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Periodismos Judeo Argentino Independinte
A casi 80 años de su fallecimiento:
La poesía de Rajel

Por Moshé Korin
Nadie podría negar que la literatura femenina es, en nuestros días, un tema en boga, que convoca el interés de críticos, periodistas y académicos. Sin embargo, en el panorama de la literatura hebrea, la mujer que escribe es una figura frecuente: su presencia data de antiguo. Que las mujeres empuñen las armas o la pluma, no nos sorprende en absoluto.
Nuestra literatura ha estado poblada de mujeres que escriben; sólo que sus producciones no se encuadraban - pues no era necesario- en el rubro predeterminado de la literatura femenina. En definitiva, ese rubro no es más que una clasificación, un ordenamiento científico o un mote de la crítica; por sí mismo, no da lugar a la existencia de una escritura femenina.
Del mismo modo y tal como sucede en nuestra experiencia cultural, bien puede haber producciones escritas de mujeres intelectuales sin necesidad de la consagración académica de una literatura femenina. Es el caso de Rajel Bluvstein, la poetisa de la que nos ocuparemos hoy, que pinta y escribe en una época en que lo femenino no era aún un género académico o una moda cultural.
En nuestro contexto cultural, las mujeres integran el vasto panorama de la literatura, sencillamente. Para nuestras mujeres - tanto como para nuestros hombres -; pero sobre todo para aquellos que se han dedicado a la tarea de trabajar para la fundación del Estado de Israel, escribir es una actividad tan natural como labrar la tierra e incluso, defenderla.

Una mujer entre mujeres
El nombre de Rajel Bluvstein, pionera no sólo de la experiencia política sino también de la experiencia artística femenina, se ubica al lado de escritoras como Devora Baron, Lea Goldberg, Miriam y Ester Raab. Ellas inauguran la cadena de las mujeres que escriben en el panorama de la literatura israelí, que cuenta entre sus miembros más jóvenes a escritoras que florecieron en el arte de la poesía de los ochenta: Maja Bejarano, Jevda Harkavi, Leah Ayalon, Amira Hess y Agi Mishol.
Y hablando de mujeres, siempre cabe una pregunta de rigor: ¿existe alguna marca específicamente femenina en la literatura hecha por mujeres? Nuestra concepción no podría afirmarlo, ya que, como vimos, en nuestro panorama cultural no resulta pertinente la distinción entre trabajos femeninos y trabajos masculinos.
Sin embargo, mencionaremos algunas de las características señaladas por la crítica. Lilly Ratok afirmó que las mujeres israelíes escriben para expresarse ellas mismas. Por su parte, Amalia Kahana - Carmon señaló que la imagen de la escritora es la de una observadora de pequeños detalles que escribe sobre historias románticas y domésticas.
Sin duda, en la poesía de Rajel encontramos esos rasgos: el tono intimista logrado por el uso de la primera persona, quizás infrecuente en la poesía, podría acercarse a la idea de una literatura que tiene como fin la expresión de su autor o de su autora, en este caso. Sin embargo, no nos parece que sea ése un rasgo privativo ni de la poética de Rajel ni de las mujeres escritoras, ya que, en rigor, toda obra que se hace pública, participa de esa voluntad de expresión, sea su autor varón o mujer.
Con respecto a la pintura de detalles, este sí puede constituir un rasgo más personal de la literatura de Rajel, aunque no nos atreveríamos a afirmar que ello se debe a la naturaleza femenina de su autora; o mejor, afirmar que ese rasgo de estilo provenga de su pertenencia al género. Creemos más bien que el estilo de Rajel se forja de sus propias experiencias e incluso de sus padecimientos, que fueron intensos. Si algún rasgo define el estilo de Rajel, es su carácter existencialista y el tono testimonial, puesto que se trata de una poesía que da testimonio de una existencia dura, de trabajo, de exilios, de luchas... sobre todo de una larga pugna contra la muerte. Ése es el existencialismo que queda impreso en su poesía.
Desde luego, su condición de mujer dejará su traza en la experiencia de Rajel. Pero preferimos verlo como un elemento más de su propio estilo, de su propio modo de vivir y de soportar el sufrimiento, que como un elemento que determina exhaustivamente un modo de escribir. En Rajel, vida y obra están entrelazadas de un modo indisoluble. Su poesía no sólo es testimonial, sino que tiene una función elaborativa del dolor y del sufrimiento. Muchas veces ella afirmó que escribir la mantenía viva y le daba fuerzas para luchar con su enfermedad. Vayamos entonces a la vida y a la obra de Rajel.

