La Voz Judía


La Voz Judía
El Hombre Eterno
Ser Humano y… Ser Animal

Jorge: ¿Podría usted enseñarme uno de los principios de la palabra de D’os?
Maestro: ¿Tienes un minuto?
Jorge: ¿Sólo un minuto?
Maestro: Sí. ¿Estás preparado?
Jorge: Claro!
Maestro: Uno de los principios esenciales del judaísmo o de la palabra de D’os, que constituye asimismo una de las metas de la creación de este mundo es: no te comportes como los animales (Sefer Hajinuj, Rabino Aharon Haleví de Barcelona, 1270).
Jorge: ¿No te comportes como los animales?! ¿He hecho un viaje tan largo sólo para oír esas palabras?
Maestro: Me he limitado a contestar a tu pregunta.
Jorge: Pero maestro, ¿acaso con eso ya terminé el estudio de uno de los principios de la palabra de D’os?
Maestro: Ya te he explicado antes, que estudiar la palabra de D’os te llevaría una eternidad. Yo sólo acabo de mencionarte uno de los principios más importantes. El absorberlo y desarrollarlo te llevará una eternidad. Y cuanto antes comiences, mejor será.
Jorge: Pero maestro, antes de comenzar mi viaje hacia la eternidad, ¿podría usted explicarme más detalladamente ese concepto de no te comportes como los animales? Cuanto más lo analizo, más intrigado estoy.
Maestro: ¿Intrigado? ¿Por qué?
Jorge: Verá usted. Por lo que me enseñaron mis maestros, padres y amigos, siempre pensé que la palabra de D’os o la Torá es una serie de leyes y costumbres que conforman la religión judía. Además, tengo entendido que todas ellas son muy complicadas, que su cantidad es inmensa, y que por eso llegan a llenar cada minuto de nuestra vida.
Maestro: Veo que has recibido buenas enseñanzas.
Jorge: Sí, pero hay una gran contradicción entre lo que usted me acaba de decir y lo que aprendí hasta ahora.
Maestro: No, no hay ninguna contradicción. Uno de los principios de la palabra de D’os es: no te comportes como los animales, y la forma de llevarlo a la práctica, es a través de las leyes y costumbres de la religión judía.
Jorge: Entonces, lo que parecía ser sencillo hasta hace unos minutos, se volvió complicado de pronto.
Maestro: De ninguna manera. La religión judía es la más sencilla de todas, si tenemos en cuenta que todas sus leyes se basan en ese concepto de no te comportes como los animales.
Jorge: Cuanto más lo escucho, más sorprendido estoy. Me interesa realmente comenzar y quisiera que me explicara ese principio de no te comportes como los animales con algún ejemplo.
Maestro: Empecemos por entender el comportamiento del animal, y después te explicaré cómo debemos actuar nosotros para ser distintos.
Jorge: Soy todo oídos!
Maestro: Como seguramente sabes, los animales actúan por instinto; por ejemplo, comen cuando tienen hambre, duermen cuando están cansados, cohabitan cuando así lo desean. Los animales no reflexionan antes de decidir si esas actividades los benefician, sino que las realizan siguiendo un impulso natural. En otras palabras, la naturaleza los domina.
Jorge: Es verdad. Pero los seres humanos no se comportan así. Sigo sin entender bien por qué ese principio es tan importante.
Maestro: Es importante porque muchos hombres también actúan como los animales, dejándose llevar por sus instintos y no por su mente. Es decir, que en realidad no se diferencian sustancialmente de ellos.
Jorge: ¿Y cuál debería ser el comportamiento de los hombres?
Maestro: Cuando creó al mundo, D’os le permitió al hombre hacer uso de él y gozar de casi todo lo existente, pero le impuso ciertas limitaciones y le ordenó que dominara sus instintos naturales. Es decir, le ordenó que se condujera de forma opuesta a los animales. Junto con esto que te digo, no hay que olvidar que por cada cosa que la Torá le prohibió al judío, le permitió otra semejante de la misma clase, convirtiendo a la prohibición en una limitación solamente.
Jorge: ¿Cómo se comporta el hombre que observa estas limitaciones?
Maestro: El hombre que actúa según la Torá, aquel que se aferra a la palabra de D’os, es quien controla sus instintos, pensando y recitando una bendición antes de comer para agradecer así al Todopoderoso por el alimento que Él le proporcionó. Es quien, al seleccionar sus alimentos, se cuida de que la comida que ingiere sea casher y que la carne sea de animales puros y después de comer bendice nuevamente a D’os. También es quien se cuida de no trabajar en Shabat o en días festivos observando las normas que regulan la conducta adecuada de estos días, a pesar de que el trabajo le otorga una seguridad económica. Además, alguien que actúa según la Torá, le es fiel a su esposa en toda circunstancia, a pesar de que su instinto y sus deseos lo pueden engañar. En todo caso tienes que saber que hay muchas más cosas permitidas que limitaciones.
Jorge: Aún así, ¿no cree usted que hay demasiadas prohibiciones en la religión judía?
Maestro: En realidad, no. El hombre puede disfrutar de casi todo lo que D’os creó en el mundo. Las limitaciones sólo son un recordatorio de que D’os es el Creador de todo lo que el hombre disfruta. Sin ellas, el ser humano puede llegar a niveles más bajos que el animal.
