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El hombre que anunció el ataque a las Torres:
Bernard Lewis

Por Moshé Korin
Es hoy, posiblemente, el especialista más importante sobre el mundo árabe y el Islam. Conoce la cultura y la lengua árabes como pocos. Define a los enemigos del Occidente como “personas que sienten que su causa es el islam, con gente que representa una versión particular del islam y que tiene un enorme apoyo entre los musulmanes”, pero eso —advierte— “no quiere decir que estemos en guerra contra el islam”. Asimismo, se niega a que se politice el área de estudios de la Historia, ya que esto tendría consecuencias negativas.

Enemigo oculto
Era el joven profesor de Historia, Cleveland E. Dodge en Inglaterra en 1940, y debió enrolarse para combatir en la Segunda Guerra Mundial. Pero en aquel entonces era más optimista que hoy sobre los resultados a lograr.
Dice que estamos sufriendo la cuarta guerra mundial —la tercera fue la llamada “Guerra Fría”— y él es el hombre que además de haber anunciado anticipadamente la revolución iraní del “Ayatola” Jomeini (realizada en 1979), más acá en el tiempo predijo también un ataque de envergadura al corazón de Occidente, como el que finalmente se produjo en septiembre de 2001 contra las torres neoyorquinas. Actualmente –sostiene– nos topamos con un enemigo agazapado, muy difícil de localizar y del que no sabemos dónde está. Esto no ocurría en los años treinta y cuarenta, donde se ubicaba perfectamente como enemigos visibles a la Alemania de Hitler o a la Unión Soviética de Stalin, asevera.

Celebridad
Bernard Lewis –de él estamos hablando–, es autor de una veintena de muy importantes libros, entre los cuales los más célebres son “Los árabes en la Historia” y “Estudio del Islam”, y otros más recientes como “¿Qué ha pasado? El impacto de Occidente y la respuesta del Medio Oriente” (2002), “La crisis del Islam: Guerra Santa y terrorismo” (2003) y “From Babel to Dragomans: Interpreting the Middle East” – de Babel a Dragomans: interpretando el Medio Oriente (2004) -. Son pocos los que discuten hoy la condición de “número uno” de Bernard Lewis en el estudio de los temas árabes y del islamismo.
A fines de abril de 2006 le celebraron en Filadelfia sus noventa años de edad, a este orgulloso judío angloamericano, con un Seminario sobre el Islam y el Occidente. Varios barrios de la ciudad tuvieron que ser acordonados, debido a la presencia –entre otros– del Vicepresidente de los Estados Unidos, Dick Cheney, de varios senadores, de celebridades académicas y hasta de estrellas del cine y de la televisión. Todos pugnando por brindar su cálido reconocimiento al maestro.
Queremos aquí, en la primera parte de nuestra nota, pasar revista a algunos de sus conceptos en base a las más recientes declaraciones que formulara a la prensa internacional.

La polémica
El recientemente fallecido profesor árabe cristiano Edward Said —que como sabemos conformó un ámbito común junto a Daniel Baremboim— en su libro “Orientalismo” (1976) intentó demostrar que los autores orientalistas, como Lewis, son básicamente “imperialistas” que miran por arriba del hombro la cultura oriental. Said, profesor de Literatura Comparada en los Estados Unidos, tuvo en este país bastante eco (a diferencia de Europa). Pese a que no tenía los créditos académicos que se suelen exigir, tuvo muchos seguidores y difusores de la teoría poscolonial, que optaron por sus diatribas contra “el imperialismo” en vez de profundizar en los estudios del Oriente que había realizado Lewis.
Los partidarios de Said desestimaron la importancia de los eruditos estudios de Lewis. A diferencia de Raymond Aron frente a Jean-Paul Sartre, dice Walter Laqueur (director del Instituto de Estudios Estratégicos de Washington), Lewis sí pudo ver en vida que tenía razón en su polémica con Said. Además, agregamos nosotros, lamentablemente también todos pudieron constatar que no se hallaba equivocado cuando predijo un atentado de magnitud contra el mundo libre.

