Uno de los hitos más importantes que nos unen y constituyen como pueblo es la salida de Egipto y el posterior camino por el desierto hasta Israel, nuestra Tierra Prometida.
Se dice cada año, en Pesaj, que todo judío debe sentirse “como si él mismo saliera de Egipto”, pero ¿qué tal si lo recreáramos, con el mayor realismo posible o, al menos con el realismo geográfico posible?
Hoy, muchas agencias de viajes proponen recrear el recorrido de nuestros ancestros, claro que sin ser esclavos antes y sin tener que vagar cuarenta años por el desierto… ¿De qué se tratan estos viajes? Algunas agencias internacionales llaman a este tour “tras los pasos de Moisés”.
Tienen la particularidad de ser grupos guiados por especialistas formados en historia judía, mediante los cuales no sólo aprenderemos sobre el presente y sobre el contenido “turístico” de cada lugar, sino que nos adentraremos en la historia y en el significado religioso e histórico de cada paso que demos.
Están destinados tanto a judíos que quieran conectarse con sus raíces, como a miembros de otras religiones, como el Cristianismo, que también se basen en la Torá (o Antiguo Testamento, para ellos) y deseen conectarse con esta parte de la historia o, simplemente, también, para todos aquellos que deseen aprender y enriquecerse en historia religiosa, antropológica y visitar lugares impregnados de milenios de cultura.
Se hace foco en los sitios de interés judío, visitando no sólo puntos conectados con el Éxodo, sino también distintas sinagogas monumentales e históricas en Israel y en Egipto.
El viaje comienza admirando una de las siete maravillas del mundo: las pirámides de Giza, entre las cuales las más famosas son las tumbas de Keops, Kefren y Mikerinos, y la gran esfinge de Giza. Además de visitarlas y de maravillarnos con su arquitectura e historia, también se recordará la vida de los judíos en Egipto, en contraposición.
Al continuar el viaje, se seguirá la línea del Jordán. Algunos turistas tendrán la opción de visitar, si lo desean, la ciudad de Petra, en Jordania, considerada una de las nuevas siete maravillas del mundo, que cuenta con la asombrosa particularidad de ser una ciudad completamente esculpida en piedra, de allí su nombre.
Luego, se hará una parada en el Monte Nebó, aquél desde el cual, según nos relata la Torá, Moshé pudo ver la Tierra Prometida, cuando se le prohibió ingresar en ella. Desde el Monte, se obtiene una impresionante vista sobre varios puntos de Israel, sobre el Mar Muerto, el desierto de Jordán e incluso, en días más claros, se llegan a divisar las cúpulas de Jerusalem.
Luego, llega el momento de ingresar en Israel. Pasaremos por la ciudad romana de Caesárea, por Megiddo, Haifa, Nazareth, por el Mar Muerto, por la Fortaleza de Massada y, finalmente, arribaremos en la ansiada ciudad de Jerusalem, para poder disfrutar de la ciudad antigua y del Kotel, experiencia más que conmovedora, especialmente para quienes lleguen por primera vez.
La travesía es inolvidable y edificante para viajeros de todas las religiones.
Un viaje diferente, siguiendo los pasos de Moshé. 
