Sin lugar a dudas, uno de los objetivos esenciales de la educación judía, es proveer a nuestros hijos de una identidad lo suficientemente fuerte como para poder afianzar el mantenimiento de su fidelidad al Judaísmo y al Pueblo Judío, asegurando con ello el éxito de nuestra continuidad. Para lograr eso, es imprescindible que entendamos un principio sumamente importante al que denominaremos “principio de la diferenciación”.
Cuando un grupo humano se siente identificado con algo que los une, el sentimiento de pertenencia a dicho grupo está marcado por factores singulares que diferencian a ese grupo de otros grupos existentes, que a su vez lo hacen singularmente distinto y especial. De no existir factores evidentes y claros de diferenciación entre los integrantes de dicho grupo y el mundo circundante, muy rápidamente se diluirá dicho grupo en la masa que lo rodea, desapareciendo finalmente como tal.
Las diez plagas que sufrió el Faraón y el pueblo egipcio – y que no sufrió el pueblo de Israel por más que vivían en el mismo lugar, sirvieron como claro factor de diferenciación, el cual contribuyó a la generación de nuestra propia y singular identidad. La pregunta que como judíos responsables deberíamos de hacernos entonces es: ¿cuáles son los elementos de diferenciación capaces de contribuir hoy en día al firme mantenimiento de nuestra identidad religiosa y nacional?
En la Edad Media, los judíos se distinguían y diferenciaban claramente de gran parte de sus vecinos no judíos (además de por sus leyes y tradiciones), por la forma humana y ética de actuar. Mientras que en el mundo no judío los asesinatos y otros vejámenes eran parte del "pan nuestro de (casí) cada día”, en el mundo judío, el valor sagrado de la vida no permitía que se realicen esta clase de acciones, lo cual marcaba un clarísimo factor diferenciatorio para el mantenimiento de nuestra identidad.
Hoy en día, que gracias a D-s el mundo ha avanzado hacia gran parte de los parámetros éticos expresados por el Judaísmo, los valores que antes eran singularmente judaicos, hoy en día se han transformado en patrimonio universal aceptado por la mayoría de los pueblos de la humanidad. Debido a este signficativo cambio, la pregunta que nosotros debemos de hacernos es: cuáles son hoy en día los factores de diferenciación capaces de contribuir al mantenimiento de una identidad judía fuerte y estable, que permitan asegurar el éxito de nuestra continuidad.
Empero, si por un momento nos preguntásemos sinceramente, en qué se diferencia la vida diaria de la mayoría de los judíos adultos no observantes, de la vida diaria de la mayoría de sus vecinos no judíos, la conclusión a la que posiblemente llegaríamos es, que prácticamente no existen diferencias significativas entre ellas, pues ambos se levantan de mañana, ambos se bañan, ambos desayunan, ambos se van al trabajo y ambos vuelven del trabajo, ambos miran televisión, ambos cenan con sus familias y luego – cansados- ambos también se van a acostar ...
Y si bien muchos pueden argumentar que ellos se sienten plenamente judíos, independientemente de lo que hagan diariamente en sus vidas, lamentablemente es imposible "inyectar" sentimientos en nuestros hijos, familiares o personas cercanas; y de no alimentar periodicamente a dichos sentimientos con conocimientos y vivencias judías, difícilmente podremos asegurar que éstos puedan crecer y perdurar ...
Por consiguiente, aparentemente no nos queda otra opción que volver a celebrar nuestro Judaísmo como durante siglos nuestros antepasados lo han hecho, expandiendo el mensaje educativo de Pesaj hacia todo el año judío, estimulándonos mutuamente en nuestro fortalecimiento espiritual y nacional.
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