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El montaje AMIA-Irán
Por Por Gareth Porter corresponsal

En 2008, publicamos esta nota que revela cómo la administración Bush, junto a diplomáticos israelíes y argentinos, ejercieron presión para responsabilizar a Irán por el atentado a la mutual judía. Un caso plagado de pruebas contradictorias que podrían desmentir la hipótesis principal que guió las investigaciones.
Esta campaña de propaganda depende fuertemente de una decisión tomada por la Asamblea General de la Interpol, que votó poner 5 ex funcionarios iraníes y un líder de Hezbollah en la “lista roja” de la organización policial mundial, por haber presuntamente planeado el atentado de julio de 1994. Pero el Wall Street Journal informa que fue la presión desde la Administración Bush, junto con diplomáticos de Israel y Argentina, la que aseguró el voto de Interpol.
Luego de pasar varios meses entrevistando funcionarios en la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires, familiarizados con la investigación argentina, la cabeza del equipo del FBI que la asistió y el investigador independiente más informado del caso, encontré que nunca se halló evidencia real que pudiera implicar a Irán en el atentado. Basado en esas entrevistas y los registros documentales de la investigación, es imposible evitar la conclusión de que el caso contra Irán sobre el atentado a la AMIA ha sido dirigido desde el principio por la enemistad de los Estados Unidos con Irán, no por el deseo real de encontrar a los verdaderos responsables..
Una pared de presunciones
La política sobre los atentados se torció desde el principio por una estrategia de la Administración Clinton para aislar a Irán, adoptada en 1993 como parte de un entendimiento con Israel en las negociaciones de paz con los Palestinos. El mismo día del crimen, antes de que pudiera saberse algo sobre quién era el responsable, el Secretario de Estado Warren Christopher le echó la culpa “a aquellos que quieren detener el proceso de paz en el Medio Oriente” – en obvia referencia a Irán.
William Brencick, entonces el jefe de la sección política de la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires y el contacto principal de la investigación, recordó en una entrevista conmigo, que una “pared de presunciones” guió el enfoque de los Estados Unidos en el caso. Las presunciones principales, dijo Brencick, eran que la explosión era un suicida y que el uso de un suicida era prima facie evidencia de la participación de Hezbollah – y por lo tanto de Irán.
Hunter pronto identificó discrepancias importantes entre la tesis del auto-bomba y el patrón de explosión que se registró en fotos. Escribió un reporte dos semanas más tarde notando que luego del atentado, la mercadería de un negocio justo al lado de la AMIA estaba compactada contra las ventanas del frente y mercadería de otro local había volado hacia la calle – sugiriendo que la explosión había venido desde el interior del edificio, más que desde el exterior. Hunter también dijo que no entendía cómo los edificios del otro lado de la calle podrían estar todavía en pié si la bomba había explotado en el frente de la AMIA, como sugería la tesis del auto-bomba.
La falta de evidencia de un testigo ocular que amparara esta tesis fue llamativa. De 200 testigos oculares en la escena, sólo uno aseguraba haber visto la Renault Trafic blanca. Muchos testificaron que estaban mirando hacia el lugar donde la Trafic debería haber explotado y vieron nada. Nicolasa Romero, esposa de un policía de Buenos Aires, era ese testigo solitario. Ella dice haber visto una Renault Trafic blanca acercarse a la esquina donde estaba parada con su hermana y su hijo de 4 años. Pero la hermana de Romero declaró que el vehículo que vieron pasar era un taxi amarillo y negro, más que una Trafic Blanca. Otros testigos declararon haber visto un taxi amarillo y negro segundos antes de la explosión.Sin embargo, a pesar de la falta de testigos oculares y la debilidad de la evidencia forense, el Departamento de Estado adoptó públicamente la teoría del atentado suicida en 1994 y 1995.
“Toda la cuestión de Irán parecía un tanto endeble”
En una entrevista, James Cheek, embajador de Clinton en la Argentina en el tiempo del atentado me dijo “En mi conocimiento, nunca hubo evidencia real [de responsabilidad de Irán]. Nunca aparecieron en nada” La pista más caliente en el caso, recuerda, era un desertor iraní llamado Manoucher Moatamer, quien “supuestamente tenía toda esta información”. Pero Moatamer terminó siendo un oficial de bajo rango insatisfecho sin el conocimiento de las decisiones gubernamentales que argumentaba. “Finalmente decidimos que no era creíble” recuerda Cheek. Ron Goddard, entonces el Subdirector de la Misión de Estados Unidos para la Argentina, confirmó el relato de Cheek. Recuerda que los investigadores no encontraron nada para conectar a Irán con el atentado. “Toda la cuestión de Irán parecía un tanto endeble”, dijo Goddard.
