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Periódico Judío Independiente
Economía y moral de la mano
Judaismo: ¿Capitalista o Socialista?

Por Alan Benchoan, especial para Comunidades
Son muchos los que erróneamente creen que Marx creó el socialismo. Una lectura profunda de la Torá nos mostraría una enorme cantidad de preceptos destinados a proteger a los desvalidos y generar un mejor sistema distributivo. Ya Martín Buber opinaba con realismo que "los primeros socialistas fueron los profetas de Israel " . Sin embargo, a lo largo de la historia, los judíos tuvieron un rol vital en la creación del capitalismo. ¿ Es posible una síntesis entre ambos sistemas ?

La Real Academia Española (RAE), entiende por socialismo al sistema de organización social y económico, basado en la propiedad, administración, distribución y regulación estatal de los medios de producción. En este sistema, el Estado controla la propiedad de la sociedad, niega al individuo su derecho a adquirir y poseer su propiedad y conduce a una economía planificada según las prioridades de la sociedad para prevenir duplicación.

En cuanto al capitalismo, la definición que proporciona la RAE, es la de un régimen económico fundado en el predominio del capital como elemento de producción y creador de riqueza. Dicho sistema, protege el derecho del individuo a su propiedad, fomenta la competencia como base para el éxito económico y conduce a la explotación del débil por parte de los más fuertes. Logra que una gran clase pobre sirva a una pequeña y adinerada.

El sistema capitalista, tiene un parecido con el liberalismo, ya que este último es la poca intervención del Estado en la economía y permite que el mercado se acomode por sí solo. Como diferencia, encontramos que existen capitalismos en los que el Estado sí interviene, como por ejemplo, en el modelo Keynesiano, o cuando el Estado fija un tipo de cambio, como en Argentina.

Se cree que el capitalismo surgió en Europa en el siglo XVI, de características políticas, culturales y sociales. En cuanto al socialismo, se dice que sus comienzos se deben al siglo XIX, también en Europa.

Habría que preguntarse ¿qué pasaba antes del año 1500?

El educador judío Gustavo Perednik, en abril 1987, escribió en Comunidades un artículo titulado “Ese Misterioso Mandamiento” señalando que el sistema político judío es el liberalismo religioso. La definición la explica citando al filósofo hegeliano, Johann Karl Rosenkranz (1805-1879) que dijo: “siempre que una barrera es derribada, también es derribada para el judío. Cualquier emancipación contribuye a su libertad”. El pensador entiende que dada su amistad al progreso, la humanidad y la tolerancia, convierte al pueblo judío como un liberalista religioso.

En la Biblia, podemos encontrar pocas menciones a la economía que practicaban los judíos. Una de ellas, en Génesis 23:13, Abraham compra una parcela de tierra para sepultar a su esposa Sara. Otra, en Jeremías, el profeta compra un campo en Israel para asegurar su profecía .

Como explicación de estos dos acontecimientos, el rabino Shimshon Rafael Hirsch (1808 – 1888) enseña: “Las naciones caracterizan a Israel según su inclinación hacia al comercio y los negocios. Es extraño que cuando nuestro sistema de leyes busca un ejemplo en las Escrituras Sagradas para aprender de él los modos de comercio, encuentra sólo la adquisición de la tumba de Sará y aquel campo que el profeta Jeremías ordenó que sea adquirido para afirmar la profecía del futuro, cuando el poder babilonio ya estaba preparando la destrucción del estado .Resulta entonces que no se encontraron ejemplos sino antes del principio y al final de nuestra existencia como pueblo asentado en su tierra.

Winston Churchill, historiador, escritor y orador británico, dijo: "El vicio esencial del capitalismo es el compartir desigualmente las bendiciones. El vicio característico del comunismo es el compartir igualmente las miserias". Por lo tanto el judaísmo introdujo un sistema de mercado libre en el que el compartir las bendiciones no queda librado a la casualidad o a los buenos deseos, sino que es un mandamiento.

Se puede entender que la idea del capitalismo judío no es que el poderoso se aproveche del pobre sino que, mediante las leyes halájicas, entre las personas se complementen y satisfagan equitativamente eliminando la opresión.