Una tierra que se deja y una que se gana
Rajel nació en 1890 a orillas del Volga, en una ciudad llamada Saratov, en Rusia septentrional. Estudió en Poltava, donde asistió con sus hermanos a una escuela pública al frente de la cual estaba entonces Moshé Aharón Borojov, padre de Ber Borojov, destacadísimo teórico del socialismo sionista, que supo conciliar la lucha de clases y el nacionalismo judío.
Ella llegó a Eretz Israel a los 19 años de edad, como miembro de la Segunda “Aliá” (inmigración). Allí residió en el Kibutz Kinneret, donde pasó según ella misma lo afirma, sus mejores días, que se caracterizaron por un profundo apego a la tierra:


“Tus manos son tiernas como el regazo de una tierra patria,
como el de ésta, es agradable su contacto, es olvido y calma.
Aferrarse a ellas y saber :
aquí no temeré !
Una mujer, sólo soy una mujer –
sarmiento ( vástago de la vid)
que sube trepando y que al llegar a la copa,
ya sin apoyo, afligida y pálida
hacia la tierra me torno”.
(1926-27)

Como se puede advertir, la mirada femenina está presente en estos versos, como una condición de la experiencia: Rajel se percibe a sí misma como un vástago de la vid : largo, delgado y flexible, de donde brotan las hojas y los racimos. El vástago se eleva; pero en algún momento, cargado por su propio peso, debe retornar a la tierra, que lo recibe y le da sostén. Es una hermosa imagen del movimiento y de la relación de Rajel con el cielo y la tierra.
Por otra parte, cuentan sus amigos que Rajel era delgada y larga, tal como los tallos de la vid. Pero la delgadez, lejos de ser un signo de debilidad, lo era de su fortaleza, de su vitalidad : como un sarmiento, se sube y trepa hacia la copa de los árboles ; luego vuelve a la tierra, buscando sostén. El principio masculino y el femenino están presentes en la imagen que esta mujer tiene de sí misma : el principio masculino de la búsqueda y el ascenso hacia los cielos ; el principio femenino de la tierra que sostiene y abraza, que recibe el tallo que se ha extendido en un viaje hacia arriba, de búsqueda.
En Rajel lo femenino, lejos de oponerse a lo masculino, es una mezcla de los dos principios, es una mezcla de debilidad y fortaleza, tal como queda atestiguado en los versos que datan de la época de su enfermedad.

El viaje, otro exilio
Rajel viaja a Francia a perfeccionarse en las artes del cultivo de la tierra, puesto que en Israel, en aquellos días, no era posible perfeccionarse en ese campo. Y uno de los problemas más graves para los pioneros era el de la rehabilitación de la tierra. Carecían, además, de especialistas en la materia, ya que el cultivo de la tierra les había estado vedado a los judíos de la diáspora por dos mil años. Esta situación conmovió a Rajel: no sólo testimonia su amor a la tierra en sus poemas, sino que la trabaja con sus propias manos y, llegado el momento, renuncia a ella por amor a ella : Rajel abandona temporariamente su trabajo como pionera y la vida del kibutz para estudiar agronomía en Europa.
Pero la distancia de su querida tierra sería mucho más que temporaria. Estando Rajel en Francia, estalla la Primera Guerra Mundial e Israel queda aislada de Europa. Rajel no puede retornar. Debe dedicarse a diversos trabajos duros para sobrevivir. Así es como contrae tuberculosis, la enfermedad que marcará, de ahora en más de manera penosa, su vida.
Teniendo cerrado el retorno a Israel, debió volver a Rusia. Allí trabajó como maestra de los niños de los miles de refugiados que habían huido a Briansk y Saratov. Les enseñaba hebreo y les contaba, continuamente, de Israel. El duro trabajo con aquellos niños medio muertos de hambre y las penurias económicas, el contacto con niños tuberculosos a los que cuidó con ahínco terminaron por enfermarla. Volvió en 1919 a Israel en el “Ruslan”, el primer barco que llegó de Rusia después de la guerra.
“No había ya en su rostro ninguna señal de juventud. Llevaba un vestido marrón, como de colegiala o monja, limpio, aunque viejo y descolorido y daba la impresión de que ése era el único que tenía. Estaba enfermizamente delgada, un poco encorvada y se notaba a primera vista que estaba gravemente enferma. Sus enormes ojos, de un azul grisáceo, de mirada inquisidora y viril recordaban el mar justamente antes de la tormenta.”
(Rajel, Broshi Z)