Luego, en el 2000, un desertor más apareció con una nueva historia sobre la responsabilidad de Irán. Abdolghassem Mesbahi, quien afirmaba haber sido el tercer hombre en el ranking de los servicios de inteligencia iraníes, le dijo al juez Galeano que la decisión de volar la AMIA había sido tomada en una reunión de altos funcionarios iraníes, incluido el presidente Akbar Hasehmi Rafsanjani, el 14 de agosto de 1993. Pero Mesbahi fue rápidamente desacreditado. Bernazzani me dijo que los funcionarios de inteligencia creían que para el 2000 Mesbahi había perdido ya hacía tiempo su acceso a la inteligencia iraní, que era “pobre, inclusive en la quiebra” y que estaba listo para “proveer testimonio a cualquier país sobre cualquier caso que involucrara a Irán”
En noviembre de 2005, Nisman y Burgos anunciaron que Romero había identificado a Berro en las fotos de Detroit como la persona que había visto justo antes del atentado. Romero, por su parte, dijo que “no podía estar completamente segura” que Berro fuera el hombre en la escena. En un testimonio en la corte, de hecho, ella declaró que no había reconocido a Berro del primer grupo de fotografías o siquiera del segundo. Ella finalmente vio algunas “similitudes en el rostro” en una de las fotografías de Berro, pero sólo cuando la policía le mostró el identikit basado en la descripción dada luego del atentado.Un alto funcionario de la Casa Blanca acaba de llamar al caso de la AMIA como “una clara definición de lo que significa el apoyo al terrorismo por parte del Estado de Irán”. De hecho, la insistencia de los Estados Unidos de adjudicarle el crimen a Irán para poder aislar al régimen de Teherán, a pesar de que no hubiera evidencia para apoyar tal acusación, es la definición perfecta de la creación cínica de una acusación al servicio de los intereses del poder.
"El Gobierno reconoce la responsabilidad del estado Argentino por la violación de los Derechos Humanos denunciada por los peticionarios en la presentación efectuada ante la CIDH en este marco: Derecho a la vida(art.4 de la Convención Americana; Derecho a la Integridad Física (Art. 5 CA); Derecho a las Garantías Judiciales (Art. 25 CA) y el Deber de Garabtía (Art.11 CA) en lo siguientes Términos"... En este sentido, "El Estado reconoce responsabilidad, ya que existió un incumplimiento de la Función de Prevención por no haber Adoptado las medidas idóneas y eficaces para intentar evitar el Atentado, teniendo en cuenta que dos años ante4s se había producido un hecho terrorista contra la Embajada de Israel en Argentina", "El Estado Reconoce responsabilidad , porque existió encubrimiento de los hechos, porque medió un grave y deliberado incumplimiento de la función de investigación del Hecho ilícito ocurrido el 18de Julio de 1994, y porque este incumplimiento en Materia de Investigación Adecuada produjo una clara denegatoria de justicia, todo ello conforme fue declarado po0r el Tribunal Oral Federal en lo Criminal Nº 3 de la Ciudad de Buenos Aires en su sentencia del 29 de Octubre de 2004".
Luego de éste pronunciamiento terminante, el Estado propone una Agenda alternativa de trabajo, con bruscos cambios para abordar las diferentes cuestiones de la Causa.
Por todo ello, queda más que claro, que el Gobierno de Carlos Menem, su ministro Carlos Corach, el jefe de la SIDE, Hugo Anzorregui, el ex embajador de Israel en Argentina, Itzják Avirán, el ex titular de la DAIA durante el atentado, Rubén Beraja, el ex Juez de la Causa, Juan José Galeano, .y, por supuesto, la Policía que debería haber investigado y los propios defensores (Abogados) de las instituciones centrales (Marta Nercellas por DAIA y José Avila por AMIA) tuvieron que ver, en mayor o menor medida con los espurios manejos, todavía no claros de su poder para ensuciar y embarrar la cancha.



Marzo 2015 / Adar - Nisan 5775
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