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EDITORIAL
Amia, la mugre

Por Daniel Schnitman
Claudio Lifschitz, era un agente de la Policía Federal infiltrado en el juzgado de Juan José Galeano, que a su vez respondía al jefe de la SIDE, Hugo Anzorreguy, y por indicación de éste, a Carlos Corach. Lifschitz solía venir a mi programa LAVOZ TV cada vez que se lo requería. Abogado, y ex prosecretario de Galeano en la causa AMIA, alertaba, (al aire) las tropelías que cometía el entonces juez y los “aprietes” a que lo sometía el ex presidente de la DAIA. Ello, mas las denuncias por los328 millones de dólares recibidos por el
Banco Mayo (que presidía Rubén Beraja) de parte del Banco Central del gobierno de Carlos Menem, en momentos de su “enfermedad financiera terminal” y que culminaría en el derrumbe de su offshore Mayflowers.( El dinero que tomaba de esa offshore, y de la mesa de dinero, Beraja lo derivaba en forma de préstamos para inversiones inmobiliarias. Esos créditos eran para testaferros y personas vinculadas al banco)[*1], me llevaron, (junto a otros periodistas del staff) , a enfrentar un juicio por “injurias graves”,(pergeñado en una Asamblea Federal de la representación política del judaísmo argentino) del que logramos salir airosos en nuestra “ honorabilidad personal y profesional”. (Ver lavozylaopinion.com.ar /números anteriores: “La DAIA perdió el juicio”) A Lifschitz, por su lado, le llovieron acusaciones judiciales, un secuestro en marzo de 2009 en el que le tajearon la sigla AMIA en la espalda y un intento de asesinato en julio de ese año. También fue abogado de los boliches de Raúl Martins, agente de la SIDE hasta fines de los 70 y "muy amigo del Lauchón y de Stiusso". En realidad, la pelea entre Lifschitz y Galeano fue en gran medida la pelea entre la Federal y la "Sala Patria", el grupo de la SIDE preferido por Anzorreguy y el que le pagó 400 mil dólares a Telleldín ( por idea de Beraja/DAIA?) para que acusara falsamente al comisario Ribelli y los demás policías bonaerenses, que nada habían tenido que ver con el ataque a la AMIA.
Está claro que las bombas que volaron la Embajada de Israel y la AMIA y en el encubrimiento de los mismos, participaron efectivos de la Federal.
Pero esto no es todo, como el mismo Lifschitz se jacta y el idóneo periodista Urien Berri consigna, Lifschitz fue abogado de los prostíbulos de Raúl Martins y "muy amigo" tanto del asesinado Lauchón Viale como de su jefe y mentor, Stiusso, alías "Jaime Stiles".
La SIDE de Stiusso fue la encargada de evitar por todos los medios que se sepa quién y por qué se pusieron las bombas, y garantizar que las culpas recaigan en Irán.
¿Por qué? Porque las bombas son un mensaje de "¡Paguen lo que deben!" a banqueros y financistas (algunos judíos) que se quedaron con dinero procedente del tráfico de drogas que debían blanquear, Esto es, lavar e introducir en el sistema bancario de los Estados Unidos, para que los narcos pudieran hacerse con su dinero.

Es fácil de ver: las decenas de casetes con escuchas telefónicas que se "perdieron" tanto en el Departamento de Protección al Orden Constitucional como en la SIDE puede colegirse fácilmente por lo poco que se preservó es porque las grabaciones al teléfono de la casa de Carlos Telleldín en Villa Ballester (cuando Telleldín, oliéndose que había sido elegido como pato de la boda, se fue a Misiones, y su casa estaba ocupada por agentes de la SIDE) eran dinamita pura, al poner en evidencia que culpaba de su situación a la banda policial a la que le había entregado una Traficc que los diarios decían (falsamente) que había servido de vehículo-bomba. Tal como demostró Horacio Verbitsky, los servicos externos de países a los que les convenia un Irán asesino, acordaron una versión falsa del atentado: camioneta-bomba/conductor suicida y de ahí deriva todo lo demás, cuyo fruto son las insostenibles acusaciones del fiscal Alberto Nisman, siguiendo las mentiras del ex juez Galeano y Rubén Beraja (que no por algo
permanecen impunes, ya que si fueran presos arrastrarían consigo a unos cuantos) como el tiempo inexorablemente se encargará de demostrar si se conforma la "Comisión de la Verdad" integrada por juristas notables e independientes que prevé el memorando de entendimiento argentino-iraní.

Aquí la nota testigo: A fondo

El espía: Lauchón Viale, el hombre que sabía demasiado-La muerte de un agente de la SIDE