Argumentos
Ya en 1990, Bernard Lewis acuñó el término “choque de civilizaciones”, que poco más tarde retomaría y popularizaría Samuel Huntington.
En un artículo en el “Foreign Affairs”, fue también Lewis el primero en llamar la atención sobre el significado de aquella proclama de Bin Laden en 1998, que convocaba a recuperar las tierras para el Islam. Y Lewis señaló asimismo que el fanático líder consideraba como tierras del Islam a una geografía que incluye tanto a España como a Israel.
A su vez, muchos ven en el libro de Lewis, “¿Qué ha pasado? El impacto de Occidente y la respuesta del Medio Oriente” el primer argumento desarrollado que dio pie a la acción de George W. Bush en Irak, como respuesta al atentado de septiembre de 2001 en los Estados Unidos.

Ideología y terror
Lewis sostiene que se equivoca Bush cuando habla de una guerra contra el terror, pues el terror es un método que lleva a objetivos bien delineados por quienes lo usan. Pero en sí mismo el terror no es una ideología. Bin Laden plantea que para ellos está muy claro de qué se trata esta guerra: “…ésta es una guerra contra los infieles, la continuidad de la lucha del islam, que comenzó con el profeta Mahoma”. Aunque permanentemente aclara Lewis que el hecho de que un grupo de terroristas pretendan hacer del islam su causa, eso no quiere decir que nosotros debamos pensar que estamos en guerra contra el islam; sí, contra este grupo que enarbola premisas islámicas. “Y en esta guerra contra el terrorismo, es imposible permanecer neutrales”, subraya.

Desconocimiento
En un reciente reportaje, Bernard Lewis afirma que los grupos terroristas islámicos no saben lo que es una sociedad libre, y allí donde ven los signos de disenso en el Occidente, lo atribuyen a una supuesta debilidad. Es más, ejecutan el terror y se fortalecen al ver la falta de reacción —la que sólo llegaría luego del tremendo impacto del ataque a las torres neoyorquinas, con la respuesta norteamericana en Afganistán e Irak—. Lewis ve en el caso español un ejemplo típico de los que fortalecen las convicciones de la metodología terrorista: una bomba en la estación de trenes de Madrid, y como resultado de esto, los españoles se retiran de Irak. Y algo análogo sucedió en distintos países. Sólo Israel aparecía como un escollo a esa voluntad omnímoda de los terroristas. Por ello, Lewis toma el ejemplo de la irritación que causó a la Autoridad Palestina cuando la televisión italiana difundió imágenes de las hordas que en Ramala destrozaron a dos soldados israelíes que habían confundido el camino… Así como difunden todo tipo de imágenes de sus atentados, en este caso optaban por silenciarlo. Y Lewis explica por qué: Israel, a diferencia de otros países del Occidente, “…no iba a salir corriendo sino que iba a dar inmediata respuesta, y más dura aún”.

Clon
En su análisis, Lewis no sólo ve al partido “Baas” (de Saddam Hussein) como una continuidad iraquí de la presencia de la Alemania nazi en ese país en 1941, sino que al propio Saddam Hussein lo caracteriza como “un clon de Hitler y Mussolini”. Califica de “tonterías” a los que pretendieron ver en el autoritarismo del régimen iraquí depuesto, una característica inmanente a los musulmanes. Afirma Lewis que si bien aquel mundo tiene un modelo social y político muy rígido y nada democrático, “esas formas de totalitarismo no tienen precedente alguno en el pasado árabe o islámico” y que, en cambio, representan “una importación europea, que toma elementos del fascismo y del comunismo. Saddam Hussein fue esa importación europea más exitosa”. De todas maneras entiende que hay muchas formas políticas e institucionales islámicas que configuran situaciones opresivas, siendo la más patética la subyugación y el sometimiento de la mujer.

Conflictos
Cuando le preguntan sobre la presunta determinación del conflicto israelí-palestino en la situación internacional, Lewis señala que si bien es muy importante que se resuelva la cuestión palestina, “uno puede ir recorriendo todo el perímetro del mundo musulmán y encontrar conflictos similares: Kosovo, Bosnia, Chechenia, Cachemira, Timor…”. Y argumenta que Palestina recibe mayor atención porque enfrente está Israel, que tiene una sociedad democrática en la que entre otras cosas, rige la libertad de expresión y cada cual puede opinar, algo que el mundo islámico no está nada dispuesto a imitar. Además, advierte que “…si la cuestión palestina se solucionara mañana, tendrían la furia de su gente exclusivamente dirigida contra ellos”. Es decir que Israel aparece de un lado como un elemento aglutinante del islam en tanto tiene a un “enemigo”; y del otro, como una “válvula de escape” porque dada su miserable situación, las masas árabes comienzan a impacientarse con su dirigencia.

