La Voz Judía


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TISHA BEAB - 9 DE ab, 3 de agosto

Para comprender la significación de cualquier acontecimiento el hombre necesita reflexionar detenidamente.
Ocurre muchas veces que, las ocupaciones cotidianas y las vicisitudes que entraña el hecho mismo de vivir nos impiden reflexionar.
Así es como, a veces, sufrimos una gran pérdida pero no alcanzamos a apreciar cabalmente la magnitud de la misma.
Lo mismo sucede con cualquier éxito que obtenemos; en un primer momento no nos damos cuenta completamente de su amplitud.
Cuando nace un niño, sus padres y familiares se llenan de júbilo; la felicidad es inconmensurable. Ahora bien, esta alegría sería superior si cada uno pensara en la grandiosa creación de D´os, la maravillosa perfección que se pone de manifiesto con el nacimiento de un nuevo hombre.
Para apreciar la magnitud de la desgracia vivida por nuestro pueblo en TISH´A BEAB (9 de Ab) debemos saber exactamente qué hemos perdido en esta fecha cuál es el valor real de la pérdida.
El día 9 de Ab es destruido el primer Templo en el 586 antes de E.C. Tras tres años de sitio a Jerusalén, Nabuzaradán, jefe de ejército de Nabucodonosor, emperador de Babilonia, destruye las murallas de la ciudad, prende fuego al Templo y a gran parte de la urbe. Destruida Jerusalén, el pueblo es deportado a Babilonia.
En ese mismo día en el año 70 de la Era Común, Tito conquista Jerusalén y prende fuego al sagrado Templo (el segundo).
Esto es un poco de historia. Mas, volviendo a la pregunta anterior, ¿qué hemos perdido en esta fecha, 9 de Ab?
Para contestar, nos cabe comprender la idea del Santuario.
“Y haréis para Mí un Santuario, y residiré en medio de ellos”, (éxodo XXV, 8). Estremecido por estas palabras del Creador, Moisés exclamó “Señor del Mundo, he aquí que ni los cielos ni los cielos de los cielos podrán contener” (Reyes I Cap. VIII) ¿y Tú propones construir un Santuario para residir Tú en él?
Por el mérito del pueblo de Israel la Presencia Divina (SHEJINA) puede ser localizable en un lugar determinado del mundo físico.
Eso es Jerusalén y este es el sentido del Santuario, palpar la Presencia Divina entre nosotros, convivir con ella.
Además, otra consideración se desprende de las palabras “… y residiré en medio de ellos”. Indica que cada judío construirá en sí mismo, en su interior, un Santuario. En otras palabras cada judío implantará a D´os en su corazón.
Hasta la caída de Jerusalén, la Divinidad convivía con nosotros, estaba aquí mismo, al alcance de la mano. ¡Impresionante fuente de energía y de inspiración para los hombres, ésta!
Con la destrucción del Santuario la presencia de D´os se retiró de nosotros. Nos enlutamos y nos acongojamos por ello durante más de dos milenios. Nunca cesará el llanto hasta que no retorne.
También, el Templo de Jerusalén es espejo del Santuario interior.
Mientras esté firme sentiremos la cercanía de D´os en nuestro corazón.
Derrumbada Jerusalén y su Templo abandonó también el Señor del Santuario del corazón.
Con la SHEJINA residiendo en Erez Israel, en Sión, el mundo era diferente. Y con la SHEJINA en el interior del corazón judío, el hombre – el sentimiento humano – era distinto al de hoy.
¿Habrá, por ventura, alguna pérdida más dura, más costosa, más amarga que ésta?
Arribamos, aquí, a la idea esencial, la que nos da la noción más acabada de la magnitud de la pérdida sufrida.
Perdimos la dimensión Divina, perdimos la cercanía al Creador, de ahí en más no lo pudimos percibir más entre nosotros.
Leyendo las Lamentaciones de Jeremías ayudamos a fluir el llanto del dolor. “Mi ojo es fuente de aguas que descienden sin cesar por el quebranto de mi pueblo”.
El proceso de alienación contemporáneo adoptó en nuestra generación un ritmo arrasador; se perdió la reflexión por la vida y por el dolor.
El ayuno permite el balance espiritual y promueve la reflexión para volver en sí. Todo el pueblo judío realiza un solemne ayuno completo el 9 de Ab, esperanzado en el cumplimiento de la profecía.
“Y se transformarían estos días de luto y tristeza en jornadas de alegría para la casa de Judá”.
Y recordemos la cita talmúdica: “Todo el que se apesadumbró por la destrucción de Jerusalén y su Templo, verá la alegría de su construcción”.

 

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