Testimonio de estos años es el poema Yo:
“Yo soy así : tranquila
como las aguas de un lago
Hace ya mucho tiempo se cubrió mi espíritu de púrpura,
y sobre las cimas de los montes
una fui con los grandes vientos
y el grito de las águilas.
Eso fue hace ya mucho
y ahora soy así.”

La vuelta y las controversias
Como dijimos, Rajel retorna a Israel en 1919 y se establece en Degania, primer kibutz fundado a orillas del Kineret en 1910. Ella es incorporada a la granja colectiva, fundamentalmente por su aporte literario e ideológico a la renaciente cultura israelí.
A los pocos meses se evidencia que Rajel padece tuberculosis y resuelven que debe abandonar la Colonia.
Los integrantes del kibutz no saben bien como llevar a cabo lo resuelto, pero en una carta de Rajel a su madre, ella escribe: “Las palabras de Guilad que le dijo que todos están sanos y ella los podría contagiar, por lo tanto debe abandonar el kibutz. Ha sido ésta una oscura nube que me envolvió y me privó el aire, quise gritar pero no pude emitir ningún sonido”.
No hay duda de que a Rajel le produjo gran dolor sentir que el sueño basado en la justicia y el apoyo mutuo no se concretaba en los momentos críticos y su mente elucubraba el antiguo adagio “El hombre es enemigo del hombre”. Esos sentimientos se ven muy reflejados en su poesía “VeUlay”, “..tal vez, ocurrió o fue sólo un sueño…”.
Pasa a vivir a Jerusalem luego a Tel Aviv y cuando su enfermedad empeora se interna en el sanatorio de Guedera.
Ya casi agonizante y en soledad termina sus días en el Hospital Hadassa de Tel Aviv el 17 de Abril de 1931.
Cabe mencionar que su padre, un acaudalado judío de 87 años, que por aquel entonces vivía en Tel-Aviv, tampoco acudió en su ayuda, aunque fuera solo económicamente.
Fue enterrada en la Kvutztá Kineret, acompañada de varias decenas de personas, pero, en absoluto silencio.