La Torá previene las influencias negativas existentes del capitalismo. Educa al judío a desarrollar amor fraternal y buenos rasgos de carácter. El sistema económico de la Torá se basa en un aparato capitalista con una matiz socialista.
El sistema bíblico limita la competencia y enseña al individuo a moderarla constantemente. El versículo 23:25 en Deuteronomio dice: “Cuando vengas al viñedo de tu amigo, podrás comer tu cuota de uvas”. El Talmud Bavá Metziá 87b, explica que se refiere al obrero. Podemos entender que el judaísmo presenta un sistema económico que conlleva lo mejor de ambos mundos. Se puede entender, entonces, como un "capitalismo con conciencia". Esto significa que al promover la libre empresa, se muestra capitalista pero de una forma condicional y compasiva .

Existen preceptos que nos muestran la importancia de la distribución de la riqueza en el pueblo judío. Ellos, están destinadas a resolver todos los problemas, en general, al instruirnos que nosotros no somos verdaderamente los dueños de nuestra propiedad sino sus administradores.

Debemos usar la propiedad como su Propietario lo quiere, con preocupación por nuestro semejante, nuestro socio en el servicio a Di-s.

Con estos preceptos, vamos a entender que la Torá indica que se debe obtener lo mejor de los dos sistemas, ya sea capitalista como socialista.

Ciertos mandamientos ordenan a los granjeros abandonar los productos caídos, olvidados, y un rincón del campo para el pobre. Además, encontramos el precepto positivo es dar el diezmo de la ganancia, y el de tzedaka, que significa dar caridad al necesitado.

Estos son límites impuestos sobre nuestro derecho a la propiedad a fin de beneficiar al necesitado. La Torá ordena el año sabático y el Jubileo.

“Al final de cada siete años, harás el año sabático. Y ésta será la manera del año sabático: todo acreedor que prestó a su compañero, lo dejará; no lo exigirá de su compañero o de su hermano, por haber llegado el año sabático para el Eterno”. (Deuteronomio 15:1–2)

El Rabbi Meir Matzliah Melamed explica de estos versiculos que “todo año séptimo desde la fecha de la creación del mundo, es un año sabático (Shemitá). En él estaba prohibido todo trabajo en el campo, como arar, sembrar, etc. para que la tierra descansase según el mandamiento de la Torá. En el tercer y sexto año de la shemitá separaba para el primer diezmo y el diezmo del pobre (maaser aní), destinado a los desposeídos, peregrinos, huérfanos y viudas.

Nuestros Sabios enseñan que, el año de Shemitá fue designado para permitir que la tierra descanse y se regenere. Durante seis años la tierra debe ser trabajada, pero en el séptimo debe descansar. El ciclo agrícola impone estrictas leyes y regulaciones sobre el propietario de la tierra, como por ejemplo la prohibición de sembrar, podar, y de que todo lo que crezca debe ser "sin dueño" y puede ser tomado por todos, tanto propietario como trabajadores, etc. “Y contarás por siete semana dos años, siete veces, siete año, y los días de siete semanas de dos años darán para ti cuarenta y nueve años. Y harás resonar el Shofar en el mes séptimo (Tishrei), el diez del mes, y en el día de las expiaciones haréis resonar el shofar en vuestra tierra. Consagraréis el año quincuagésimo y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus habitantes” .“Será jubileo para vosotros; volveréis cada uno a su posesión y volveréis cada uno a su familia. El año quincuagésimo será Jubileo para vosotros; no sembréis, no seguéis lo que creció espontáneo y no vendimiéis vuestras viñas silvestres” (Vaikrá 25:5-13)

Explica el Rabino Yaakov Meklenburg (autor del libro HaKtav VeHaKabalá) con respecto al Jubileo, que la palabra “Yobel” (Jubileo) indica libertad e independencia, y proviene de la raíz “Balal”, cuya traducción es “mezcla”, ya que en el año del Jubileo hay una mezcla de patrimonios, pues todos los bienes vuelven a sus verdaderos dueños.

En definitiva, el aparato económico de la Torá es capitalista, pero su espíritu es socialista



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