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De la “NO” investigación del asesinato en la AMIA y DAIA
A esta altura de la “NO” investigación del asesinato en la AMIA y DAIA han permitido que la mentira persistiera durante tanto tiempo. La respuesta es bien sencilla: el dinero y los negocios pueden callar a cualquiera, incluso a aquellos que se rasgan las vestiduras asegurando buscar justicia
A continuación, algunos de los acusados y testigos más relevantes implicados en este caso que fueron interrogados por el ex juez Galeano…
Manucheh Motamer*Acusa a las autoridades iraníes de estar implicadas en el diseño del atentado Iraní fugitivo del que se presentaron pruebas y documentos a las autoridades judiciales argentinas sobre desfalco y fraude por él cometidos. Después de refugiarse en EEUU fue detenido acusado de robar en una tienda.
Abulqasem Mesbahi*(conocido como el testigo C) Durante el interrogatorio practicado por el juez, él aventuró que Irán, para ocultar su responsabilidad en el atentado, entregó 10 millones de dólares al Gobierno de entonces de Argentina. En 2003 envió una carta a la SIDE en la se retractaba de todas sus declaraciones anteriores y de las referidas ante el juez, anunciando que el interrogatorio del magistrado fue unilateral y capcioso y que en absoluto había él hecho semejantes confesiones.
Carlos Telleldín* Ciudadano argentino que traficaba con coches robados. Declaró haber estacionado el coche bomba perteneciente a Hezbolá frente al edificio de la AMIA. Asimismo, acusó a oficiales de policía de Argentina de haber participado en el atentado. Ulteriores pesquisas del aparato judicial de Argentina sacaron a la luz que había sido sobornado con 400.000 dólares por la SIDE para que testificase en falso. Fue absuelto mediante un veredicto del Tribunal Oral Federal nº 3 en 2004 de participación en la colocación del artefacto explosivo. Telleldín declaró haber estado presionado mientras declaraba como sospechoso.
Ana Boragni* Esposa de Carlos Telleldín. Durante las investigaciones confesó que su marido había aceptado un soborno, pero puntualizó que él ignoraba que esa cantidad de dinero fuese un soborno sino que creyó que era por el pago de la publicación de un libro por una institución de Suecia.
Alejandro Semorile*Anterior abogado de Telleldín. Después del cese de Galeano corroboró la hipótesis de éste en calidad de testigo anónimo
Juan José Ribelli*Oficial de policía que permaneció en prisión desde 1996 a 2004 por orden del juez Galeano. Ribelli fue acusado junto a otros oficiales de policía por Telleldín de haber participado en el atentado. Fue absuelto mediante un veredicto del Tribunal Oral Federal nº 3 en 2004 de participación en la colocación del artefacto explosivo. Una vez liberado, acusó de delitos al juez Galeano y a Hugo Anzorreguy, titular de la SIDE.
Mario Bareiro* Oficial de policía que permaneció en prisión desde 1996 a 2004 por orden del juez Galeano. Fue absuelto mediante un veredicto del Tribunal Oral Federal nº 3 en 2004 de participación en la colocación del artefacto explosivo.
Anastasio Leal* Oficial de policía que permaneció en prisión desde 1996 a 2004 por orden del juez Galeano. Fue absuelto mediante un veredicto del Tribunal Oral Federal nº 3 en 2004 de participación en la colocación del artefacto explosivo.
Raúl Ibarra*Oficial de policía que permaneció en prisión desde 1996 a 2004 por orden del juez Galeano. Fue absuelto mediante un veredicto del Tribunal Oral Federal nº 3 en 2004 de participación en la colocación del artefacto explosivo.
Miriam Salinas* Fue detenida acusada por Galeano, pero, inmediatamente, una vez fue puesta en libertad, declaró como testigo anónima corroborando las tesis de Galeno.
Nicolasa Romero* Declaró haber visto al conductor suicida antes de perpetrar el atentado. Después de ver una fotografía del mártir Ibrahim Berro, combatiente del Hezbolá libanés, dijo haber cierto parecido entre dicha fotografía y la persona que ella vio, aunque no lo aseguró.
