Guesharim


Guesharim - Puentes

B''H

De nuestros sabios
Espiritualidad y autoaislamiento

Dos cosas diferentes

Estos [los miembros de la Gran Asamblea]
dijeron...: formad muchos discípulos
y levantad una cerca alrededor de la
Torá.
Pirke Avot- Perek I Mishná 1

Formad muchos discípulos
La palabra hebrea heemidu (“formad”)
significa, literalmente, “poned de
pie”. Como sabemos, en muchos países
orientales el maestro se sienta
sobre una alfombra, mientras que sus
alumnos permanecen de pie a su alrededor.
Algo muy diferente a lo que
propone el judaísmo respecto al
discipulado.
En un sentido muy definido, sin embargo,
la tarea del maestro consiste,
verdaderamente, en entrenar a sus
alumnos para “ponerse de pie”, y dotarlos
de fortaleza y fundamentos, además
de dignidad y sentido de independencia.
Por ello, y si bien es cierto que
para muchos no observantes la imagen
de un estudiante de ieshivá es la
de un estereotipo desnutrido,
desprotegido e ingenuo, Nuestros
Sabios advierten: haced que vuestros
estudiantes se pongan de pie, con los
hombros echados hacia atrás, orgullosos
y dignos.
Los ataques contra la judeidad
y el judaísmo son siempre
inexcusables. Pero cuando un judío
ignorante de su judaísmo es
atacado, la tragedia es infinitamente
mayor, pues carece de
defensas y de fortaleza interior
para poder resistir. El judío indiferente
a su judaísmo ni siquiera
sabe porqué o para qué es atacado.
Pero cuando se da al joven
o a la muchacha judía una base de
historia judía, se le inculca amor por
la Torá y una apreciación real de la
contribución que los judíos y el judaísmo
han hecho al mundo, entonces se
“está parando al niño sobre sus pies”,
se le provee una columna vertebral, y
una base para su identificación.
A través de las peores degradaciones
acumuladas sobre el judío en
su historia, el descendiente de
Abraham soportó su destino como una
insignia de honor y no como una vergüenza.
En medio de la pobreza del
gueto medieval, él podía haber parecido
un mendigo, pero en shabat o
sentado a la mesa del Séder, tenía
conciencia de que era, en verdad, un
rey, su esposa una reina, y sus hijos,
príncipes y princesas.
Mientras se desataba una tormenta
de persecución, en su corazón y en
su alma el judío sabía que formaba
parte del Pacto de Abraham, y en este
hecho hallaba consuelo porque, en su
momento, se había puesto de pie en
el Sinaí.

