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La judeofobia en la figura de Cristobal Colón
Por Por Gustavo Lázaro Lipkin
lazarolipkin@yahoo.com.ar
La figura de Cristóbal Colón despierta reacciones extremas. Se lo admite o rechaza, se lo acusa de ser el inicio de un genocidio o, se lo considera un personaje central en la cultura occidental. La derecha lo admira, pero oculta su historia; mientras que la izquierda lo defenestra y lo quita de ella.
¿Qué motiva tales reacciones?
No es mi intención tomar posición sobre el origen de Colón, pero quizás ello esté vinculado con su historia posterior.
Negado primero, relegado de su lugar histórico y, objeto de una historia indeterminada en cuanto a su origen, da un cuadro casi “de libro” o “de manual”, sobre el clásico judío converso.
En efecto, su origen pudo ser tanto de Génova, como de Portugal, Marruecos o de algún reino antes de la unificación Española, de hecho se habla de Cataluña, Pontevedra, como cualquier otro; su apellido, pudo ser “Colón”, “Colombo”, “Columbus”, “Colom”.
Obras que considero validadas dan cuenta de ello: “La participación judía en el descubrimiento de América: los orígenes judíos de Cristóbal Colón” de Mario Javier Sabán, “Marginalidad y judaísmo en Cristóbal Colón” de Alberto Liamgot, abundan en detalles, relatos y numismática histórica.
Pero quizás la obra más influyente sobre la materia, es la biografía de Colón de Salvador de Madariaga ("Vida del Muy Magnifico Señor Don Cristóbal Colón" -7a edición,- Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1959), que daba por hecho su carácter de judío converso proveniente de una familia en igual condición.
Las conversiones compulsivas fueron impuestas en la península Ibérica ya desde la época de los Moros (Conf. en 1147 Maimónides fue convertido al Islam) y más aun después de matanzas de 1391 (considerada un verdadero Pogromo).
Colón se rodeó de la judería tanto Portuguesa como Española, banqueros, comerciantes. Cuando se produce la caída de Granada, en 1492 se impone las ordenanzas de expulsión de judíos y moros de los reinos de Castilla y Aragón, quedando afuera de ello Portugal (ex reino de León).
Muchas “historias” quedaron afuera de la Historia en Sefarad.
La Historia indica que la Reina Isabel de Castilla firmó la expulsión de los hebreos en la creencia que la derrota de los moros tenía un rasgo milagroso y, por ello había efectuado una promesa evangelizadora.
La sujeción de Colón a su fe de origen no puede ser ocultada, los días sagrados, los sacrificios, su conocimiento de la ciencia y tecnología fenicia, mora, judía y, su plan secreto para las Indias estaban de manifiesto.
La tripulación de la expedición estaba plagada de nuevos cristianos o, directamente por judíos que no aceptaban la conversión, coincidiendo la fecha de expulsión impuesta por el Reinado Español con la de la partida de los buques a su destino: el nuevo mundo.
Las marcas, símbolos y búsqueda de la tierra prometida estaban fuera de agenda de la Corona.
Su condición y penumbra histórica que lo rodeó, llenó de recelo aun a los banqueros judíos que se ocultaban bajo la sombra de una pretensa conversión en la corona de la Reina Isabel y, que costearon la expedición.
Otro punto, es la indeterminación de dónde desembarcó Colón en el nuevo mundo. En sus cartas (salvo aquella que iba dirigida a los mismos reyes católicos) abundaban signos que podrían interpretarse como letras hebreas, así como las insignias de los propios buques. En esas misivas Colón hace referencia a su desembarco en una isla llamada Guanahani –llamada así por los aborígenes que la habitaban- y que hoy en día se desconoce su ubicación exacta en algún lugar de la Bahamas
Su búsqueda de una tierra prometida, un lugar donde volver a comenzar después de la expulsión de su Sefarad, es en la razón de las “historias”, pero alejada de la Historia.
Pero la Historia no puede dar muchas cuentas del oscurantismo frente a la figura del Cristóbal Colón oficial, su final es una réplica de su principio, le fueron negados sus bienes, su condición de Virrey de todas las “indias” y su carácter hereditario.
Interpretar la necesidad de Colón de manejar políticamente la nueva tierra pudo deberse a dos motivos fundamentales: las riquezas o su liberación.
Colón viajó con una bitácora tan antigua como la presencia de su propio pueblo en Europa.
Ello tiene efectos fundamentales, ¿Eran todos los enclaves moros, mahometanos?, existen investigaciones que informan que muchos eran judíos y que éstos no llegaron del norte de África, estaban allí desde mucho antes de las propias tribus mahometanas que poblaron la península. Precisamente, “Los primeros asentamientos judíos en la península Ibérica se remontarían a la época de las colonias fenicias y griegas en el Mediterráneo, aunque la tradición llega aún más lejos y los ubica por estos Lares ya en los tiempos del rey Salomón (970-931 A.c.) (Revista Historia de la Iberia Vieja, 22/10/2014 por Alberto de Frutos)”.
