestros talentos y nuestros corruptos.
La historia más reciente nos encuentra a los judíos comunes, conducidos por dirigentes que, salvo honrosas excepciones, nos avergüenzan frente a la sociedad en general.
La DAIA de la época de la dictadura y su connivencia con los militares, sus silencios, sus ofrendas (el libro Brown que escribió un incipiente Marcos Aguinis por idea de aquella DAIA para congraciarse con la Armada Nacional) su amiguismo (los te canasta de Amalia Saionz de Polack con la esposa de Jorge Rafael Videla en el Club CASA) y otras bajezas que aun no se conocen, deshonran la memoria de los casi 2000 desaparecidos judíos argentinos de la época dura.
Herman Schiller (Pte. Del Movimiento judío por los derechos humanos), el rabino Marshall Meyer "ZL" (fundador del Seminario Rabínico latinoamericano) y algún otro corajudo, son, lamentablemente sólo excepciones frente a tanta vergüenza acumulada.
Mas cerca en el tiempo, Rubén Beraja, (Fundador de un liderazgo unipersonal y elitista) tejió una alianza política económica con Carlos Saúl Menem, quien desde sus primeros pasos en su La Rioja natal había afirmado que "los problemas del mundo son el sionismo y la sinarquía internacional" y que "Israel deberá desaparece".
Negocios van...atentados vienen...y Ud. y yo sin querer o poder (no estoy muy seguro) hacer nada.
Beraja era la DAIA, la que debería haber defendido la dignidad judía, y no lo hizo.
Mientras tanto, su Banco Mayo crecía, se expandía, viajaba a las playas del lavado de dinero y como en el triángulo de las bermudas, se evaporaba, desaparecía.
Por esos tiempos, Itzják Avirán, el embajador de Israel en Argentina que debería estar en el Guiness por haber permanecido in eternun en su cargo, también hacía de las suyas, coqueteando con Carlos Corach y apropiándose de varios millones de dólares de los famosos Adelantos del Tesoro Nacional.
Y aquí, amigo lector, le pido disculpas si olvido algunos actos de beneficencia (con dinero oscuro) u obras de buena fé que partieron desde algunas esferas comunitarias, pero...piense conmigo: ¿a Ud. le parece que en esas circunstancias alguien podía o quería investigar de verdad lo que pasó en la Embajada de Israel y en la AMIA?
Vuelvo, digo, a esta DAIA, que homenajeó a la DUIA (División de antiterrorismo de la Policía Federal) por su “brillante” accionar ante los atentados sufridos.
Vuelvo, digo, a Avirán, quien obsequió casas a integrantes de la Policías de la Provincia de Buenos Aires (la maldita policía) en un hecho bochornoso que alguien, algún día se ocupará de investigar.
Y nadie (o casi nadie) dijo nada.
Y aun hoy, en estos días post Avirán y post Beraja, continúa el nefasto juego de los grupos corporativos y reaccionarios de una ultra derecha judía que sigue hambrienta.
Los disparadores
1) El Presidente de la AMIA, Abraham Kaul, encabezó el acto por los judíos argentinos desaparecidos durante la dictadura militar de Argentina.
Allí, señaló que nadie o casi nadie había hecho nada por ellos, y que eso merecía una fuerte autocrítica de la dirigencia de la época.
Esa frase, esa simple frase cargada de verdades, despertó a los dinosaurios que estaban durmiendo la siesta.
La arremetida contra Kaul - el "apriete"- llegó desde diversos sectores comunitarios.
En el seno del partido del presidente (el laborista Avodá) hubo fuertes críticas.
Desde las altas esferas de la Organización Sionista Argentina, también surgieron voces contrarias y viejos líderes de facto saltaron de sus aterciopelados sillones para defender lo indefendible.
2) La muestra del plástico León Ferrari, irritó a la Iglesia.
En esta edición encontrará el lector distintas opiniones al respecto, pero, opinar es una cosa, censurar es otra.
La DAIA (y disculpe si soy pesado en este tema), siguiendo con su política de antaño, apoya a una Iglesia Católica Argentina que hasta estos días se mostró profundamente antisemita.
¿La idea? Prohibir la muestra, negar al otro la posibilidad de conocer (aunque sea desde el arte) otra visión de las cosas.
Esta sociedad (hablo de la judeo argentina), no aprendió la lección.
No quiere la autocrítica, no quiere la verdad.
Los Mario Gorenstein, los Jorge Kirszenbaum, los Julio Toser, (y en ellos pongo la representatividad de muchos otros), créase, quiérase o no, nos gobiernan.
Son los judíos de Menem, de Cavallo, de Corach, y ahí están.
Sepamos los judíos comunes aguantar, tomar coraje, apoyar a los dirigentes que realmente representan nuestros ideales y echar a patadas a los dinosaurios de siempre.
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