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Un Iran con armas nucleares en tiempos de Barack Obama?
Por Horacio Calderón
Buenos Aires, 13 de agosto de 2009.

Una inquietante respuesta de Gaby Samore, Asistente Especial del Presidente Barack Obama para el Control de Armamentos y Armas de Destrucción Masiva, Proliferación y Terrorismo

Introducción

El 10 de agosto pasado tuve la oportunidad de asistir a una sesión académica a cargo de Gary Samore, Asistente Especial del Presidente de los EE.UU. y Coordinador de la Casa Blanca para el Control de Armamentos y Armas de Destrucción Masiva, Proliferación y Terrorismo.

Dicho evento estuvo organizado por el “Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales” (CARI), bajo la presidencia de su titular, D. Alberto Rodríguez Giavarini, quien presentó al orador y coordinó la realización de preguntas.

Gary Samore fue presentado como “uno de los principales encargados de desarrollar la estrategia de no proliferación nuclear norteamericana, e integrante el Consejo de Seguridad Nacional. Se señaló también que sus prioridades durante 2009 son Rusia, Corea del Norte e Irán. Considerado como un “pragmático no ideológico” -afirma el CARI en su invitación-, ingresó en 1987 al Departamento de Estado, ocupando varios cargos tanto durante las presidencias de Ronald Reagan y William “Bill” Clinton. En esta última etapa fue uno de los responsables de la negociación del Tratado de 1994 entre EEUU y Corea del Norte.

Al no existir una transcripción oficial de su conferencia ni la de sus respuestas a inquietudes de otros asistentes, el presente artículo quedará circunscripto de manera estricta a la pregunta que yo formulara al Sr. Samore, quien por lo certero y preciso de sus argumentos demostró tener una sólida formación en la materia tratada.

Otro de los asistentes al encuentro organizado por el CARI había preguntado minutos antes al Asistente Especial del presidente Barack Obama -también con referencia a Irán-, si los EE.UU. tenían ya establecido una “línea roja” para el caso que el primer país continuara con su cuestionado desarrollo nuclear. La respuesta del orador no resultó demasiado clara, habida cuenta de las señales dadas anteriormente por figuras como la actual Secretario de Estado Hillary Clinton, quien durante la ardua campaña por la candidatura demócrata a la presidencia de los EE.UU. contra Barack Obama, prometió arrasar a Irán -en caso de acceder ella a la primera magistratura- si este país llegara a atacar a Israel.

Las dos graves opciones finales de los EE.UU. frente a la amenaza nuclear iraní

La pregunta por mí efectuada al Sr. Samore fue precedida por la preocupación, varias veces expresada en conferencias, artículos y reportajes , sobre el mediano grado de probabilidad de ocurrencia de que la secta mesiánica y apocalíptica conocida como “Movimiento Hojjatie” del chiísmo duodecimano de Irán, tomara en un futuro el poder en este país, a través de una suerte de autogolpe. Además, que de continuar el desarrollo nuclear en su configuración actual, sin contar con otros probables proyectos paralelos secretos con fines militares, tamaño poder de destrucción quedara en manos de un movimiento sectario que no dudaría en pagar un altísimo precio en materia de vidas iraníes como consecuencia de una represalia, si con ello se lograra la desaparición del Estado de Israel, para lo cual no se precisan nada más que un par de bombas nucleares.

La respuesta del Asistente Especial Gaby Samore

La elaborada e interesante respuesta del disertante -que no se cita completamente y de manera textual por no haber transcripción oficial-, culminó con la aceptación de dos escenarios principales y de por sí excluyentes, para el caso de que fallaran las actuales medidas cuyo objetivo es impedir que Irán obtenga y despliegue armas nucleares.

1) El uso de la opción militar contra blancos relacionados con la industria nuclear iraní, que no ha sido descartada por el actual presidente de los EE.UU., Barack Obama.

2) El uso de todas las medidas de disuasión que fueran necesarias para proteger a los aliados de los EE.UU., si Irán finalmente llegara a fabricar armas nucleares.

En el último caso, EE.UU. pasaría en consecuencia de las medidas preventivas y/o punitivas desde el punto de vista militar para que Irán no adquiera armas nucleares, a los escalofriantes escenarios que podrían ya dibujarse en la arena mesoriental, si las sospechas y denuncias sobre sus planes de desarrollo con fines bélicos se probaran finalmente como ciertas y finalmente este último país lograra concretar esos propósitos.

El mal menor de un Irán nuclear, que pasaría a ser el hegemón del Gran Medio Oriente, sería una larga cadena de intentos similares por parte de aquellos países árabes -caso Egipto para nombrar solamente uno-, que podrían sentir la necesidad de contar con armas nucleares, con el objeto de no caer ante el chantaje de su histórico enemigo persa. Estos escenarios conllevan obviamente no sólo la proliferación nuclear, sino también el peligro de que alguna organización terrorista pueda acceder a un artefacto atómico en un futuro, aunque más no sea rudimentario, con el objeto de hacerlo explotar contra blancos civiles en una ciudad considerada enemiga. En la misma situación se verían otros actores estatales no árabes de la región, como Turquía, por ejemplo.