Por Jorge Urien Berri | LA NACION

La víctima, Lauchón Viale, agente de contrainteligencia de la Secretaría de Inteligencia, la ex SIDE. Vinieron a matarme, se habrá desesperado el Lauchón, sin resignarse a lo inconcebible, mientras seguía disparando con su Glock. Morir él, el Lauchón, mano derecha de uno de los hombres más poderosos del país, morir en ropa interior, agazapado en el baño de su casa mientras su esposa, cama. Morir él, conocedor de tantos secretos y mentiras del poder. Morir bajo el fuego de los subfusiles que disparaba desde el pasillo la hilera de policías del Grupo Halcón de la Bonaerense que irrumpieron en su casa de Moreno como una tromba después de destrozar la puerta gritando "¡Alto!" y no "¡Policía!".
Los siete halcones de la fila declararon que aquella madrugada del 9 de julio de 2013, se presentaron como policías en la casa de La Reja, y que el Lauchón les disparó y ellos respondieron. Tal vez ése fue el error de Pedro Tomás Viale: no saber, no creer que los invasores eran policías y no asaltantes, y que alguien había decidido -ordenado- su muerte. La esposa y los dos testigos que llevó la policía negaron que éstos se identificaran como tales. También el juez que los procesó.Cómo iba a creer el Lauchón, que a él, hombre de máxima confianza del ingeniero Antonio Stiusso, eterno factótum de la central de espías, los de la Bonaerense fueran a matarlo como a un perro a sus 59 años, si tantas veces había actuado con el Grupo Halcón en causas de narcotráfico. Los que vieron el expediente subrayan que los orificios en la pared del living indicarían que los halcones entraron disparando. Él devolvió el fuego y ellos lo multiplicaron hasta que cesaron los gritos y los disparos desde el baño.
Murió acribillado. Once orificios de bala, uno en la cara y seis en el tórax, abrieron un misterio más de los tantos que en la Argentina combinan crimen y política, bajos fondos y altas esferas, y que, por eso, nacen condenados a la impunidad. Su muerte simboliza la pérdida de poder de la ex SIDE desde que Cristina Kirchner privilegió a Inteligencia del Ejército. Matar a un hombre de confianza de Stiusso fue como abofetear al hombre que vio sucederse, como cuadros que se cuelgan y descuelgan, a cada jefe político de la secretaría, o Señor 5, en el edificio de la calle 25 de Mayo, frente a la Plaza de Mayo. ¿Cuál de los tantos asuntos en que el Lauchón intervino profesionalmente le valió la muerte? ¿Narcotráfico, contrabando, secuestros, la investigación de la voladura de la AMIA? Un allegado a la ex SIDE descarta esta última hipótesis y admite que el asesinato -así lo califica- pudo haber sido un medio para golpear a Stiusso y al organismo, "una represalia por las bandas de narcos que atrapó la SIDE y que tal vez hacían negocios con policías". El Grupo Halcón irrumpió en la casa de Rocha Blaquier 1502 por una investigación de narcotráfico. La secuencia, por burda, roza lo irracional. En las escuchas telefónicas, el Lauchón habla con un
sospechoso de narcotráfico que quería comprar terrenos y viviendas desocupadas con dueños fallecidos, y procuraba su intermediación. En la causa de arcotráfico hay cinco procesados enviados a juicio; uno de ellos, el hombre que hablaba con el Lauchón. "Era uno de sus tantos informantes", aseguran. Para el juez federal de Morón, Juan Pablo Salas, al Lauchón fueron a asesinarlo. Cuando procesó a diez policías bonaerenses por homicidio calificado -agravado por ser policías- el juez afirmó que entraron sin identificarse provocando la reacción del espía y que, "abusando de su función", lo mataron.

Cassettes perdidos de la AMIA

Las vidas del Lauchón y de Claudio Lifschitz se cruzaron muchas veces sin que nunca se hablaran o cambiaran un saludo. El camino de tantos cruces fue la investigación de la voladura de la AMIA."Por lo que leí, fueron a fusilarlo", no duda Lifschitz, De su relato surge que uno de los episodios más oscuros del caso AMIA comenzó en la barra de Top Secret. "El barman era un iraní de unos 30 o 35
años, Ebrahim, a quien Martins propuso como traductor de farsi de la SIDE. Tradujo antes y después de la voladura de la AMIA." Lifschitz remarca ese "antes y después", porque cuando trabajaba en el juzgado de Galeano descubrió que antes del atentado el juez federal de Lomas de Zamora, Alberto Santa Marina, ya
investigaba una célula iraní integrada, entre otros, por Khalil Gathea."Los teléfonos de Gathea y los demás estaban intervenidos irregularmente por la SIDE antes de la voladura. Las traducciones las realizaba el barman Ebrahim, me lo dijo él. Después de la voladura, Ebrahim tradujo muchas grabaciones telefónicas, por ejemplo de Moshen Rabbani [ex agregado cultural de la embajada de Irán en Buenos Aires]." Son los famosos cassettes con miles de horas de conversaciones que se perdieron. "¿Por qué la SIDE escuchó a los iraníes y lo ocultó? Son 40.000 horas de escuchas desaparecidas", pregunta Lifschitz.

En su libro, Lifschitz denunció con documentación que la SIDE había infiltrado la célula de Gathea, pero que días antes del atentado el grupo "se les escapó, lo perdieron, y días después voló la AMIA". En la hipótesis de Lifschitz, el papel entre irregular e inepto de los espías explicaría la extraña actitud de la ex SIDE en la causa. "El Lauchón -agrega Lifschitz- le pidió a Ebrahim que se pegara a Gathea".
El trabajo del Lauchón era la noche, en la noche estaban sus informantes. Y a pesar de eso, nunca lo vieron borracho. Quienes lo conocían, saben que jamás iba a tirotearse con la policía.

[*1] Los inversores que depositaron en Mayflowers eran los mismos del banco Mayo. Derivaban parte de sus depósitos, que en su mayoría era dinero en negro, a la offshore para ganar unos puntos más de tasa. Cuando comienza la crisis financiera internacional, la situación cambió. Esos inversores tienen pérdidas por sus colocaciones en títulos y acciones o tienen otros problemas de liquidez. Por cautela, entonces, quieren sacar su dinero de Mayflowers, que en plena crisis vislumbran más débil. ¿Y qué hacen los torpes administradores de Mayflowers? Deciden no devolver los depósitos.

Dr. Fabián Rodríguez Simón/ Con producción de J.Salinas


Noviembre 2014 / Jeshvan - Kislev 5775
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