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Periódico Judío Independiente
El corresponsal de guerra y periodista judío:
Vasili Grossman

Por Moshé Korin
Inmediatamente después del ataque de la Alemania nazi contra la Unión Soviética, el 22 de Junio de 1941, algunas decenas de escritores judeosoviéticos se presentaron como voluntarios para el Ejército Rojo, y la mayoría de ellos cayó en la lucha contra el agresor germano. Entre los voluntarios también se encontraba Vasili Grossman, un escritor ruso de ascendencia judía. Debido a su débil estado de salud no fue admitido en el ejército; sin embargo no se resignó, y tras una sucesión de intentos fue designado como corresponsal de guerra del “Krásnaia Zviezda” (Estrella Roja), órgano oficial del Ejército Rojo.
En su calidad de tal, Grossman vivió todas las fases de la contienda, comenzando por los primeros meses con las retiradas en estampida del Ejército Rojo, hasta la defensa de Moscú, las batallas en Ucrania, las luchas en las calles de Stalingrado, así como los tremendos combates de tanques en Kursk. Junto a la avanzada del ejército soviético llegó a Polonia y prosiguió hasta Berlín.
En el transcurso de los más de tres años en el frente, el escritor, físicamente débil y miope, se endureció y se habituó a la vida de soldado. Acompañó en misiones de inteligencia, permaneció codo a codo junto a francotiradores ocultos, trabó amistad con simples soldados y entrevistó a generales y comisarios políticos. Con su ojo sagaz de escritor y corazón sensible fue testigo de los padeceres de las poblaciones civiles en las zonas del frente y en los territorios liberados. Sus informes y reportajes de guerra en el “Estrella Roja” eran leídos en el frente y en la retaguardia e hicieron famoso a Grossman en todo el país. Fuera de esa literatura de guerra oficial, el escritor tomaba para sí notas y apuntes del momento acerca de aquello que había visto y oído. Tenía la intención de utilizarlas como materia prima para su obra posterior sobre la guerra.

