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Periódico Judío Independiente
Vínculos entre padres e hijos en función de la aliá o la emigración
Por Por Susana Grimberg. Psicoanalista y escritora.
“Tender hacia el conocimiento, hacia el saber por el saber mismo, hacia el amor a la justicia rayano en el fanatismo, y propender a la independencia personal, he ahí los motivos de la tradición judía que justifican mi pertenencia a ella, como un don especial del destino”

Por Susana Grimberg. Psicoanalista y escritora.

Como dije en mi nota “Cuando los hijos se van”, debemos tener en cuenta que crecer es independizarse, con todos los riesgos que eso implica.
Si podemos pensarlo de esta manera, la meta es que los hijos, cada hijo y cada hija, puedan dejar la casa de los padres para armar la propia vida en otro lugar, creado por y para ellos mismos. Sin embargo, para que puedan hacerlo, los mismos padres deben haber alentado el deseo de partir.

Podríamos afirmar que es la ley de la vida: los hijos se independizan y dejan el hogar familiar.
Si bien, que el hijo haya podido tomar la decisión de partir, debería ser lo “esperado” por los padres, muchos son los que reaccionan de una manera
desfavorable. Para esos padres, la partida, en vez de ser un logro por lo que
supieron transmitir, se transforma en una pérdida imposible de soportar.

Desde un lugar distinto, algunos hijos, en vez de apreciar lo que los
padres les transmitieron para que pudieran partir, desconocen lo transmitido
y lo viven como una revancha o una manera de mostrarles que lo siempre desearon era irse e, incluso, olvidarse de ellos, aunque los necesiten, por el bienestar tanto afectivo como económico, que continúan brindándoles.

“Este es mi pueblo” Albert Einstein

Cuando los hijos se van.
En estos días, víspera de Rosh Hashana, se anuncia la celebración que marca el final de un año para dar lugar al comienzo de otro.

Al hablar de fin de año, de la misma palabra fin podemos desprender varias cuestiones, ya inventadas por Aristóteles: el fin como momento de concluir una etapa para empezar otra, y fin como objetivo.

El fin o final es un momento de concluir cuya importancia radica en
que puede dar lugar a lo nuevo, lo distinto, lo singular. Es decir, se trata de
un tiempo en el que se concluye una etapa, que no sólo no se cierra sino que
puede ser una etapa que abra a otros fines, a otras metas. Esto subyace en la
palabra fin cuyos sinónimos son también meta, objetivo, propuesta.

En el caso de los que vivíamos en alguna provincia, donde no había
Universidad, no cabía ninguna duda de que íbamos a tener que dejar la casa de los padres para armar nuestra vida en otro lugar donde poder cursar los estudios universitarios. Ese hecho, alentaba tanto a los hijos como a los padres: los hijos debían partir.

Para los padres, que el hijo haya podido tomar la decisión de partir, debería ser lo “esperado”. Sin embargo, para los que dedicaron todas las energías al cuidado de los mismos, alejándose de intereses más propios como la realización personal en otro ámbito, son los que más tienden a padecer la partida del hijo, más aún cuando la partida es hacia Israel. El miedo y la angustia consecuentes, es aún mayor que si se dirigieran hacia otro lugar, lejos de la amenaza de la guerra o de la amenaza de algún otro que, escondiendo un cuchillo por debajo de la ropa, está listo para atacar.

La angustia se incrementa cuando se trata de padres muy dependientes de los hijos, tanto que, cuando los mismos deciden independizarse, no ocultan el sufrimiento que les causa la partida del hijo. Las que más sufren son las madres, fundamentalmente las que no trabajan fuera de la casa.

Muchas veces, la partida de los hijos es vivida por los padres como un acto de abandono, motivado por no reconocer que si los hijos pueden separarse en pos de un futuro mejor, es por lo que ellos mismos supieron transmitirles. Al no reconocerlo, estos padres, no se enferman, pero empiezan a padecer trastornos del sueño, como insomnio o frecuentes sobresaltos nocturnos, además de síntomas asociados a la depresión, como la fatiga o la falta de concentración, se agregan fuertes dolores de estómago, mala digestión y hasta lumbalgias.

La pena de la separación

En mi libro de poesías: “Sinfonía Mayor”, al referirme al nacimiento de Caín, escribí: “Es otro, / lo sabe. / Se irá, / lo sabe. / No hay dolor. / Hay pena. /

Una tristeza que alegremente duele. / Duele la pena de la separación.”

Sigmund Freud nos enseña que la actitud de padres tiernos hacia sus hijos, hay que considerarla “como renacimiento y reproducción del narcisismo propio, abandonado mucho tiempo atrás”. Es por eso que los padres atribuyen al niño toda clase de perfecciones y encubren y olvidan todos sus defectos, además de necesitar que el niño tenga mejor suerte que sus padres. “Enfermedad, muerte, restricción de la voluntad propia, no han de tener vigencia para el niño, las leyes de la naturaleza y de la sociedad han de cesar ante él, y realmente debe ser de nuevo el centro y el núcleo de la creación. His

Majesty the Baby, como una vez nos creímos”.

Pero todo lo que acabo de transcribir, se refiere tan sólo a los primeros años de vida. Puede vivenciarse hasta la adolescencia pero nunca más allá. Por algo, el pensamiento judío considera que la niña es una mujer a partir de los doce años, cuando se celebra el Bat Mitzva, mientras que el hijo varón es un adulto a partir de los trece años, momento en que realiza el Bar Mitzva.

Hay una conmoción fuerte cuando nacen los hijos y otra cuando ellos parten. Sin embargo, el hijo no es propiedad de los padres. Ellos lo aman, lo cuidan, lo acompañan en el crecimiento, lo educan y le dan las herramientas para que pueda separarse y acceder a un futuro mejor.

Cuando el hijo decide dejar la casa de los padres, es fundamental que los padres puedan alentarlo, ayudarlo y acompañarlo en este propósito, lo que implica que aceptan la nueva situación.

Quiero recordarles que cuando D’’os le dice a Abraham que debe partir, le dice simplemente “Vete”, palabra da cuenta de que es necesario irse, para poder mirarse.

Los sueños por realizar

Si durante la Segunda Guerra Mundial, el objetivo del gobierno nazi de exterminar a los judíos no estaba dirigido solamente a la existencia física
sino a borrar al pueblo judío de todos los ámbitos que fuera posible, cultural,
espiritual, religioso, la creación del estado de Israel tendió a salvar a toda una generación, física y espiritualmente.

Si entre los judíos nació una oposición al intento nazi de deshumanización y degradación y, la resistencia luchó por mantener la dignidad y la humanidad frente a las medidas inhumanas impuestas, se trató y se trata hoy en día, de hacer lo posible para llevar adelante el deseo de hacer aliá, quiero decir, de partir hacia Israel, sabiendo que va a ser el lugar donde cada uno, no sólo será respetado por lo que es, sino que los propios sueños, aún los postergados, van celebrar su realización.

Quiero concluir con las firmes palabras de Golda Meir:

“Nunca he sido partidaria de la inflexibilidad, excepto cuando la cosa atañe a Israel. Si se nos critica porque no nos doblegamos, porque no somos flexibles en la cuestión de "ser o no ser", es porque hemos decidido que, sea como fuere, somos y seremos.”


Número 581
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