Los motivos y el lenguaje en la poesía de Rajel
Hemos dicho que la poesía tiene en Rajel una función elaborativa, rasgo que nos condujo a considerarla como una poesía de corte existencialista con tono testimonial. Tal función elaborativa permitió a Rajel sobrellevar la pesada carga de su enfermedad hasta su muerte.
A menudo afirmó, que sin sus poemas ella no podría continuar viviendo, que escribir la devolvía a la vida. En ese sentido, la muerte, la relación con la muerte, la lucha por la vida, es un temática que atraviesa desde el principio al fin la poesía de Rajel, pero que se hace presente con mayor intensidad hacia el final de su vida, cuando su enfermedad avanzaba. En ese sentido, el poema es un instante casi filosófico de reflexión sobre la existencia y sobre la dura condición que impone el dolor :
“Aquí, aquí está el dolor ! Aquí está, desnudo, a tu lado,
tan cerca como para tocarlo, tan terrible como para temblar.
¿Por qué la mirada es fría, por qué está indiferente el corazón ?”
(Poema 21)
“Acepta el veredicto, corazón sumiso,
acepta el veredicto también esta vez,
sin rebelión ni ira”.
(Acepta el veredicto...)
“Hay días en que el mundo a tu alrededor
no es más que símbolos sin sentido.
Hay días en que la belleza de tu cielo
está hollada por polvo y sangre.
Hay días de siervo cansado,
siervo oprimido, torturado por cadenas.
Hay días sin redentor ni amigo.
Hay días como oscuras noches”.
(Poema 37)
El motivo de la muerte y el motivo del amor a la tierra son los temas dominantes en la poesía de Rajel, ambos tratados, como dijimos, a través de la peculiar mirada de su condición femenina.
Con respecto al lenguaje, hay que señalar que el gran logro de la poesía de Rajel fue haber asumido plenamente el estilo conversacional hebreo que volvía a la vida en Eretz Israel, después de haber estado relegado siglo tras siglo a las bibliotecas y a las aulas y, naturalmente, a la vida religiosa. Sin embargo, esta victoria no dejó de presentarle dificultades, dado que se encontraba frente a una lengua que estaba aún en proceso de ser devuelta a su uso normal en todos los aspectos de la vida, así como también frente a una literatura como la eretzisraelí, que presentaba la fragilidad de toda literatura en sus comienzos. El idioma materno de Rajel, como el de la mayoría de los pioneros de la Segunda Aliá, fue el idish y el ruso, la lengua que le sirvió de vehículo en la cultura.
Su lenguaje se va modificado. No es huérfano de raíces y patria. Sus giros, originales hebreos, se nutrieron en las savias mismas de la antigüedad. Vivía la biblia y el amor a la Tierra de Israel.
“No te he cantado, tierra mía,
ni he ensalzado tu nombre
con hechos heroicos
con botines de guerra.
Sólo un árbol han plantado mis manos
en las tranquilas orillas de Jordán.
Sólo un camino han conquistado mis pies
sobre los campos.
Sí, es muy poco,
lo sé, madre,
es muy pobre
la ofrenda de tu hija:
sólo clamorosa alegría
en día de luz resplandeciente,
sólo mi llanto a escondidas
por tu sufrir.”
“A mi tierra” (1926)
Se conjugan en ella entonces, las influencias de la literatura rusa, entremezcladas con su lengua de origen y su lengua adoptada, el hebreo. Al respecto, hay que destacar que Rajel se consagró tempranamente al silencio del ruso; no tuvo ningún resquemor de romper con su pasado: hizo el voto de no volver a hablar la lengua rusa hasta no dominar por completo la lengua santa. Se dedicó con abnegación al estudio del hebreo y sólo al atardecer se permitía hablar en ruso.
El voto de silencio alcanzó también su producción literaria: no volvería a escribir hasta no dominar el hebreo. El ruso aparecería, de ahora en más, sólo como el sustrato literario, casi invisible, de esta pionera de la lengua: el simbolismo ruso dejó su huella en las metáforas del estilo de Rajel, pero hay que reconocer que el suyo es un estilo más bien sobrio y austero de retórica, que conviene a las temáticas del dolor y del sufrimiento que predominan en su obra.
La expresión poética de Rajel es de una belleza que tiene su origen en la sencillez, en la fresca naturalidad que le da un completo dominio del lenguaje. Se trata de un idioma que combina, junto con las más puras expresiones bíblicas, la nueva habla surgida en el país y que rápidamente iba ensanchando sus fronteras como medio válido en todas las esferas del pensamiento. A esta tarea de expansión del idioma contribuyó también la obra de Rajel. Su trabajo de pionera no se dio sólo en el ámbito de la política y de la agricultura. Rajel es, ante todo, pionera del lenguaje y de la literatura. Pero, tal como su vida lo demuestra, nunca puso al arte en un lugar privilegiado. El arte, para Rajel, es como la tierra: hay que trabajarlo para que nos devuelva vida.
“Este débil cuerpo,
este corazón apenado,
se convertirán en miles de granos de polvo fecundo,
en bienes de la tierra que esperan la primera lluvia
e irrumpen joviales hacia lo alto.
Con la bendición de la primera lluvia me derramaré hacia la libertad
por entre las grietas de mi ataúd,
por entre los regados terrones de la tierra,
y para los ojos cansados por el solano haré germinar
en mis ojos...hierba” .
(Transformación)

Sus poemarios son: “Safiaj” (1927), “Minegued” (1930) y “Shairat Rajel (1935). Cabe destacar que muchos de sus poemas y poesías fueron convertidos en canciones.
Tras una vida dura con sueños y decepciones, sus versos siguen vigentes, las nuevas generaciones los cantan y ella sigue siendo la poetisa emblemática de su época.


Agosto 2010 - Elul 5770
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