Antisemitismo
En esta segunda parte de nuestra nota, queremos reseñar brevemente la postura de Lewis en un tema en el que no es tan conocido como por sus estudios del mundo árabe y el islam, pero en el que también ha hecho un aporte singular: la historia del antisemitismo en países occidentales y cristianos, y en los orientales y musulmanes.
Así, explica que en un comienzo se produjo la ridiculización de los judíos, dado que sus vecinos eran politeístas. Y se mofaban de los judíos porque éstos aseveraban que sólo existe un Dios único, del que no había imagen alguna. Y además los escandalizaba ciertas prácticas judaicas como la circuncisión. También eran críticos por la dedicación del “Shabat”, donde los judíos perderían un séptimo de sus vidas, según autores griegos y romanos. Pero a dicha época histórica, todavía Lewis no lo llama “antisemita”.

Demonización
Sí hay antisemitismo cuando se ve en el judío al portador del mal cósmico, hecho que comienza cuando los primeros cristianos lo demonizan. Lewis concluye que la inclusión en los Evangelios de la responsabilización a los judíos por la crucifixión de Jesús, nace como consecuencia del intento de exculpar a los romanos. Aquel mensaje al tiempo que exculpaba a los romanos, culpaba a los judíos. Esto tuvo “efectos devastadores” afirma Lewis, especialmente durante la celebración de la Pascua cristiana.
La religión fue entonces el primer motivo por el que por varios siglos se ha hecho gala de antisemitismo activo.
La segunda etapa arranca con la Ilustración, época en que la religión es notoriamente desacreditada. “Se necesitaban nuevas razones para odiar a los judíos. Las encontraron”, afirma Bernard Lewis. Todos sabemos de aquellas formas de burla contra los religiosos judíos y de otras formas “racionales” de discriminación.
Y la tercera etapa, racial, nace en la España de la expulsión, que fue también la de la conversión forzosa. Allí hubo desconfianza generalizada hacia los “nuevos cristianos”, sean provenientes del judaísmo o del islam. Así fue que para conferir ciertos cargos de privilegio se llegó a la exigencia de los certificados de limpieza. Es decir, se reclamaba de los postulantes una “pureza de la sangre” que acredite no haber tenido antepasados judíos.
Esta etapa racial aun contemplaba que los judíos pudiesen adoptar la religión dominante. Hasta que se llegó a la Alemania hitlerista, donde ya no existe esta posibilidad, pues el criterio es decididamente étnico.

Arios y semitas
Lewis recuerda que quien primero acuñó los términos “ario” y “semita” fue el filólogo alemán Max Müller, pero que éste ya en 1872 aclaró que los usaba sólo desde la perspectiva filológica; es decir, de un lado agrupaba a las lenguas semíticas como el arameo, el hebreo, el árabe; y, del otro, a las lenguas arias, como el persa, el sánscrito, el latín, el griego y otras.
El nazismo llevó antojadizamente desde el lenguaje a la antropología esta clasificación, dando origen a un fanatismo cuyo resultado ya conocimos: la Shoá.

Nuevo disfraz
Difundidos los crímenes del nazismo, entonces se arriba a una tercera fase del antisemitismo en el que ya no entra el desacreditado razonamiento racial, sino el ideológico-político, que “proporciona –nos dice Lewis– el disfraz moderno, social e intelectualmente aceptable para sentimientos que se remontan a unos dos mil años atrás”.
La actualidad –afirma nuestro autor– presenta una clara demostración de que se puede odiar a los judíos sin ser antisemitas.
En esta nueva etapa de judeofobia vemos que la masacre de Sabra y Chatila (El Líbano) perpetrada por árabes contra árabes en septiembre de 1982, es empleada para culpar moralmente a Israel que tenía presencia militar en las proximidades; mientras que otra masacre entre árabes como la que se lleva a cabo ese mismo año en Hama (Siria) no tiene difusión alguna porque allí no hubo presencia judía. “Este contraste es claramente antijudío”, sostiene Bernard Lewis. Y ya sabemos la cantidad de casos análogos que hallamos diariamente.

