LA VOZ y la opinión


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LA VOZ DEL LECTOR
LA DAIA PERDIO EL JUICIO
Ya me había enterado que la justicia sobreseyó a Marcos Doño en un juicio que le entablaron dirigentes de la DAIA, pero esperaba el prometido texto completo de la sentencia.
Creo que es en extremo lamentable que estos asuntos se diriman en el ámbito de la administración de justicia estatal. Precisamente somos comunidad en la sociedad porque tenemos nuestros propios "Bet din" para los asuntos comunitarios, y aquella administración para los asuntos generales.
No tuve oportunidad de leer el artículo que dio lugar a la querella. Respecto de la actuación de DAIA (Resnizky) durante la dictadura he escrito largamente, quizás se publique algo pronto en Buenos Aires. Y no sé si alguien coincidirá conmigo. Desde luego que la denunciada connivencia de DAIA (Hercman & Kirszenbaum) con la PF es abominable, como la de AMIA con Menem (creo que ya lo dice todo el libro de mi amigo Diego Melamed, Los judíos y el menemismo), la gestión Be-raja, Banco Mayo, el abandono de los que fueron derribados y no tienen ni para comer, muchísimo más que el "lamentable" que recién usé. Y creo que es mucho mejor que la sentencia haya sido la que fue y no que hubiese sido la contraria. Sólo que ¿cómo decirte? me cuesta el "Mázl tov", sin más, sin esta matización.
Los judíos, dije una vez, hemos sido siempre la imagen especular crítica de la sociedad. Ahora parece que fuésemos sólo la imagen especular. Quien se mire en nosotros verá el reflejo de la Argentina pero ya sin aquello por lo que nos acosaron y mataron durante siglos. Su Ley, como dice el Edicto isabelino de 1492.
Independientemente de labores individuales, minoritarias, tremendamente valiosas, como también nuestra imagen crítica lo fue independientemente de que siempre hubo delincuencia individual, muy minoritaria, tremendamente dañina (y no pienso sólo en la Zvi Migdal).
Me pregunto si el deseo y la necesidad israelíes de que cuantos más abandonen y hagan aliá mejor para Israel (esto es "cuanto peor, mejor"), no deberían ser contenidos (yiesh gvul!) ante la tragedia del hambre, la dispersión desconcertada, la abdicación del liderazgo, el despilfarro de un siglo, de una comunidad que sola no está pudiendo sino destruirse. Quiero decir si el Estado, pese a la grave hora que vive, y las instituciones poderosas dentro y fuera de él, no deberían echar un cable, serio, al yishuv más golpeado del am yehudí. Y pienso en rabí Marshal Meyer y su oportunísima intervención en otras circunstancias y condiciones. Desde luego que esos primeros auxilios tendrían en quiénes apoyarse -y a quienes descartar- en el esfuerzo por devolverle la vida, y qué no podría hacerse con un par o tres de millones de dólares, que son chirolas para ellos, puestos en las manos adecuadas y con un proyecto claro. (¿Dónde están los 10 con que pagó Menem el silencio?).
Me duele mi país, y mi judería. Yo soy de los que construyen tres shules aunque sólo a uno vaya todos los viernes, al otro cuando se casa allí un amigo y al tercero no me acerco ¡ni mishíguene que estuviera! Esas manos adecuadas podrían acercarse por encima de riñas legítimas y no tanto, para diseñar el proyecto claro, para exigir porque es de tzedaká (como hacemos los buenos shnorers cuando vamos a casa de Rotschild), y refundar, refundarnos. Desde ahí podemos, entonces, ser útiles al país.
Tal vez estoy muy lejos de la realidad y estas palabras no tienen sentido. Hace mucho tiempo que mi residencia está en otra parte. Ya me dirás algo. Me duele mi país, y mi judería. Y quería explicarte por qué no pude, simplemente, decirte "Mázl tov!".
Saludos.
Jaime Naifleisch