Como sea, todo ello hace necesario volver a revisar la indagación de marras por parte de la Justicia. No será complicado, ya que todas las pruebas se encuentran en las primeras fojas del expediente AMIA. Allí queda demostrado que no hubo coche bomba y los nombres de los culpables del atentado aparecen claramente.
Uno de ellos es quien aportó el volquete que estuvo en la puerta de la mutual judía ese día de julio del 94: Nasif Hadad. Otro de los que debe investigarse ya no está, pero fue quien mandó a “limpiar” la AMIA un día antes de que explotara: Alfredo Yabrán.
Si a esos nombres se agrega el del narcoterrorista Monser Al Kassar, será el mejor comienzo para develar la trama maldita.
La evidencia que la justicia no investigo
El ex juez Galeano, además de pagarle 400 mil dólares a Telleldin para que involucrara a terceros ajenos a la misma y cometer mil tropelías, utilizó como ardid un método conocido vulgarmente como “embarrar la cancha”, que consiste en llenar la causa de testimonios e investigaciones dispersas, sin sentido, con el objeto de hacerla ininteligible, mientras que por otro lado el volumen que tomaba el expediente hacía creer que se avanzaba sobre pasos firmes y serios. Paralelamente, ocultaba expedientes que en general contenían derivaciones que eventualmente, podían rozar al ex presidente Carlos Menem.
Estos expedientes conforman los primeros cuerpos. Allí donde un criminal inexperto deja huellas, quedó la marca indeleble del modo en que el atentado se perpetró. Estos expedientes primigenios, aún hoy se ocultan a la población. Las primeras hojas, están firmadas por miembros de la Policía Federal que poco y nada debieron estar comprometidos con el atentado.
Así, un oficial comienza a relatar lo que puede observar. Sangre, cuerpos desgarrados, autos semi destruidos, gente conmocionada vociferando, niños muertos, ancianos decapitados y algunos cuerpos que aparentan ser jóvenes mutilados. De todo esto, miles de cámaras oficiales, privadas de curiosos y de periodistas profesionales, toman fotos y miles de metros de películas. Posteriormente, en ninguna de ellas puede observarse nada que muestre el origen de la explosión, con excepción de un pedazo de volquete que se encontraba estrellado contra un edificio vecino a la AMIA, que llama la atención de todos por el estado en que había quedado. Otro pedazo de volquete había decapitado a una mujer a unos 50 metros del lugar de la explosión. El oficial que hace el informe relata que el volquete contenía “signos inequívocos de haber contenido explosivos en su interior”. Informa también que de acuerdo a varios testimonios recogidos en el lugar, el volquete había sido dejado por un camión algunos minutos antes de la explosión.
Comenzaba así un camino hacia la verdad, lisa y llana. Se comprueba pronto que la empresa que había dejado el volquete se llamaba Santa Rita, y que su dueño era Nassibb Haddad, ciudadano de origen libanés. La investigación avanza a grandes pasos. Se identifica al explosivo utilizado como amonal, una mezcla explosiva utilizada ampliamente en minería, compuesta por nitrato de amonio, aluminio y gas oil o fuel oil. El agregar aluminio había sido un invento de los nazis, que se descubrió al ser analizadas algunas bombas que Göring y su Luftwaffe habían dejado caer sobre Londres sin haber explotado.
Horas después, los investigadores detectan que Haddad y su hijo Javier habían comprado miles de kilos del explosivo utilizado, junto a detonadores eléctricos, mechas, y toda la parafernalia necesaria para la voladura. En primera instancia, Haddad dijo no saber nada de los explosivos, pero ante la evidencia abrumadora, cambió el discurso.
Ante este cúmulo probatorio que en sí significaba virtualmente haber descubierto todos los eslabones que mostraban cómo había sido el atentado, los fiscales federales en forma unánime -no sólo Mullen y Barbaccia- ordenan la detención de Haddad, de sus hijos, y del ciudadano de origen sirio Alberto Kanoore Edul, ya que un segundo volquete había sido llevado hacia la calle Constitución al 2600, y entregado en un terreno presuntamente regenteado por él.