El mal mayor combinaría nada menos que el probable uso de armas nucleares por parte de Irán contra Israel y/u otros países de la región -siempre y cuando cayera ese país en manos del “Movimiento Hojjatie” u otra secta apocalíptica similar-, con los escenarios sintéticamente esbozados en el párrafo anterior.

Si bien la extensión del presente trabajo no contempla una elaboración mayor que la presente, debe aclararse que al “Movimiento Hojjatie”, pertenecen personajes como Mahmoud Ahmadinejad y su mentor y director espiritual, el ayatolá Mohammad-Taqi Mesbah Yasdi, señalado como líder de la formación mencionada. En cuanto al ayatolá, esta alta y peligrosa figura del régimen iraní fue hasta hace unos años miembro del directorio de la madraza Haqqani, conjuntamente con los ayatolás Muhammad Beheshti, Ahmad Jannati y Ali Quddusi, en la que enseñaban a sus alumnos las bases teológicas, filosóficas y éticas del mahdismo apocalíptico. Estos últimos son seguidores del llamado Mahdí, figura venerada que según la teología chiíta duodecimana (quienes creen solamente en el 12º imán, Mohammed Al-Mahdí, desaparecido hace siglos), se encuentra en estado de “ocultación mayor” (Ghaybat al-Kubra) y que emergerá conjuntamente con Jesucristo para brindar paz y justicia al mundo.

En lo que a Ahmadinejad concierne, se presume es la figura más importante del “Grupo Jamkaran” del movimiento del ayatolá Yasdi, nombre que se origina en la mezquita que lleva ese nombre, sitio de peregrinación en que los devotos van a rezar y dejan caer mensajes al Imán oculto. No pocos especialistas en apocalíptica islámica, sostienen que el actual presidente iraní tiene el absoluto convencimiento de que durante su actual misión al frente del gobierno, debe preparar al país para el retorno del Mahdí. Solamente él, su principal mentor el ayatolá Yasdi y sus aliados al más alto nivel, deben conocer sin duda hasta qué punto están dispuestos a llegar para “facilitar” ese retorno.

Tal creencia (una especie de Parusía o Segunda Venida de Cristo trasladada a la creencia chiíta mencionada) no debería llamar mayormente la atención, como muchas otras en el mundo, si en su versión apocalíptica y mesiánica más extremista encarnada en los “hojjaties”, no contemplaran que con una acción decisiva de sus líderes -verbi gratia un ataque nuclear devastador contra Israel, al que consideran su enemigo mortal en Medio Oriente-, podrían inducir el regreso del Mahdí.

Sería -salvando diferencias teológicas y escatológicas- como si una secta extremista cristiana, desde ya compuesta por delirantes, creyera que provocando una monumental catástrofe adelantaría con tiempos, deseos y acciones exclusivamente humanos la concreción de la Segunda Venida de Cristo.

Mi humilde conclusión ha sido y es muy concreta en este aspecto: Irán no debe acceder bajo ninguna circunstancia a la fabricación y despliegue de armas nucleares o de destrucción masiva, en razón de que tal desenlace configuraría a largo plazo un peligro similar a que el Talibán con o sin sus aliados qaedistas lograran tomar el control del arsenal atómico paquistaní.

Finalizado el acto académico y al saludar al Sr. Samore, tuve la oportunidad de hacer nuevamente hincapié en la probabilidad de un autogolpe en Irán por parte de los hojjaties encabezados por Mahmoud Ahmadinejad y el ayatolá Mohammad-Taqi Mesbah Yasdi, con el apoyo de la poderosa Guardia Revolucionaria (Pasdaran), sus fuerzas especiales y otros cuerpos adictos.

Permitir el escenario de un Irán armado con armas nucleares por parte del gobierno de los EE.UU. presidido por Barack Obama, sería un hecho portador de futuro hacia escenarios plagados de peligros extremadamente graves para la seguridad internacional. Muy especialmente, si se tienen en cuenta los proyectos de proyección estratégica intercontinental y de alcance global por parte de Irán, que incluyen acciones altamente sensibles en Africa Oriental; también en Ibero América, donde cuenta con el inestimable apoyo de los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, como cabeceras interconectadas múltiples para sus proyectos en el continente.

La pregunta final que uno puede hacerse es si el joven presidente Obama tiene o no el criterio suficiente como para ejercer de manera plena la presidencia de los EE.UU. y la comandancia en jefe cuya importancia tanto se declama.

Si debo dar una respuesta sincera a esa pregunta, al menos en lo que se percibe hasta el presente, es que tengo todas las dudas de que así sea.

Todo ello al margen de que el principal deseo en cuanto al objeto del presente artículo, es que Irán decline cualquier proyecto nuclear en desarrollo con fines bélicos; o que si no lo tiene pueda demostrarlo de manera fehaciente, a efectos de evitar tragedias mayores a la región y a su país

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Agosto - Septiembre 2009 - Elul 5769
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