Una anécdota
B.C. Vladeck, en un tiempo gerente del
Jewish Daily Forward, fue uno de los primeros
miembros judíos del Consejo Municipal de Nueva
York. Era un hombre culto, graduado universitario,
y un típico producto de las ieshivot
rusas, pero hablaba inglés con un pronunciado
acento extranjero. En una reunión del Consejo,
un miembro a quien Vladeck no le simpatizaba,
se levantó para declarar que era una
vergüenza que, en esa imponente ciudad, “los
inmigrantes intenten decirnos cómo vivir”.
Vladeck pidió la palabra y preguntó: “¿Puedo
saber quién es usted?”. Su oponente replicó
orgullosamente, y con voz resonante, que su
abuelo había sido secretario de Abraham
Lincoln.
Vladeck respondió que si bien eso era bastante
impresionante, su “abuelo” Moshé había
sido secretario del propio Todopoderoso.
Educación masiva versus educación selectiva
Al exhortar a que muchos estudiantes sean educados, los
miembros de la Gran Asamblea estaban, en efecto, adoptando
una posición definitiva sobre el tema educación masiva
versus educación selectiva. Esta cuestión estalló más tarde
cuando Rabán Gamliel declaró que su escuela estaba abierta
solamente a la clase de estudiante cuyo “interior era como su
exterior”, es decir, aquel que combinaba capacidad en cuanto
a su erudición con buen carácter e integridad moral. Por otro
lado, Rabí Elazar Ben Azaria estuvo en desacuerdo con esta
fórmula selectiva, e instaba a que todos los que desearan acometer
el estudio de la Torá fueran prontamente admitidos, porque
la Torá es propiedad de toda la congregación de Israel. Y
más aún -agregaba Rabí Elazar-, ¿a quién le asiste el derecho
de establecer quién se puede beneficiar con el estudio de la Torá
y a quién no?
Los miembros de la Gran Asamblea, sin embargo, comprendieron
que si una luminaria de la Torá es verdaderamente “un
hombre entre mil”, entonces debemos posibilitar a miles su estudio,
aunque sea con el fin de obtener “ese uno”. No existe ninguna
prueba confiable para discernir entre aquellos que tienen potencialidades
espirituales y los que no las tienen. Incluso, y si
bien es cierto que se puede medir el cociente de inteligencia a
través de un test específico, la admisión en una ieshivá no se
basa sólo en este don.
Al respecto, en varias ocasiones, la Mishná, y para dar a entender
que alguien es un taná, un gran erudito, lo llama “Shimón,
el hermano de Azaria”. Esta es una forma inusual, en el Talmud,
de designar a alguien. Pero, ¿quién es este Azaria para que su
nombre sea utilizado para referirse a un gran sabio? Se trataba
de un hombre de negocios común, que apoyaba a Shimón, con
el objeto de que pudiera estudiar la Torá y desarrollarse como
erudito. Uno era un sabio y el otro un comerciante y sin embargo,
el Talmud inmortaliza a ambos: Shimón, hermano de Azaria, pues
a éste último pertenecen, también, el honor y la gloria.
Levantad una cerca alrededor
de la Torá
La tercera enseñanza de los
miembros de la Gran Asamblea es “levantad
una cerca alrededor de la
Torá”. ¿En qué forma esta enseñanza
está relacionada con las admoniciones
que la precedieron? Claramente,
si somos reflexivos con respecto
a la Ley y formamos muchos discípulos,
entonces habremos levantado ya
una cerca protectora alrededor de la
Torá.
La gente se pregunta acerca de
la necesidad de tantas leyes
talmúdicas que se nos exige observar.
Esencialmente, estas son una
“cerca”, instituida para proteger los
mandamientos bíblicos contra el peligro
de la violación. Este es un enfoque
básico que encontramos en la
propia Biblia. El nazir, es una persona
que tomó sobre sí un voto de abstinencia,
y que entre otras cosas, le
prohíbe beber cualquier vino u otros
licores intoxicantes. La Biblia, sin
embargo, le impone aún más: no puede
beber vinagre derivado del vino,
ni comer pasas de uva, o cualquier
otra cosa derivada de la vid. Estas son
cercas levantadas para mantener al
individuo distante del área donde podría
acechar el peligro. El hombre es
sólo humano y puede sucumbir a la
tentación. La menor asociación con
el tema prohibido es capaz de producir
una reacción en cadena que podría
conducir en corto plazo a las
trasgresiones más flagrantes. Los
sabios del Talmud tenían una visión
muy realista de la naturaleza humana
y del poder de atracción del desvío.
Si usted tiene una batería de bajo
voltaje que exuda agua, puede tocarla
sin recibir una sacudida porque es
débil. Pero si tiene una batería de 110
voltios, entonces debe aislarla adecuadamente
por medio de una cinta o
algún otro material.
Dado que Nuestros Sabios siempre
fueron conscientes del poder del
desvío, tanto en su forma moral como
en la intelectual a la manera de una
fuerza casi compulsiva, bajo tales circunstancias
expresan su prudencia al
insistir en un estrecho y continuo aislamiento.
“Levantad una cerca alrededor
de la Torá”, y manteneos alejados
de la vacuidad.
Utópicos y modernistas
Una vez que la cerca está levantada,
sin embargo, debe utilizarse para
aislar no sólo al posible pecador, sino
también al bienhechor potencial, a
quien le gustaría “modernizar” la Torá,
suavizar su severa censura y cubrir
su “aspereza de Viejo Testamento” con
un poco de “apertura”. Podemos prescindir
de tal ayuda. Nuestra Torá no
está destinada a los ángeles, o a los
pocos prácticos soñadores de utopías.
Ella es eminentemente realista. Todo
judío puede hacer lo que la Torá le
pide, pues ella no exige nada impracticable.
La Torá es comprensible y
practicable, y habla en el lenguaje del
hombre, en forma clara e inequívoca.
El mandamiento de levantar una
cerca alrededor de la Torá, también
contiene una protesta contra la verbosidad
y las complejidades innecesarias.
Quienes la interpretan, la transmiten
al pueblo, la enseñan a sus congregaciones,
tienen el deber de ser
breves, concisos e ir directamente al
meollo del asunto. En tus presentaciones
procura constreñirte a un área
pequeña y manejable, en lugar de
disiparte en otra carente de sentido.
Por ende, se nos dice: “Rebosa en mi
corazón palabra buena... mi lengua es
pluma de escribiente muy ligero”.
Como vemos, las enseñanzas deben
ser presentadas de manera tal que
entren en el corazón del oyente. El
salmista insiste en dos cualidades que
él considera esenciales para una buena
instrucción: primero, el corazón
debe rebosar y el mensaje, ser vivaz
y vibrante, porque debe haber algo del
propio ser en él. Segundo, lo importante
es una “palabra apropiada”, pues
debe tenderse a lograr calidad antes
que cantidad, y no se debe exigir demasiado
de la audiencia. Es necesario
ser breve y conciso en lugar de
divagador y difuso: ésta es otra interpretación
de la frase “Levantad una
cerca alrededor de la Torá”.
Del libro Etica del Sinai
De Irving Bunim
Por Gentileza de Editorial Yehuda

Septiembre 2010 / Elul 5770

Revista de historia y cultura judía. Publicada por A.I.S.A. Asociación Israelita Sefaradí Argentina

Director Responsable: Dr. Elías Hamui Director Editorial: Lic. Ernesto E. Antebi
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