La Voz Judía


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La historia del Rabino Mordejai Eliyahu ztvk”l y el JIDA

Rabi Mordejai Tzemaj ben Suleiman Eliyahu, ex Rishon LeTzion (Gran Rabino Sefaradí de Israel) falleció semanas atrás y fue enterrado en Har Menujot, cerca del JIDA (Rav Jaim Yosef David Azulai). Pero su conexión con el JIDA comenzó mucho tiempo atrás.
Rav Azulai, más conocido como JIDA por las iniciales de su nombre, era un Halajista, un Cabalista, historiador y bibliógrafo. El JIDA fue una de las personalidades más fascinantes y multifascéticas de la historia judía; fue sumamente respetado por su enorme caridad y sus conocimientos y escribió no menos de 71 trabajos, gracias a los cuales muchos otros autores comenzaron a hacerse conocidos.
Nacido en Jerusalem, a la edad de 29 años, en 1753, viajó a Europa como emisario de las comunidades de Eretz Israel, y en 1772 como representante de Hevron. Sirvió como Rabino de El Cairo (Egipto) durante cinco años.
En cada lugar que visitaba se aseguraba de inspeccionar las bibliotecas más importantes, por lo cual se familiarizó con miles de manuscritos, y pudo armar un destacado compilado de trabajos biográficos y bibliográficos: Shem HaGuedolim. La primera parte de ese libro contiene las biografías de unos 1.300 eruditos.
En el año 1778, Rav Jaim Iosef David Azulai realizó su segundo viaje y se estableció en Livorno, junto a la tranquila y próspera comunidad judía del lugar.
En esos tiempos, Livorno (Italia), era un centro de ediciones de material en idioma Hebreo, y allí el JIDA encontró todas las facilidades necesarias para publicar sus libros.
También en Livorno, en 1806 y a la edad de 82 años, él falleció y fue enterrado en ese sitio.
Un siglo y medio más tarde, y gracias a las gestiones de Rav Itzjak Nissim, quien era entonces Rishon LeTzion, le fue encomendado a Rav Mordejai Eliyahu –que tenía entonces 31 años- que lidere un equipo de destacados rabinos sefaradíes para trasladar los restos del JIDA a Jerusalem donde volvería a ser enterrado. Fue así que en 1960 el Rishon LeTzion Rabi Nissim les pidió a Rav Eliyahu y a Rabi Israel Abujatzeira (el Baba Sali), junto con el Baba Haki y otros rabinos, que se ocuparan de re-enterrar los restos del JIDA.
Rabi Eliyahu, quien estaba muy familiarizado con los relatos del JIDA, contaba que él fue el encargado de recibir los restos del JIDA, que llegaron por avión desde Italia en un pequeño cajón, donde todos sus huesos estaban amontonados en forma desordenada. Infructuosamente trató de abrir el cajón hasta que finalmente lo logró, y trató de acomodar los huesos. Cerró los ojos y empezó a rezar por el JIDA. Inmediatamente se oyó una especie de explosión, el cajón comenzó a sacudirse haciendo mucho ruido –el que hacían los restos del JIDA golpeando contra las paredes del cajón.
Los demás rabinos comenzaron a desmayarse, no así Rabi Eliyahu, quien lo explicaba diciendo que estaba absorbido por la mitzvá. Y a continuación pasó algo increíble, una real resurrección: ¡los huesos se acomodaron solos hasta que el cuerpo completo del JIDA volvió a estar en orden!
Tiempo después, Rabi Mordejai Eliyahu dijo que quienquier tuviera la necesidad de ser salvado, debía ir a rezar a la tumba del JIDA.
Hoy, los restos de Rabi Eliyahu descansan cerca del lugar donde está enterrado el JIDA.

 

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