La publicación (eSefarad » Artículos » Cristóbal Colon y El Enigma de su Origen), da cuenta de una serie de datos bibliográficos sobre la necesidad que tenía Colón de impostar su falso cristianismo, como por el otro, en la nueva tierra de hacer lo propio con su judaísmo, “se complacía en bautizar las costas que iba descubriendo con nombres inconfundiblemente judíos: la Ensenada Abraham de la isla Isabela en las Lucavas ; la Punta Isaac de la isla Santa María la antigua en las Pequeñas Antillas : el Cabo Salomón en la isla de Guadalupe : la Caleta David en Jamaica ; la Ensenada San David en la isla de Granada, etc. De Horta y Pardo sostiene (3) que el origen judío de Colon hay que buscarlo no solo en su tipo físico y en su temperamento, sino también en sus escritos e invocaciones al cielo bajo nombres bíblicos , tales como Israel, David, Jerusalén, Judá, el Rey de Israel, etc.”
El término Moro es ambiguo ya que muchas veces se lo identificaba con hebreo. El impacto de los hebreos en la geopolítica Ibérica provocó la separación definitiva de lo que hoy en día se llaman “España” y “Portugal”. La independencia de parte del reino de León, futuro “Portugal”, fue financiada por los hebreos para lograr una tierra donde sean protegidos y así fue hasta la imposición del tribunal de la inquisición en su territorio, mucho después de lo que fue en España.
¿Por qué el nombre de Colón no fue usado para la denominación del nuevo continente?, La judería ibérica busco con los mismos mapas que usaron para llegar allí, la nueva tierra, ya conocida por los grandes reinos de ultramar de la edad antigua: fenicios, egipcios y posteriormente vikingos, etc., que navegaron con precisión y utilizando las corrientes marinas.
Esta nueva tierra sería una oportunidad de buscar a la tierra prometida. Como Moisés, Colón llevó a su gente y su cultura, pactando una inmunidad política. Pero no contó con la fobia que su propia figura generaba en la política Española.
El problema de Colón no era su ambición, era su condición.
¿Tiene relación la condición de un falso cristiano con el continuo rechazo de la figura de Colón?
La destitución de Colón como Gobernador de “La Española” por Francisco de Bobadilla, sumado a la llegada al continente de Américo Vespucio, ambos enviados por la Reina Isabel la Católica, arrastró su primer destierro; el segundo sería en la misma Universidad de Salamanca, donde años atrás había defendido sus posturas sobre la unidad del océano Atlántico y una vuelta a la cosmovisión griega del mundo, como una esfera y, trazados fenicios que habían llevado a sus casi seguros antepasados a la Sefarad, donde él y su pueblo ya no tenían más cabida.
El tercer destierro sería la destitución de todo derecho hereditario a su descendencia.
Tres veces canta el gallo antes del amanecer había sido la lápida de este cripto-judío y, la remisión a su héroe Moisés: El Salvador, de nunca poder entrar en la tierra prometida.
Esa tierra prometida que se contaminó con las pestes de una Europa que seguía lavando sus miserias en la mirada del ajeno, en este caso, uno de los pueblos que la vio nacer.
La tierra no se llamó Israel, pero era de leche y miel, no hubo paz ni un nuevo mundo sino hasta muchos años después de depredación, en que sus habitantes se fueron declarando independientes.
Colón fue negado tres veces y, nunca pudo ver el nuevo mundo, llevó su impronta y su perfidia, como un vampiro que se traslada con sus lápidas y sus ratas esparciendo la peste, pero logró dotar la nueva tierra con una alta dosis de anticuerpos para los futuros holocaustos que se llevarían a cabo en Europa no puedan llegar.
¿Qué motivó la negación de Colón?
La Universidad de Salamanca, contrariamente a aquello que venía sosteniendo, se atribuyó la defensa de la cosmovisión Griega del Universo, negó que haya descreído de la unidad del océano Atlántico y sostuvo que conocía la posibilidad de la existencias de tierras al occidente, el poder político fue para Bobadilla, implantando inmediatamente al Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición como factor del poder coactivo de las conciencias en el nuevo mundo, con la expresa excusa de encontrar marranos y nuevos cristianos infieles.
El territorio no llevaría nunca el nombre de un Judío, eso estaba destinado a un émulo de aquel: alguien de acreditado origen Genovés y certificación de ser viejo cristiano: Américo Vespucio, pergeñado con la única idea de ocultar a Colón.
La expresión Judeo-fóbica en la figura de Colón.
Pero la realidad es que la lapidada figura de Colón no terminaría así y allí.
Los carriles históricos le fueron a favor y su historia, sin mucho detalle, sería conocida.
Hasta principios del Siglo XX nadie pondría en duda el origen Genovés y cristiano de este hombre. Su historia sería simple, navegante experimentado llegaría a la Indias occidentales y, de causalidad se toparía con el indicio de un nuevo mundo.
Con posterioridad el conflicto Norte-Sur y los populismos latinoamericanos pondrían otro modelo de sujeto escatológico, donde Colón ocupa el lugar dialéctico menos favorecido.