Jorge: ¿Cómo?! ¿Más bajos que el animal?
Maestro: Como ya te dije antes, el animal actúa para subsistir, es decir respondiendo a un patrón. Cuando el león mata a un cordero y lo devora, lo hace únicamente para apaciguar su hambre, pero no mata a cien corderos sólo por el gusto de matar.
Jorge: ¿Y el hombre?
Maestro: Ah! El caso del hombre es muy distinto. El hombre asesina por venganza, odio y envidia.
Jorge: Sí, pero esos son casos individuales.
Maestro: ¿Casos individuales? En las guerras del siglo 20 murieron ciento cuarenta millones de personas aproximadamente. Y todo en nombre de ideologías como el comunismo y el nazismo que el hombre “civilizado” ha creado y utilizado como base para matanzas atroces, con Stalin, Hitler y Mao entre otros...
Jorge: ¿Ha dicho usted ciento cuarenta millones? O sea, ¿casi cuatro mil personas muertas por día?
Maestro: Para más precisión, dos personas por minuto! Y como tú has dicho, 3.800 personas al día durante 36.500 días consecutivos. Para darte un ejemplo te contaré que hace como cinco años atrás, en Angola, un país africano, una tribu degolló a 250.000 miembros de otra tribu enemiga en tan sólo tres semanas.
Jorge: ¿Y por qué cae el hombre a esos niveles tan bajos?
Maestro: Porque D’os lo creó con todas las facultades del animal, pero también con un gran intelecto. La combinación de los dos puede ser catastrófica, como la historia de la humanidad nos lo ha demostrado. Por eso, D’os pone limitaciones al ser humano, para que mediante un patrón de comportamiento, se desarrolle espiritualmente utilizando o limitando sus instintos animales y evite así tragedias que pueden llegar incluso a alcanzar proporciones mundiales.
Jorge: ¿Cómo podemos recordar o controlar en la práctica el principio de no comportarnos como animales?
Maestro: Bueno, la Torá ya nos indicó que hay dos caminos a elegir: “He puesto como testigos para ustedes hoy a los cielos y a la tierra; la vida y la muerte, he puesto delante tuyo, la bendición y la maldición, y elegirás la vida para que vivas tú y tu descendencia” (Devarim 30:19). Cada momento de nuestra vida elegimos entre estos dos caminos, es decir entre comportarnos como hombres o como animales.
Jorge: ¿Tiene esto algo que ver con el impulso del mal (yetzer hará)?
Maestro: Por supuesto. El instinto del mal te quiere convencer de que te comportes como animal, y el instinto del bien (yetzer hatov), de que te comportes como ser humano. Además, todo esto está expresado en el primer versículo de la Biblia: “En el comienzo D’os creó los Cielos y la Tierra”. “Los cielos” se refiere al ámbito de lo espiritual y “la tierra” al de lo material. En otras palabras, este mundo fue creado como una combinación de lo físico y lo espiritual. En realidad, lo material es una manifestación del Ruaj Hakodesh (Espíritu Divino) transformado en forma física, y la función del hombre en este mundo es liberar las chispas eternas del Ruaj Hako(Espíritu Divino) de ese estado material. Toda la creación está basada en el número dos, dos elementos que se oponen, como por ejemplo: alto - bajo, izquierda - derecha, vida - muerte.
Jorge: Es la primera vez que escucho algo así!
Maestro: Bueno, estas ideas se encuentran en varios textos de filosofía y mística judía. Pero muy poca gente las estudian y son menos aún los que las llevan a la práctica.
Jorge: Por lo menos, yo nunca he tenido acceso a libros de esta clase.
Maestro: Me lo imaginaba. La tragedia de nuestros tiempos es que la mayoría del pueblo judío tiene una ignorancia casi total de su propia cultura. Si se enseñara su estudio al pueblo, los judíos vivirían de acuerdo a sus tradiciones y obligaciones.
Jorge: ¿Obligaciones?
Maestro: Sí, obligaciones y responsabilidades para con ellos mismos y para con toda la humanidad. Ya que al cumplir con estos preceptos, hacemos de este mundo un mejor lugar para vivir.

Biografía del autor:

El Rav Yosef Meyer Medresh z”l nació en México, donde cursó sus estudios en la escuela Yavne. A la edad de 16 años viajó a Israel para estudiar en las Yeshivot de Mir y Knéset Jiskyahu. En los estudios generales tuvo maestría en Ciencias de Computación y en Administración de Empresas de la Universidad Iberoamericana y de Long Island University, respectivamente. Formó una familia de 5 hijos con su esposa Shoshana, fijando su residencia en Jerusalem. Dictaba conferencias periódicamente sobre Fundamentos de Historia y Filosofía Judías en distintos seminarios para estudiantes hispano-parlantes. Escribió varios libros en español y en hebreo, como “La última jugada”, explicaciones sobre varios tratados de la Mishná y un Compendio de temas relacionados con el Beit Hamikdash. Falleció trágicamente en Jerusalem el día 30 de noviembre del 2010. Que sea su recuerdo una bendición.

 

La tribuna Judía 39

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