Mundo árabe
En cuanto al mundo árabe, Lewis llama “mito” a “la fantasía de una edad de oro, de igualdad, respeto y cooperación mutuas” entre judíos y árabes en la España mora. Señala de todos modos que fueron los países cristianos los que vivieron persiguiéndose entre ellos, y cuando no era así realizaban las Cruzadas o la emprendían contra los judíos.
En el Corán se encuentran versículos contra los judíos. Y del profeta Mahoma sabemos que estuvo más en contacto con judíos que con cristianos. Y se nos dice que se ha enfrentado y dado muerte a los judíos, admite Lewis. Sin embargo, durante algunas centurias los judíos vivieron en un marco de tolerancia en la geografía islámica. Y Lewis explica esto en la razón de que no los veían como peligrosos, a diferencia de los cristianos de quienes sospechaban porque podrían tener vínculos con los países correligionarios de Europa. Es en el Imperio Otomano –nos dice nuestro autor– donde requerían la presencia judía, porque sabían que los judíos eran muy activos en el comercio y la industria. Dice Lewis que “de muchos documentos de los archivos otomanos queda claro que los valoraron (a los judíos) como activos productores de beneficios”.
Claro que también el antisemitismo de la cristiandad europea fue introducido en el mundo árabe, cuando en Damasco (Siria) en 1840 circula el libelo de sangre. Y, ya en la época del “Caso Dreyfus” aparece la primera traducción desde lenguas europeas al árabe, de un conjunto de textos antisemitas.

Enseñanza
Bernard Lewis es un hombre muy escuchado incluso en las altas esferas del poder político norteamericano. El Vicesecretario de Defensa de los Estados Unidos, Paul Wolfowitz, dijo de él: “Nos ha enseñado a comprender la enmarañada y decisiva historia del Medio Oriente sirviéndose de ésta para señalarnos el camino útil para construir un mundo mejor para las futuras generaciones”.
Lewis aún conserva el acento de su país –Inglaterra–, pese a que lleva más de treinta años en los Estados Unidos, donde se radicó en 1976, siendo profesor en la Universidad de Princeton (Nueva Jersey).
Vale señalar que el “Moshe Dayan Center” de la Universidad de Tel Aviv es un centro de estudios que dirige Martin Kramer, un discípulo de Lewis, a quien incluso le dedicó hace algunos años, estudios en su honor. Lewis suele veranear en Tel Aviv, donde posee un apartamento costero.

Advertencias
Queremos concluir con las actuales predicciones y advertencias de Bernard Lewis. La lucha contra “Al Qaeda” –sostuvo en una entrevista de 2004– será larga, y advirtió: “Debemos tener en cuenta la posibilidad de que ´Al Qaeda´ gane, pues tiene muchos aliados en Occidente. Aliados conscientes e inconscientes”. Entre los aliados conscientes mencionó a las crecientes minorías islámicas en Europa, que tienen una tasa de natalidad superior a la población cristiana. Y, esto es muy importante, señaló con agudeza que entre los aliados inconscientes están los desencantados de Occidente, entre otras razones porque muchos de éstos ven admirativamente las certezas y convicciones que tienen los que adhieren al islam, sumado al sentido místico de la misión para llevar adelante. También advierte que la Unión Europea está integrada por países que constituyen verdaderas “cooperativas de envidias”. Y concluye: “Ellos –los islámicos– aparecen unidos, mientras las democracias se hallan profundamente divididas”.
Como vemos, estamos viviendo una época en la que no podemos cerrar los ojos y ni siquiera parpadear para no dejarnos vencer por el ensueño. El descuido puede ser fatal. Y ya Bernard Lewis demostró en más de una ocasión, que sus advertencias deben ser tenidas en cuenta.
Un estudioso e incansable autor de la historia de la realidad política, judío orgulloso de su estirpe, pronto a cumplir 92 años de edad.
Nuestro deseo es por ahora ¡Hasta los 100, como a los 20!


Diciembre-Enero de 2007/2008. Shevat 5768
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