La investigación siguió avanzando y se detecta que los explosivos adquiridos por Haddad en la firma Delbene y Serris de Olavaria, habían sido comprados utilizando documentación vencida. Luego, en un galpón de esta firma (ahora bajo el nombre Explosivos Centro), se encontraron más explosivos y cohetes de artillerías.
Pero en un allanamiento en Puerto Nuevo, uno de los lugares de actividad comercial de Haddad, se descubre un documento de importancia vital para la causa, que es debidamente secuestrado. Contiene la hoja de ruta del chofer, junto a un plano explicativo de cómo debía colocarse el explosivo que sería transportado dentro de un volquete. Lo primero que sobresale ante el más somero análisis, es que el volquete eventualmente solicitado para las reparaciones en AMIA figura como anulado. Es decir, el volquete llevado a la AMIA corrió por cuenta y orden de la empresa Santa Rita. No había sido solicitado ni por Malamud, el arquitecto encargado de las reparaciones, ni por ninguna otra persona.
A nombre del chofer del camión Alberto López, existen los dibujos explicativos de cómo debía colocar el volquete frente a la AMIA, observándose claramente un dibujo a mano que muestra la calle Pasteur, el edificio de AMIA, y un llamativo 633 que, observado con cuidado, es un plano virtual del cráter que quedó después de la explosión.
Las declaraciones
Más de cien testigos afirmaron que frente a la AMIA había un volquete, mientras que otros refieren haber visto dos. Pero sin intención de desacreditar lo visualizado tanto por ciudadanos que habían pasado por el lugar instantes antes, como por damnificados por la explosión, el propio camionero declaró que había dejado el volquete “justo delante de la puerta de AMIA” lo que exime de mayores comentarios.
Así, la causa estaba cerrada. Posteriores investigaciones demostraron que Haddad había viajado a la Triple Frontera, tenía grado importante de parentesco con el sheik Fadlallah (material aportado por DAIA entre otros), virtual fundador e ideólogo de Hezbollah, y mil relaciones más.
Pero de pronto, Edul reconoce ser amigo íntimo del presidente Menem (programa de “Chiche” Gelblung, grabado con la presencia del periodista Juan Salinas y del propio Kanoore Edul) El segundo de Anzorregui en la SIDE, el vicealmirante Anchezar, ordena el cese de las escuchas telefónicas y las intervenciones que afectaban a Edul. Sobre el particular bastan las afirmaciones del fiscal Nisman en el programa La Voz y la Opinión, grabado el viernes 1° de julio de 2005.
De pronto, los primeros cuerpos de la causa se transforman en Secreto de Estado .En una actitud extraña, un manto oficial de protección recae sobre los amigos de Hezbollah. Las grabaciones se pierden, las libretas de direcciones también, y todo lo que dice Siria o Irán queda prohibido.
Y así, en este contexto de absoluto encubrimiento ya reconocido oficialmente por el gobierno de la República Argentina, empujada por la Policía Federal aparece en escena la Trafic Blanca, chasis corto, incendiada y reparada, modelo 1989 que, conducida por un suicida, pasa por encima del volquete y se estrella frente a la AMIA. Nadie la había visto estrellarse ni pasar por la calle Pasteur. Nadie pudo filmar el primer día sus restos, esos que a diario se ven humeantes en atentados en Medio Oriente.
El fabricante (Renault) informó que ninguna de las piezas que habían sido analizadas por sus expertos había sido sometida a fuego. Por otro lado, una pieza vital, como la bomba de nafta, de la que depende si o si el funcionamiento del vehículo, no pertenecía al modelo, no funcionaba ni podía ser adaptada al mismo. La farsa de la Trafic había caído como un castillo de naipes.
Mullen y Barbaccia, ahora sospechados, estuvieron a punto de abandonar la hipótesis falsa que siguieron e ir por el camino correcto.
Pero aquí la historia no sirve como ejemplo. Aún hoy, los primeros diez cuerpos de la causa permanecen ocultos a la sociedad. Allí donde la verdad emerge nadie puede hurgar. Demasiados años de ocultamiento e impunidad. Un largo viaje hacia la mentira que todavía perdura.

Investigacion: J. Salinas, G.Levinas, C. De Napoli, archivo LA VOZ y la opinión



Julio 2013 / Av - Elul 5773
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