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Israel debe reconocer a un Estado Mapuche?
Por Santiago Belmonte
El reconocimiento de un estado palestino por parte de la Argentina, Brasil y Uruguay, así dicen los gobiernos de esos países, se basa en “sentimientos de justicia y en sus tradicionales líneas de defensa de los derechos humanos”. Lógicamente cualquier tonto puede darse cuenta de que sus “razones” obedecen a criterios e intereses muy distintos. Por ello no debe llamarnos la atención que los funcionarios de sus respectivos gobiernos hayan expresado estos reconocimientos en forma impulsiva, y pésimamente informados. Ante todo debe aclararse una cosa que es de público conocimiento: que no existe ningún estado palestino. No lo han proclamado siquiera sus eventuales habitantes.
Segundo, reclaman esos funcionarios, que para que ese estado pueda ser viable, Israel “debe retirarse a las fronteras de 1967”. Al parecer, ignoran estos gobiernos, que nunca hubo ni existen aún hoy fronteras reconocidas por las partes en conflicto, sino que desde 1948 a 1967 sólo hubo una línea de armisticio provisional, acordada no precisamente con palestino alguno, sino con el rey Hussein de Jordania, que en esa época, y desde los comienzos del mandato británico se llamaba Transjordania. Trans – Jordania significa allende el río Jordán. Olvidan quizás los funcionarios argentinos que su gobierno ni siquiera se pronunció (porque se abstuvo) cuando en 1947 las Naciones Unidas propusieron y votaron un plan de partición de territorios judíos y musulmanes .Aclarado este punto nos quedamos pensando si los mencionados países latinoamericanos no tienen ningún otro problema, si han resuelto todas las injusticias y conflictos étnicos dentro de sus propios territorios, y si están dispuestos a reconocer también un estado Kurdo, cuyos eventuales habitantes han sido y son hasta la fecha sistemáticamente masacrados por Iraq y Turquía, si están dispuestos a luchar por la libertad de Tibet y por los derechos de millones de personas asesinadas a diario en Sudán y Eritrea, para ofrecer sólo algunos ejemplos.
Pero no vayamos tan lejos y quedémonos en los países de América del Sur, en su mayoría católicos. Digo católicos, porque se supone que un buen católico ha leído la Biblia y que en consecuencia está perfectamente enterado de de quién es y a qué pueblo pertenece el territorio del Estado de Israel. Los que han leído algo de historia también saben que el Pueblo Judío fue diseminado a los cuatro vientos después de las respectivas conquistas de su territorio por los Babilonios (586 a.e.c.) y los Romanos (en el año 70 e.c.), que nunca ha desistido de añorar y reclamar la devolución de su país a lo largo de dos milenios, y que finalmente ha retornado a su tierra, cerrándose con ello el círculo fatal de su destierro. También saben los que han leído la Biblia, que allí no se menciona en ningún sitio la palabra palestino, ni tampoco se habla de una entidad étnica que pudiera responder a ella.
No ocurre lo mismo con las poblaciones indígenas de Argentina, Brasil y Uruguay. Allí todo ocurrió al revés, porque las poblaciones originarias de esos países, y ciertamente los dueños legítimos de sus tierras han sido sistemáticamente perseguidas, asesinadas en feroces genocidios, y privados de sus derechos más elementales, en beneficio de sus invasores hispanos y portugueses, y de las generaciones de sus descendientes.
Mucho más justo y urgente que el apoyo a las aspiraciones de los palestinos (un término relativamente reciente, acuñado artificialmente), es el reconocimiento inmediato de un Estado Mapuche, que al igual al arriba mencionado tampoco se ha autoproclamado aún, ni tiene fronteras claramente demarcadas, pero tiene derechos claros y legítimos. ¿Debemos recordar a la Argentina la aniquilación sistemática, la usurpación y el robo de los territorios de los Ranqueles, en pleno siglo 19, la ocupación indebida de territorios pertenecientes a los Huarpes, Puelches, Tehuelches, Tobas, Kollas, Diaguitas y Querandíes, para nombrar sólo a algunos? ¿Debemos recordar al Uruguay el genocidio de los Charrúas y la expropiación de sus tierras? ¿Debemos recordar al Brasil el exterminio de naciones indígenas enteras, entre ellas las de los Tupí, los Panará, Marubo, Enawene Nave, Chiripás, Maxakali, y Kaingang, además de otro centenar de pueblos expulsados de sus tierras, para que pudieran enriquecerse con la explotación de las mismas, poderosos e inescrupulosos empresarios en complicidad con el estado brasileño? Sí tanto les pesan a la Argentina, al Uruguay y al Brasil las tribulaciones de los pueblos marginados, ¿no sería mejor que empezaran por sus propios países, que restituyan las propiedades a sus dueños legítimos y los indemnicen por todos los sufrimientos que les han causado y causan aún desde ya varios siglos?
Este autor, por su parte, reconoce desde ya, y recomienda ante las instituciones esclarecidas del mundo entero el establecimiento de un Estado Mapuche, de un Estado Charrúa, de un Estado Tupí, y de centenares de otros estados más pequeños mas no por ello menos legítimos, en tierras ocupadas actualmente por la Argentina, Uruguay y Brasil.
www.porisrael.org

Enero 2011 - Shevat 5771
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