Generacion J

B''H

Especial para Generación J
PARAR A LOS IRANAZIS: DESDE AMIA HASTA LA BOMBA ATÓMICA.

Otra vez Irán en el eje de la tormenta, no sólo se trata de su impresentable presidente con sus diatribas negando el exterminio de judíos e invocando a su repetición, sino que ahora debemos sumar un pedido de captura internacional realizado por la justicia argentina contra los máximos dirigentes que tenía aquel país en 1994, por sospechas de la participación de aquel régimen integrista en el atentado (antisemita) efectuado contra la sede de la AMIA en el mismo año. Y si existen sospechas será porque “en algo habrán andado”. No sólo eso sino que la actitud del gobierno de Teherán de negarse a colaborar con la justicia argentina abre fuertes sospechas de que las investigaciones no andan tan erradas.

Asimismo el infantil berrinche de Irán contra la justicia argentina abre las posibilidades de un conflicto diplomático entre ambos países en un contexto nada favorable para el régimen de los ayatollahs. Contexto que es exclusiva responsabilidad del régimen teocrático al insistir con su plan de desarrollo nuclear para fines “pacíficos” (mientras su presidente llama a borrar a Israel del mapa); imagen que se me torna equivalente a la de un “barra brava” (hincha de fútbol), por ejemplo, del club Chacarita Juniors que intenta a toda costa obtener un arma “para fines no violentos” mientras le grita a la hinchada de Atlanta que los va a matar a todos.

En este contexto en nuestro país se genera un clima bastante enrarecido, por un lado, en plena guerra contra Hizballah, la circulación de un correo electrónico llamando a ampliar la Jihad contra los judíos en América Latina firmado por Hizballah Venezuela; luego la presencia de banderas de Hizballah en las diversas marchas antiisraelíes que se sucedieron por muchas ciudades de Argentina durante el mencionado conflicto; el episodio más grave desde el punto de vista político-institucional ha sido la presencia de una guardia pretoriana de “tropas S.A.” del grupo nazionalista Quebracho a las puertas de la Embajada de la República Islámica de Irán, violando garantías y derechos constitucionales ya que se plantaron allí amenazando con garrotes a una columna de judíos indefensos y desarmados que pretendían ejercer su derecho constitucional de protesta ante las declaraciones filogenocidas de Ahmadenijad; posteriormente las declaraciones del ex-Secretario de Tierra y Vivienda del Gobierno Nacional (de Argentina) Luis D’Elía quien, luego de conocerse el fallo que pide la captura de las máximas autoridades de Irán de 1994 por hallarlas sospechosas de haber preparado y realizado el atentado contra la sede de la AMIA ese mismo año, apareció públicamente solidario con un régimen sospechado por la justicia argentina de haber perpetrado el mayor atentado antisemita de la posguerra, un atentado calificado por la propia justicia argentina como crimen de lesa humanidad, y D’Elía, quien nunca estuvo presente solidarizándose con las víctimas, hace su aparición pública para solidarizarse nada menos que con Irán, hoy el principal sospechoso; posteriormente la circulación por Internet de un artero e-mail apócrifo llamando a la comunidad argentina a realizar cobardes ataques en patota contra individuos judíos para obligar a los judíos a irse de Argentina (tal vez envalentonados por el incalificable ataque judeófobo al hijo del rabino Setton perpetrado sobre una unidad de transporte colectivo ante la indiferencia de la totalidad de los pasajeros en el cual un energúmeno insultó y golpeó en el rostro al adolescente de 15 años sólo por llevar kipá); finalmente la profusión de pintadas antisemitas en el barrio de Flores de la Ciudad de Buenos Aires. Este es un clima en el seno del cual llama poderosamente la atención el silencio absoluto de las autoridades argentinas y su falta de decisión para evitar que se repitan (en especial las amenazas de ejercer la violencia de un grupo de ciudadanos contra otro, ¿Acaso no es, como pensaba Max Weber: “el Estado es quien debe tener el monopolio del derecho al ejercicio de la violencia?”.

Nuestro contexto no es nada halagüeño, por un lado la profusión del antisemitismo de izquierda en las universidades, por otro la creciente presencia del integrismo islámico, cada vez más abiertamente antisemita, ya se están produciendo hechos de violencia que toman estado público y el gobierno “sigue de vacaciones”. Por otro lado la penetración creciente de capitales, de petrodólares “invertidos” al servicio de la antiglobalización (el “antiimperialismo de los imbéciles”, parafraseando a Bebel), la presencia de Al-Jazzera y Telesud en nuestras redes de comunicación, Arabia Saudita, Venezuela y se sospecha además que Irán y Siria estarían financiando a movimientos piqueteros y partidos de izquierda para que se movilicen creando la falaz imagen que “gran parte” del pueblo argentino repudia al sionismo e Israel. Nuestra tarea no es fácil, debemos confrontar en los medios con “personas” muy maleducadas, mentirosas y que “juegan” a ver quién es menos racional pero grita más no dejando hablar a sus oponentes con una desconsideración propia del monólogo totalitario.

Nunca, desde finales de la Shoah hubo tal ola de antisemitismo en el mundo (tal vez no la hubo nunca antes) y esto se debe a la masividad de las nuevas tecnologías de transmisión de información, las cuales permiten la rápida difusión de una infamia con un impacto que no tiene la posterior desmentida. Por ello las tareas de propaganda hoy en día son tareas centrales que deben ser llevadas adelante con la mayor seriedad posible. No nos llamemos a engaños, la situación de los judíos hoy en día es infinitamente peor que hace 60 años, pues en aquel momento (1946) existía consenso para desterrar el antisemitismo y para crear el Estado de Israel, hoy, lamentablemente este consenso parecería estar dando un giro de 180° y entonces hoy es perfectamente factible escuchar que se desempolvan prejuicios medievales para construir la imagen que el Estado de Israel debe ser destruido y que ellos no son antisemitas, a condición, claro, que los judíos mutilen su identidad, desistan de pretender ser un pueblo normal y abandonen el sionismo, de otra forma los destruirán “por su propio bien”.

Lic. Patricio A. Brodsky
22 de Noviembre de 2006

Octubre - Diciembre 2006

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