Publicación con décadas de retraso
Y así fue, lástima que 42 años después de la muerte de Grossman, a fines de 2006 y gracias a los apuntes que su hija y yerno celosamente guardaron, fue publicado el libro: “Un escritor en la guerra, Vasili Grossman junto al Ejército Rojo, 1941-1945”.
Las notas del escritor crean una imagen inolvidable y auténtica de la lucha decisiva de los ejércitos rusos, integrados por millones de hombres, contra los barbáricos agresores alemanes.
Grossman pinta vívidas imágenes y escenas de pánico y caos de los ejércitos soviéticos en retirada inmediatamente después del ataque alemán, y señala los errores tácticos de Stalin y las ordenes poco realistas, que fueron la causa del cercamiento de ejércitos enteros y de su amargo destino en el cautiverio alemán. Grossman se admira del espíritu de sacrificio y heroísmo de los soldados y comandantes soviéticos. Vasili escribe: “durante la guerra, un hombre ruso lleva una camisa blanca. El pudo haber vivido en el pecado, pero morir habrá de hacerlo como un santo” .
Al igual que lo hace con el excepcional heroísmo, Grossman tampoco elude narrar acerca de los muchos casos de cobardía y deserciones. Algunos soldados solían lesionar ellos mismos sus manos a fin de resultar inaptos para la guerra. En la mayoría de los casos eran castigados por los comisarios políticos mediante el fusilamiento público frente a los ojos de los soldados de sus divisiones.
El escritor tampoco oculta otros fenómenos negativos en el ejército. Durante una fiesta en el cuartel del general Chuikov, defensor de Stalingrado, Grossman escucha las fanfarronadas de los oficiales presentes. Cada uno de ellos magnifica sus propias hazañas militares y empequeñece los logros de los demás, quienes supuestamente habían sido recompensados con distinciones inmerecidas. Vasili relata también sobre las “mujeres de campaña”, las enfermeras y otras mujeres en el frente, forzadas a ser las concubinas de los generales y comandantes. En Alemania, rumbo a Berlín, se encuentra con el octavo Ejército Ruso, que había defendido a Stalingrado. Entonces era una fuerza altamente disciplinada y heroica, mientras que ahora todo está permitido y es pasado por alto; saquean las casas alemanas y vejan a miles de muchachas y mujeres alemanas.
Al arribar junto al ejército a los territorios liberados en Ucrania y Bielorrusia, se reveló ante Grossman la espeluznante imagen de las masacres de los judíos soviéticos. En especial se vio sacudido durante la visita a su ciudad natal Berdichev, donde los alemanes junto a sus secuaces ucranianos había asesinado a treinta mil judíos, entre ellos también a la madre del escritor. Una cifra similar habían exterminado los nazis inmediatamente tras su arribo a Odesa y aun más, cerca de noventa mil, en Kiev. En el verano de 1944 Grossman llegó a Polonia y fue de los primeros en contemplar el recién liberado campo de exterminio de Maidanek. Se detuvo en Treblinka y rastreó a los pocos sobrevivientes del campo, así como indagó a los habitantes polacos de la vecindad, para posteriormente escribir un largo informe, “El infierno de Treblinka”, que fuera más tarde utilizado en el acta acusatoria durante el proceso de Nuremberg.
Los informes de Vasili Grossman acerca de las matanzas de judíos soviéticos no fueron del agrado de las autoridades en Moscú. La formula oficial soviética era que todos los ciudadanos de la Unión Soviética habían padecido a los ocupantes alemanes y no era necesario resaltar en particular el sufrimiento de los judíos. Junto a Ilia Ehernburg, Grossman recopiló informes y testimonios para el “Libro negro” que el “Comité Antifascista Judío” planeaba publicar. En octubre de 1947 la potencia soviética proscribió el libro, confiscó las pruebas de imprenta y destruyó los ejemplares de la edición. Una copia del manuscrito, sin embargo, fue pasada clandestinamente hacia el extranjero y publicada en diversas lenguas. (una versión mucho más completa fue publicada por El Museo de la Shoá “Iad Vashem” en Jerusalem, a principios de 1988; veinte años después de la muerte de Ehrenburg (él había mandado en forma clandestina, mucho más material, pero pidió que se diera a luz, dos décadas después de su fallecimiento, acaecida en agosto de 1967).

Tuvo relativamente suerte
Grossman fue afortunado y se las ingenió para no padecer el terror estalinista de los años ´30 así como los fusilamientos y destierros tras la liquidación del Comité Antifascista. Su novela bélica “El pueblo es inmortal”, escrita durante una licencia de dos meses del ejército, fue publicada por entregas en “Krásnaia Zviezda”, luego en formato de libro, y lo hizo famoso a escala nacional. El libro fue nominado de manera unánime para ser distinguido con el “Premio Stalin” de literatura en 1942, y sólo la intervención directa del líder impidió la concesión del galardón. Stalin presumiblemente le guardaba resentimiento por el hecho de que Grossman hubiese eludido entonar loas en su honor, tal como se estilaba por aquel entonces, así como por que jamás se hubiese afiliado al Partido Comunista.
La obra maestra de Grossman fue su novela de guerra “Vida y destino”, una descripción épica en grueso volumen de la guerra patria, centrada fundamentalmente en y en torno a Stalingrado. El retrato objetivo de Vasili de todas las fases de la contienda, elevadas y negativas, no le agradó a la censura soviética. Cuando se entregó el manuscrito a Suslov, encargado de la ideología en el “Politburó” (Comité Político), éste sentenció que el libro no podría ser publicado por un lapso de doscientos años. El hogar de Grossman fue allanado por los agentes de la N.K.V.D. (antecesora de la K.G.B. – Policía Secreta), y todos sus escritos fueron confiscados. Un microfilm oculto de “Vida y destino” fue más tarde enviado al exterior gracias al estudioso Andrei Sájarov, y el libro vio la luz en varios idiomas. La novela fue reconocida por diversos expertos en literatura como una de las mayores obras literarias del Siglo XX.
Vasili Grosman, quien había nacido en 1905, falleció en Moscú de cáncer en 1964, a la edad de 59 años.


Número 414
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