¿Libre albedrío?
"Casher o no casher, esa es la cuestión"
"... Hijos sois del Señor, vuestro Dios... porque eres un pueblo santo al Señor... no comeréis ninguna cosa abominable...".
(Deuteronomio XIV-1-2-3)
De este modo, la Torá nos prescribe la observancia de cashrut.
El judío de todos los tiempos y de todos los lugares, acató en mayor o menor medida este precepto, o directamente nunca lo tuvo en cuenta. Cuestiones ideológicas, culturales, criterios personales, o cualquier otra razón, pudieron haber determinado en cada judío, la observancia o no de las leyes de Cashrut. En la Argentina, en especial, estas diferencias en la decisión, han sido siempre muy notorias, seguramente por el tan conocido "pluralismo judío" del que felizmente gozamos. La elección en cuanto al grado de cumplimiento de las mitzvot, constituyó siempre una cuestión de libertad. Nadie, creo, se ha sentido perseguido o condenado por su status de observancia de los preceptos.
Deseo referirme al amplio sector de judíos que cumple el precepto de cashrut. Comer casher, constituyó siempre, económicamente hablando, una dificultad. Cualquiera fuera la época en que se tratase, la diferencia de precios entre alimentos casher y no casher (en especial carne y pollo) fue siempre muy marcada.
En estos momentos particularmente duros, en que los argentinos vivimos situaciones acuciantes, en lo que tiene que ver con la diaria subsistencia, comer casher, se convirtió en algo prácticamente imposible de cumplir.
Estos últimos años, en la Argentina, se comenzó a trabajar desde muchos ámbitos de la Comunidad, (también desde el exterior) en el tema del fortalecimiento del judaísmo en nuestro país. Debía actuarse, sin pérdida de tiempo para luchar contra la asimilación. Desde diferentes lugares, ideológicamente, y con aportes económicos, se empezó a trabajar con tesón en el tema, y fue así, como empezaron a aparecer, felizmente, espacios de estudio, de recreación, de ayuda, para miles de familias judías. El tema de cashrut - salvo entre extracciones ortodoxas, cuyos rabinos, se preocupan especialmente en proveer alimentos casher a quienes lo necesiten- parece no constituir una cuestión de preocupación en ningún sector comunitario. Ni la AMIA, ni ninguna entidad dependiente del Seminario Rabínico M. T. Meyer (estos últimos, para quienes el cashrut, compone uno de los tres pilares sobre los que están basados ideológicamente) se han ocupado de que se pueda cumplir con este precepto con menores dificultades.
Los precios de los alimentos casher son exorbitantes. No se sabe a ciencia cierta, cómo se han conformado ¿Supervisión rabínica onerosa? ¿Aplicación desmedida de utilidades? Lo terrible es que, comer casher ya resulta casi un imposible. Sumado a esto, estamos en las puertas de Pesaj "la fiesta de la libertad", ¿De qué libertad, estaremos hablando, si no accederemos a cumplir la mitzvá de matzot?: Diez pesos el kilogramo de un producto nacional cuya materia prima no excede el 10% de su importe final. ¿Pensó alguien en esto?
La dificultad económica para continuar guardando cashrut, no va a significar, abandonar la observancia de más de 40 años, como en mi caso. Pero ¿Qué puede significar en familias recientemente conformadas, este problema? ¿Cuál es el mensaje que reciben quienes acaban de pasar por la Jupá y están comenzando a construir un hogar judío? ¿Se les está dando la posibilidad de elegir? ¿Se les da alguna alternativa? El tema parece una cuestión aislada y sin importancia, y sin embargo está claro que guardar casher también marca pertenencia al judaísmo. Tomemos esto muy en cuenta. No permitamos que más judíos, cansados de hacer reclamos justos, se vean obligados a "salirse del sistema"; pensemos si no, en quienes en su momento abandonaron la red escolar judía, porque no podían hacer frente a las cuotas muchas veces desmedidas de los aranceles. Padres que hubiesen deseado permanecer, si se les hubiera brindado un arancel posible de afrontar. No esperemos a tener que subsanar errores que no debían haberse cometido. Son muy loables los mejonei noar gratuitos, la pena es que muchos de ellos surgieron para recomponer una situación que podía haberse evitado. Centremos bien las energías en lo que debemos cuidar, no miremos para otro lado.
Hay un creciente sector de judíos, en su mayoría jóvenes que se está acercando con fuerza a la tradición, muchos de ellos, provenientes de hogares en los que ella no se mantenía, y que hoy, desea vivir este judaísmo transmitido por generaciones, el del cumplimiento de las mitzvot; una corriente joven a la que le han indicado un camino a seguir y en el que están aprendiendo a transitar el judaísmo de la Torá. Si les indicaron ese camino, pues bríndenles los elementos para poder llevarlo a cabo.
Señores dirigentes y miembros de Instituciones religiosas: No hagan el trabajo a medias. Es el momento de actuar. El tema de cashrut es una cuestión que nunca es tenida en cuenta, y es tan importante como cualquier otra. Tomen el tema con responsabilidad. Deben hablar con todos los sectores involucrados: Productores, proveedores, distribuidores, autoridades rabínicas que reglamentan la labor de los shojtim (matarifes) de las supervisiones y todo otro tema ritual. Hablar con toda la cadena de fabricación y distribución, y a partir de allí, tomar conciencia de que los precios a los que deben arribar, deberán ser accesibles al consumidor; de que, en un caso como es el del cumplimiento de la mitzvá que tiene carácter de obligatoriedad, debe pensarse seriamente en poder facilitar esta observancia, no en dificultarla. Los precios deben adecuarse a la realidad. Las utilidades desmedidas no pueden tener cabida aquí. Si es necesario, será tarea preocuparse en conseguir fondos de subsidios, para abaratar los productos. No olvidemos: Comer casher no debe ser un lujo para unos pocos. Abran los ojos a la realidad, no se conviertan en responsables de que cientos de personas abandonen el cashrut, o que este año, no puedan guardar Pesaj porque el precio del "pan pobre" está por las nubes.
Hoy en día, es mucho más fácil, en cualquier cuestión, dejarse caer y no redoblar los esfuerzos para conseguir lo que uno quiere. Nosotros nos alimentamos del contexto, y en el ámbito de asimilación en que vivimos, todas las fuerzas parecen indicar que no es tan importante el cumplimiento de las mitzvot, y de a poco, vamos reduciendo nuestra propia exigencia. El precio oneroso de los artículos casher no hace más que agregar el disparo final que termina de matar nuestra convicción.
Hay muchas familias esperando, muchas de ellas conformadas por jóvenes que eligieron seguir la tradición judía. Todavía, desde la angustia, desde la frustración, hay quienes están pidiendo a gritos, seguir perteneciendo. No esperemos a que se acallen las voces. Habrá sido demasiado tarde.
Cita Machabanski

Abril de 2003
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