Líderes populistas latinoamericanos y, sustancialmente de tercer mundo, encontraron en la lapidada figura del judío Colón el sujeto ideal para achacar todos los males que la civilización trajo al nuevo mundo.
Se comenzó a creer que la incursión Española, que desemboco en el crisol de deficientes Estados Nacionales de habla española (más de 18), frente a un solo Lusitano, dos ingleses, uno Francés y otro Dinamarqués, fue un genocidio, similar a los modelos del viejo continente.
En todos los casos, estos ataques son ambivalentes y con un claro doble estándar, ya que por un lado estos movimientos son estrictamente negatorios del derecho del pueblo judío a tener su Estado Nacional en la tierra de Canaán y, hasta se animan a negar el holocausto judío.
En todos los casos, la denominada izquierda populista detesta la figura de Colón, sus argumentos son tan viejos como el mismo antisemitismo: “Colón fue el responsable de la conquista Española”, emulo al argumento: “los judíos mataron a Cristo”:
a) El judío comenzó el genocidio de los pueblos originarios
b) Los judíos mataron a Cristo
c) Pueblos originarios y Cristo fueron objeto de un genocidio o de un crimen, todo perpetrados por judíos.
En todos los casos, Cristo jamás podría haber resucitado y, por tanto, adquirido su carácter divino, sin su previo sacrificio, como a su vez, los pueblos americanos no podrían tener sus estados modernos sin la llegada de las influencias Europeas.
Pero aun más, tanto en un caso, como en el otro, ni los judíos tuvieron una decisión final respecto de la historia del Nazareno, como tampoco, Colón pudo tener participación en los genocidios que se le imputan. En todos los casos había intereses políticos y económicos superadores: Los Romanos y los Españoles respectivamente.
Pero, estos populismos, salvo las FARC y Venezuela, no niegan la participación necesaria de España en sus economías, muchos negocian con ese país Europeo, pero por el contrario, se ensañan con la figura de Colón, como si ésta y aquel estado fueran a su vez dos cosas diferentes: “el marrano moro” y los reinos unificados.
En Argentina, si pudieran eliminarían el nombre de Colón de todo el territorio, plazas, museos, teatros, edificios públicos, calles, obras de arte, estatuas y todo aquello que lo recuerde.
Existe un marco político judeo fóbico en los populismos latinoamericanos en la figura de Cristóbal Colón, a todo evento el eslabón más delgado de la cadena de la conquista.
Uno de los principales detractores modernos de la figura de Colón fue el Venezolano Hugo Cháves Frías, paradoja si las hay, ya que del único lugar donde Colón estuvo más cerca del continente fue en ese preciso lugar.
Cháves optó por oponer la figura de Colón a la de otros supuestos líderes locales, la más de las veces, masones al servicio de Inglaterra o Portugal, como Miranda, Simón Bolívar, San Martín y otros, con pésimos resultados finales.
En efectos, los procesos independentistas españoles tuvieron un resultado muy diferente al resto de las potencias que actuaron en América: sobra contraponer a los Estados del Atlántico (Estados Unidos); la Conformación anglo-francesa de Canadá; los territorios de Dinamarca y la anexión de la Alaska Zarista a aquellos, las tierras Lusitanas con la que ambos trazaron grandes extensiones de tierra, algunas a la fuerza, otras por estrategia que ahora son la R.F del Brasil, frente a las desmembraciones en las Provincias Unidas del Río de la Plata que terminan conformando después de años de guerras intestinas forman cuatro estados (Argentina, Paraguay, Uruguay -con los territorios hasta el Río Grande-, Bolivia –Alto Perú, con su salida al Pacífico- y, aun pudo ser peor si contemos Buenos Aires, La liga Federal y aun queda abierta la incógnita de Malvinas) que no logran la autosuficiencia; El mito de la bolivariana Gran Colombia que estalló en 4 territorios (Ecuador, Colombia, Venezuela y Panamá); El Virreinato del Perú (Actual Perú, Chile y parte del altiplano Boliviano); La Sangría de México (Arizona, Texas, parte de Nevada que son sumados más de la mitad de su territorio original); la pérdida estratégica de California, Nueva España, Louisiana –Francia- todo en manos de EEUU; La dispersión de Centro América en siete estados diferentes.
Esa parte del test histórico nunca podrá ser contestado por los líderes bolivarianos que detestan a Colón y, que lo acusan de un genocidio que no se compadece con su ideario.
Negar el Holocausto y la existencia del Estado de Israel, encuentra en el falso debate dialéctico una justificación judeo-fóbica implícita, la negación de la figura de Cristóbal Colón.

Por Gustavo Lázaro Lipkin: Profesor titular de Introducción al Derecho de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires, Profesor Adjunto de Filosofía del Derecho de la Universidad del Buenos Aires, Doctorando en Derecho (UBA) y Maestrando en Epistemología e Historia de la Ciencia en la UNTREF

Mayo 2015 / Iyar - Siván 5775
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