Generacion J

B''H

Janucá
Introducción de la festividad

Hace casi 2100 años, el imperio Heleno-Sirio dominaba sobre la tierra de Israel durante el período posterior a Alejandro Magno. Por un lado los griegos, que solo creían en lo que se podía demostrar “racionalmente”, prohibieron las prácticas religiosas de los judíos, incluyendo el estudio de Tora, el Shabat y la circuncisión, forzando a los judíos a cometer prácticas idólatras. Algunos judíos querían integrarse al mundo “moderno” helénico y también empezaron a creer sólo en lo que se podía comprobar y a olvidar las “viejas y pasadas de moda” costumbres de sus ancestros.
Los gobernantes griegos creían que a través de la conquista de Jerusalén, y de la colocación del ídolo griego en el Templo, lograrían la destrucción definitiva de la resistencia espiritual de la pequeña Judea. Pero no fue así.
El Templo era considerado sagrado para el pueblo de Israel, pero el pueblo encontró su camino también fuera de ese Templo. En todos los lugares en que moraban los judíos, Di-s estaba junto a ellos. Cuando la Menorá del Templo fue apagada por la mano del conquistador Antíoco Epifanus, se encendieron los candelabros a lo largo y a lo ancho de todo el país. Cada hogar judío se convirtió en un Templo (Beit Hamikdash) y cada hombre judío, en un gran sacerdote (Cohen Gadol). La Luz Eterna del existir judaico no sufrió interrupción alguna.

La primera rebelión
Matitiahu y sus cinco hijos —una familia de kohaním (Sacerdotes) — se alzaron como leones, reuniendo a personas valientes y justas, para ir a enfrentar a los enemigos de Di-s. Durante varios días libraron batalla, los pocos contra los muchos, los débiles contra los fuertes. Di-s puso en sus manos la victoria y vencieron al enemigo, liberando al país de los soldados de Antíoco.
Esto de por sí es un gran milagro. Los Macabeos eran un grupo de personas dedicadas al servicio de Di-s y no tenían ni preparación bélica ni estado físico como para ir a la batalla; por el otro lado estaban los ejércitos del imperio dominante, sumamente profesionales y con armas modernas, muy superiores en número, entrenados para la batalla y con experiencia, pero a pesar de todas las desventajas los Macabeos (los seguidores de la familia de Matitiahu) salieron a la batalla en nombre de Di-s y milagrosamente triunfaron. Pero como dijimos antes, no es ese el motivo de la celebración de los milagros. Nuestros sabios nos enseñan que la muerte de ninguna criatura es motivo para festejar, también este tipo de victorias militares es algo de alguna manera “común” en la historia de los judíos, desde la salida de Egipto y la conquista de Cannaan hasta las batallas del moderno Estado de Israel, pasando por diversas luchas y resistencias durante la historia, que aunque no siempre terminaron en victorias, si dejaron una profunda enseñanza a los enemigos de turno.
Nuestros sabios sostenían que no existe motivo alguno para enorgullecernos por la victoria militar y es por eso que los pensadores judíos han dedicado más energías y tiempo al interrogante: ¿Cuál es la idea de Janucá?
El milagro que celebramos en Januca no es principalmente la victoria militar o física, sino la espiritual, que se manifiesta con los milagros ocurridos luego de la liberación del templo.
Llegaron al atrio del Beit HaMikdash y purificaron y reconstruyeron el altar que había sido profanado. Pero cuando quisieron encender la Menorá, vieron que todo el templo había sido impurificado y no había aceite apto para poder encenderla.
Aquí es cuando ocurre otro gran milagro de Januca: encontraron una vasija con aceite sellado por los sacerdotes y que no había sido profanado, y en la vasija había aceite suficiente para que la menorá arda por un solo día, y producir más aceite sagrado, demandaría por lo menos una semana más.

Otro milagro: el aceite de la vasija que sólo hubiese alcanzado para un solo día, ardió durante 8 días completos hasta que los sacerdotes pudieron producir más aceite para la menora. Así se restituyó la luz de la Torá, la alegría y la confianza en Di-s, en todos los hogares de Israel dondequiera residieran y para todas las generaciones venideras.

Un poco de Cábala
Durante miles de años la mayoría de la gente creyó que la festividad de Januca es solo de los judíos y que conmemora milagros pasados; sin embargo nos enseña la Cábala que el propósito de Januca no es sólo el de continuar la tradición, sino que durante esos 8 días se abre un canal de energía especial y se abre para toda la humanidad. Este canal es el de la energía de los milagros. El poder de los milagros existe y está disponible todos los días del año, pero mientras que en esos días tenemos que hacer un “trabajo” especial para lograrlos, durante los 8 días la luz de las velas de Januca es suficiente. Más aún, activando los sistemas metafísicos de milagros en esos días, podemos de alguna manera “acumular” el poder de esos milagros para usarlos durante el año.

Noviembre-Diciembre  2005 / Jeshvan-Kislev 5766

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